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sábado, 23 de enero de 2016

¿Podrían dos personas repoblar toda la Tierra?

Puede que Adán y Eva lo hayan logrado en la Biblia, pero hablando en términos científicos, ¿dos personas serían suficientes para repoblar nuestro mundo desde cero? (Dejando de lado los inevitables problemas a la salud relacionados con la endogamia y un patrimonio genético limitado)

Primero que nada, hay que tener en cuenta los problemas obvios. La primera ‘nueva’ generación obviamente sería conformada por hermanos y hermanas; la segunda, todos primos. Múltiples estudios han mostrado que cuando estos parientes tienen hijos, los resultados no son los más óptimos.

Un reporte que observó a niños checos nacidos de padres que eran parientes entre 1933 y 1970, descubrió tasas más altas de mortalidad infantil e incapacidades físicas y mentales. Después, también está el ejemplo de la isla de Pingelap, en donde, debido a un devastador tifón que dejó a sólo 20 sobrevivientes disponibles en la isla para repoblarla, hay una alta incidencia de daltonismo entre sus pobladores.

Existen muchos estudios al respecto, pero el problema subyacente es el mismo a través de todos los ejemplos: un acervo genético pequeño. Las raras enfermedades genéticas usualmente son el resultado de dos copias de genes que son pasados por la madre y el padre. Si esos padres también son hermana y hermano, es mucho mas probable que los genes serán similares. El problema después se propaga a través de generaciones.

Y eso no es todo. La diversidad genética permite que las especies superen problemas y consigan adaptarse a los cambios del entorno y eso es precisamente lo que se pierde cuando parientes se reproducen. También se sabe que la endogamia afecta la calidad del esperma.

Hasta ahora las cosas no se ven muy bien, pero sí habría esperanza para estos nuevos pobladores de la Tierra. La historia de la civilización humana muestra que pequeñas muestras de sobrevivientes han conseguido crecer en numero y superar las probabilidades detrás de la genética: por ejemplo la comunidad de los huteritas en Norte América desciende de sólo 18 familias.

“La evidencia para los efectos a corto plazo de una diversidad genética pequeña es muy fuerte, pero todas estas cosas son probabilísticas,” dice el antropólogo John Moore a la BBC, quien trabaja en conjunto con la NASA investigando como los seres humanos podrían colonizar otros planetas. "Hay historias de increíbles viajes de vuelta del borde del abismo - todo es posible."

El juguete más peligroso de la historia



Tal vez te suene el mítico nombre de AC Gilbert. Fue líder y responsable de una de las empresas de juguetes más importantes del mundo, la AC Gilbert Company. A él le debemos por ejemplo los clásicos juegos de construcción, muy parecidos al clásico Meccano.

Los niños del principio del siglo XX, podían jugar a ser científicos, biólogos, a ser magos o por qué no, a tener su propio laboratorio de energía atómica. Así era. A pequeña escala, desde luego, pero uno podía tener en aquella época materiales como nitrato de sodio, cloruro de amonio y cloruro de cobalto, algunos de aquellos kits incluso, venían con diferentes tipos de cianuro.

Estábamos en los inicios de las empresas jugueteras, todo hay que decirlo. Ahí donde las medidas de seguridad infantil brillaban por su ausencia. Medidas, que poco a poco vendrían con los años. Pero sin lugar a dudas no deja de llamarnos la atención el realismo de los famosos juegos del señor AC Gilbert.
De la magia a la realidad: el juguete más peligroso del mundo

A.C. Gilbert fue todo un pionero, no podemos dejar de reconocerlo. Dio una excelente vuelta de tuerca a la industria del juguete y trató a los niños de un modo diferente. Los niños podían de pronto jugar a ser adultos y aprender. Acercarse de modo sencillo a la ciencia, a la tecnología, a esos medios en los que los adultos se ganaban la vida. Ciencias que, de algún modo, hacían avanzar un país.
Era fascinante. En su set de biología, por ejemplo, aportaba auténticos insectos – e incluso partes de ellos- listos para analizar. El de soldados de plomo, por ejemplo, costaba solo $6.5 dólares y permitía a los niños fabricar sus propios soldaditos con metal fundido, no tenían más que calentarlo a 200 grados Celsius y arrojarlo en unos moldes incluidos. ¿Se advertía en los paquetes de algún tipo de riesgo? En absoluto. ¿Se señalaba a partir de qué edad era apropiado utilizarlo? Tampoco.

