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sábado, 23 de abril de 2016

Cuernos Emocionales O Cuando Se Es Infiel 'Solo' Con El Corazón

En principio, no es lo mismo, vale. Pero, si lo piensas, y sobre todo, si te pasa; entonces, sí que empieza a ser muy pero que muy parecido. Cuando no peor. Es cierto que en los cuernos emocionales no hay algo evidente de lo que tener que arrepentirse o echar en cara, pero algo, llámalo equis, hay.

Y si no, ¿cómo se llama a esos tres meses en los que tu pareja se mensajea cada diez minutos con la misma persona? ¿Y cómo se llama cuando ese mensajeo comienza a ser un tonteo, cuando se llena de puntos suspensivos y emoticonos sonrojados? ¿Y cuándo pasa a ser un desvelo nocturno pensando en un “¿y si…?”? Eso, si no que venga dios y lo vea, son cuernos. Emocionales, pero cuernos, al fin y al cabo.


Y aun así, no son lo mismo. Y cuando se lo eches en cara a él, cuando se lo recrimines a ella, siempre podrá decirte que eso son tonterías, que no ha hecho nada, que cómo puedes dudar así de tu pareja. Y entonces dudarás de ti, porque sentirás que tienes derecho al enfado y a la preocupación, pero no tendrás el aparente motivo para hacerlo, esa bomba de relojería que es dormir en sábanas ajenas.

Aun así, los cuernos emocionales duelen. Quizá incluso más que los físicos. Porque los físicos, dicen por ahí, pueden ser un descuido, una equivocación etílica. Algunos los perdonan. Otros incluso llegan a olvidarlos. Pero los cuernos emocionales llevan aparejada una premeditación y continuidad que no deja muchos resquicios para el olvido.


Porque la mente, que es muy cabrona, empieza a hacer un recuerdo de todos los días de todas las semanas de esos meses y uno empieza a no entender nada, o a entenderlo todo. Y duele. Duele la manera de bloquear la pantalla del móvil cuando tú te acercabas, duele aquella cena con amigos que se pasó hablando por teléfono en la puerta del bar; duelen las dudas, la dedicación al otro, los puntos suspensivos y los malditos emoticonos sonrojándose.

Además, los cuernos emocionales son doblemente perversos. Por un lado, la misma traición de toda intimidad ultrajada, la hiel del tonteo que no es contigo. Pero tiene una parte todavía más cruel: la duda de por qué se ha quedado solo en cuernos emocionales. ¿Por qué él, ella, no ha decidido materializarlo? ¿Por qué no ha perpetrado un engaño de los de toda la vida?


Esa es la esperanza a la que agarrarse. Porque si hubiera querido cometer una traición al uso, ya lo habría hecho, ¿no? Si tuviera claro que quiere dejar vuestra relación, ya lo habría hecho, ¿no?, y si no te quisiera, no estaría intentando disculparse de todas las maneras posibles, ¿no?

Puede que sin ser lo mismo, los cuernos emocionales sean mucho más. Son la prueba de que algo falla, de que algo falta. O tal vez, dicen otros, solo sea un aviso. Quizá una manera de llamar la atención. Quién sabe. Como para la mayoría de las cuestiones de pareja, la respuesta depende solo de vosotros dos.

Manual Feliz De Buenos Tratos En Pareja

Sería fantástico que al empezar las relaciones un angelito nos diera un pequeño manual de buenos tratos. Consejos cargados de cariño y de afecto para marcarnos la dirección correcta hacia las rutas salvajes de una relación sana y llena de amor; amor del bueno. Nos vendría bien para no cagarla tanto y tenerlo siempre a mano para poder recurrir a él cada vez que nuestro demonio interno quiera salir a la luz. Como no existe, habrá que inventarlo, así que te presentamos una relación de consejos muy útiles para que la alegría sea el centro neurálgico de tu relación.