Uno de los kits que más furor tuvo entre los niños fue el de “Energía nuclear”. En ellos, los más pequeños podían hacer increíbles experimentos químicos calentando y mezclando diversos productos como nitrato de sodio, cloruro de amonio y cloruro de cobalto, e incluso cianuro. Había además un folleto con un curso sobre cómo encontrar su propio uranio. Increíble ¿verdad?
Finalmente el juego fue retirado del mercado por el claro riesgo para los niños. Pero la fama ya estaba prendida y fue tal la expectación y el éxito creado alrededor de estos kits, que a día de hoy son muchos los coleccionistas que los buscan y que están dispuestos a pagar altísimos precios por ellos.

Así que busca en el desván de tus padres o abuelos, quien sabe si en algún rincón lleno de telarañas y polvo, dispones del famoso juego Gilbert U-238 Laboratorio de Energía Atómica.

viernes, 15 de enero de 2016

Por Un Mundo Fácil. Glovo: El Paraíso De Los Vagos

Queridos vagos y vagas del mundo, hoy vamos a alegraros el día. Sí, os vamos a sacar una sonrisa que la recordaréis en cada uno de esos momentos en los que moverse da un palo tremendo pero en los que está en juego vuestra felicidad. Por si todavía no sabéis por dónde vamos, nos referimos a esas noches de fiesta en casa en las que el espabilado de turno falla, no queda hielo para los cubatas y alguien tiene que mover el culo para ir a buscar más al chino. Pero también nos referimos a esos domingos de sofá en los que miras con temor el último piti que se asoma por la cajetilla de tabaco y no hay ningún bar abierto a menos de 1 kilómetro de tu casa. Pues bien, a partir de ahora podréis dormir tranquilos: Glovo llega para hacer que vuestra vida sea aún más bella de lo que ya es. Y más sencilla.

Lo resumiremos en una frase: Glovo te compra y te trae cualquier cosa de tu ciudad. Una nueva app que lo está petando y cuyo único fin es hacer que tu único esfuerzo sea disfrutar del pedido que hagas. ¿Que estás a punto de mojar y te das cuenta de que no te quedan condones? No hay problema, campeón, haces el pedido por Glovo y en menos de 60 minutos los tendrás en la puerta de tu casa. Mientras tanto, puedes aprovechar para practicar más preliminares; o no, quizá mejor opta por un masajito, que 60 minutos de preliminares para una mujer es un “me caso”. Cuidado con eso. ¿Que te has olvidado el móvil en casa? Glovo es la solución. Tú eliges: un glover te trae el móvil o un agente de la Interpol contratado por tu novia te trae a casa después de varios WhatsApps sin contestar.

Chocolate en noches depresivas, birras (nunca son suficientes), o incluso ese mítico McDonald’s que todo el mundo quiere pero nadie quiere ir a recoger… Glovo será el amigo encargado de pringar. Lo sabemos, parece una locura, una locura perfecta de un mundo ideal. Y como guinda del pastel, tú mismo puedes ser un glover, ya que es una comunidad abierta y sin fronteras, así que cuando no tengas nada que hacer con tu vida (que eso últimamente está de moda), apúntate y vete por el mundo a servir, ayudar  y conocer caras nuevas. Quién sabe, quizá en uno de esos pedidos de hielo te abre la puerta el hombre de tu vida. O en uno de esos pedidos de condones… acabas uniéndote a la fiesta. Todo puede ser en esta vida. ¡Todo!

Cuando El Éxito Se Vuelve Insignificante

¿Por qué todos buscamos el éxito? Pues porque nos da la confortable sensación de ser productivos y de que estamos haciendo algo valioso con nuestra vida. Y sí, sin duda alguna, tener metas claras para alcanzar ese éxito es algo deseable. Levantarse cada mañana para trabajar por un mejor futuro le da sentido a nuestra vida.

Pero la idea del éxito nos ha enseñado a estar siempre insatisfechos, llegando al punto de ignorar nuestros logros más importantes, pues al alcanzar una meta, ya estamos pensando en la siguiente. A pesar de que la vida te regala a cada instante razones para sentirte pleno, no lo disfrutas porque estás demasiado ocupado pensando en cuál es el siguiente paso que debes dar.

En tu cabeza, tu mayor obligación es tener cosas mejores que antes, aunque realmente estas cosas no te despierten emociones intensas ni te hagan sentir exitoso. Si lo piensas detenidamente, solo te estás concentrando en los destinos que debes alcanzar, sin disfrutar del viaje, sin hacer una parada de vez en cuando para alegrarte por lo que has alcanzado.

Estás viajando sin encontrar una perspectiva de lo que eres en este mundo, ajustándote a metas impuestas por una única forma de ser exitoso. Saltas de meta en meta en una carrera insaciable que siempre va a demandar más de ti y que nunca te va a dar un descanso.

De repente, tu vida se convierte en un videojuego en el que vas desbloqueando logros, consiguiendo insignias, medallas, mejoras de personaje y nuevos niveles para jugar. Tu mayor interés consiste en acumular y exhibir estos logros, que poco a poco se vuelven insignificantes, ya que son impuestos por el juego, no son cosas que tú quieres lograr. En medio de tantos objetivos, comienzas a desviarte del único importante: disfrutar la experiencia de jugar por jugar, por divertirte, pasarlo bien sin importar qué tan bien o mal lo hagas.

Has aprendido que el dinero te permite acceder a mejores experiencias, pero al tenerlas, no las disfrutas. En el afán de lograr y ganar más, te estresas y te pones ansioso, te preocupas, no duermes bien, comes cualquier cosa, evitas compromisos sociales que te quitarán tiempo, te desconectas del presente, de tus emociones. En fin, destruyes tu salud para obtener un dinero que nunca será suficiente para recuperar el tiempo y el bienestar perdido.

¿Qué sucedería si no tuvieras que cumplir ciertas metas para que los demás te reconocieran como una persona exitosa? ¿A qué dedicarías tus esfuerzos?

Cuando contemplas lo que verdaderamente implica ser exitoso, descubres que hay muchas formas de serlo, y que no solo se es exitoso a nivel profesional o laboral, sino también a nivel personal, familiar o de pareja. Pasamos el 99% de nuestro tiempo esforzándonos por una meta y tan solo el 1% de nuestro tiempo consiste en la meta en sí.

Si disfrutásemos del viaje y del esfuerzo, caeríamos en la cuenta de que no es el destino lo que importa, sino todo lo que hacemos para llegar a él.

Lo Que Más Me Gusta De Ti Es Que Eres Tú

Cuando empezamos una relación, a menudo nos preguntan qué es lo que nos gusta de la otra persona, si es su sentido del humor, su sonrisa, su manera de hablar… Normalmente, uno no sabe qué contestar cuando está enamorado. Es todo y es nada. Ni siquiera sabes qué es, porque no es algo racional ni lógico. Obviamente, te encanta su sonrisa, su mirada, su voz, sus manos… y una lista inacabable de detalles de su físico y su personalidad, incluso su forma de hacer cualquier cosa por tonta que sea, ya que en ese estado de embriaguez emocional todo sobre la otra persona te parece maravilloso.

Pero cuando pasa esa fase inicial del enamoramiento, empiezas a ver matices en el otro, incluso sus defectos. Además, vives situaciones diferentes y no siempre brillan esas cualidades que viste tan claramente al principio. Le ves enfadado, triste, nervioso, inseguro, cansado… Habrá días en que no sonría con esa boca que te enamoró, ni saque a relucir ese sentido del humor tan agudo que tiene y tanto te gusta. ¿Qué pasa si deja de hablarte al oído como hizo la primera noche, o si pierde ese cuerpo tan atlético que tenía cuando os conocisteis?

Las personas no cambian nunca del todo, excepto en cuanto a sus células, que según los científicos nos hacen completamente nuevos cada siete años. Lo que está claro es que muchas cualidades seguirán ahí, pero no todas estarán ni brillarán siempre con la misma intensidad. Por eso podemos querer a alguien aunque se opere la nariz, por mucho que nos enamorase antes de operarse, y podemos seguir incondicionales aunque el otro pase una temporada más triste de lo normal, o se encuentre cansado.

Quien te quiere de verdad, sabe ver tu fuerza cuando te muestras más frágil, y tu belleza cuando asoma todo tu dolor.
Es muy cómodo estar cuando todo va bien, y a menudo, si siempre nos mostramos perfectos e incorregibles, no podremos saber si el otro nos quiere por lo que somos o por interés. Precisamente, en esos momentos, cuando no todo es tan fácil y perfecto, cuando no conectáis con la misma intensidad que muchas noches en que sí lo habíais hecho, es cuando demostramos que nos queremos, que nos gusta el otro por ser quien es, ni más ni menos.

Si Haces Las Cosas A Medias, No Esperes Resultados Brillantes

¿Cuántas veces has dicho “así está bien”, pero por dentro algo te dice que pudiste hacerlo mejor? Esa voz fastidiosa que te recuerda que todavía tenías más para dar y a la que no quieres oír porque “para qué dar más si nadie lo va a notar”.

Personalmente, la definición que más me ha gustado y que me parece acertada sobre lo que es un “mediocre” es la siguiente: alguien que hace las cosas a medias. Sí, mediocre es aquel que se conforma con no dar lo mejor de sí, y que acepta que su capacidad está en un estándar promedio. Que aun sabiendo que puede multiplicar al infinito su energía y elevar su talento a la enésima potencia, él prefiere quedarse con un “así está bien”.

El mundo está lleno de ellos y hay que ser sinceros: no los necesitamos. No necesitamos ser de su equipo ni los necesitamos en el nuestro, porque lo echarán todo a perder. Cualquier cosa que puedan dejar de hacer -que les parezca “sin importancia”- la dejarán tal cual o -si acaso mueven un dedo- terminará mal hecha. Se les nota en el paso, caminan con flojera, miran con indiferencia; quieren recibir todo a cambio de no dar nada, o en el mejor de los casos, dar lo mínimo que puedan.

Su desinterés es tal que es contagioso al mismo tiempo que causa desprecio. Seres que andan por el mundo sin propósito, llevados por la corriente que les haga el favor de empujarlos hasta la próxima parada, aunque no saben para qué. Esos que viven de lo regular, de lo “normal”, en cuyas cabezas no entra más que aceptar todo como es, no intentar cambiar nada y poner el menor empeño.

¿Y quién va a conseguir resultados brillantes si se pasa la vida haciendo las cosas a medias? ¡Nadie! Porque para dejar huella, para provocar cambios, para tener éxito y lograr crear lo que nadie más  ha creado, hay que dar todo lo que tenemos en todo momento y nunca dejarlo “medio terminado”. Lo mejor de mí debe quedar en cada huella, que la firma que plasmo en mi trabajo tenga el sello de calidad que afirma que está terminado; y que si bien todo puede mejorarse hasta el infinito, estarás ahí para descubrirlo y no para medio retocarlo.

Aléjate de todos esos cuya satisfacción son las cosas promedio, que se sienten tranquilos con resultados que no son los deseados; esos que se reconocen cuando te dicen cosas como “déjalo así, ¿para qué vas a trabajar de más?”, porque creen que -como otros no lo notarán- se pueden entregar esos malos resultados.

¿Quieres mostrar tu talento? ¿Que otros lo reconozcan y ganarte la vida haciendo lo que siempre te ha gustado? Haz el compromiso contigo mismo de no ser nunca un mediocre que todo lo deja por la mitad; que cuando nadie lo está viendo, aprovecha para hacer las cosas mal. Salte de la fila de los anormales promedio y, en cada cosa que hagas, rétate a ti mismo, desafía tus propios talentos y verás lo brillantes que podrán llegar a ser los resultados.