Bésale mucho

Besar siempre es especial y le da un chute de adrenalina y vidilla a la relación pero es que mientras más apasionado sea el beso más endorfinas se liberan, por eso el beso tiene un efecto similar a una dosis de morfina; una catarsis de placer puro y duro. Tómatelo enserio porque la saliva que se genera en un buen beso limpia tus dientes, disminuye la placa bacteriana y previene la caries; y además está comprobado que un beso intenso te ayuda a adelgazar quemando hasta 12 calorías por minuto cada vez que lo das y lo recibes.

besos codigo nuevoConsejo: Deja salir todos y cada uno de los besos que aparezcan al día, se merecen una larga vida de placeres entre caricias, mordiscos y grandes deseos carnales. Los besos son seres vivos con una clara misión, ser uno de los pilares fundamentales del éxito de tu relación. En esto no se ahorra, se derrocha.

Aprende a desaprender

Puede que este ejercicio sea el único que te ayude en todas las fases de tu idilio de amor. Una rutina de improvisación marcada por la incertidumbre de conoceros sin juicios previos ni experiencias anteriores. Deja la mente en blanco, se tu propio libro, reescríbete, subráyate, añade las páginas que quieras y arranca las que duelan. Olvida lo que era para darle la bienvenida a lo que es y puede ser.


Consejo: No sigas los patrones de conducta que simbolizan los estereotipos de la perfección en el amor, porque no existe. Prueba el sushi, ve a una playa nudista o caza gamusinos, porque aunque no lo hayas hecho antes favorecerá el pulso cardíaco de tu historia de amor. 

Fabrica mariposas y chispas todos lo días

Reinvéntate. Enamorarse se practica todos los días, se trabaja duro. La rutina, competencia directa de la magia, se aburre de tanta monotonía; por eso hay que ayudarla contra la depresión y activarla día sí, día también. Sería más fácil si pudiésemos ir al banco de escalofríos en el estómago a coger más cuando se nos terminan; y por qué no, tener una máquina en casa que cocine chispitas para dinamizar el amor. Pero la realidad es que:


Consejo: Incluye la sorpresa y la creatividad en tu nidito de amor como un imprescindible. Escribe una frase en la pared de la calle donde trabaja, prepara un buen baño para dos o llena el techo de la habitación con la constelación de Orión.

Elimina los ‘peros’

El ‘pero’ es una de las palabras más furcias de la relación. Se encuentra cómoda mientras la dejas vivir, por eso hay que dinamitarla, hacerla estallar y celebrar una revolución libre de excusas, pretextos o evasivas. Hemos venido a querernos, así que aceptemos que en el caos está la sencillez, en el conflicto la armonía y en el medio de la dificultad, la oportunidad.


Consejo: No dejes para mañana todas las cosas bonitas que tienes que hacer, vivir o decir hoy con tu pareja, tu amante, tu amigo, tu partner in crime. Y cambia las salidas cobardes por entradas triunfantes, el mal humor por sonrisas, el desasosiego por ganas. Porque la finalidad es hacer que este amor perdure en el tiempo, cuidando su evolución y trabajando siempre por que merezca la alegría, no la pena.

No Sé Por Qué Estoy Contigo Si En Realidad No Nos Une Nada

Llevas saliendo con él varios meses. No sabes muy bien cómo empezó la cosa. Seguramente teníais algún amigo en común, o coincidíais a menudo en alguna parte, o simplemente os encontrasteis en la puerta de un bar y compartisteis fuego.

Probablemente te llamó la atención su voz o te ganó con algún comentario ingenioso o te gustó cómo movía las manos o la manera que tenía de mirarte, como si te sobrara toda la ropa. El caso es que te llamó la atención y tú a él también e intercambiasteis vuestros teléfonos y decidisteis quedar y se supone que ibais a ver una película pero el plan acabó de forma diferente. Así suelen empezar estas cosas.


Y el primer día fue bien. No era magia pero era agradable y te dijiste “¿por qué no?” y volviste a verlo y los días se convirtieron en semanas, y luego se volvieron meses y los meses se tornaron costumbre. Y, sin haberlo decidido realmente, hacéis vida de pareja y de repente te encuentras sentada en su sofá comiendo otra vez comida china mientras veis otra película o un capítulo de algo porque, si te paras a pensarlo, no tienes mucho de lo que hablar con esa persona.

Es en ese momento en el que te das cuenta de que llevas varios meses saliendo con un absoluto desconocido y que has estado tan ocupada en convertirlo en tu novio que se te ha olvidado averiguar quién es en realidad.

En ese momento, claro, te entra cierta angustia existencial y te da por recuperar el tiempo perdido. Empiezas a contarle tu nefasto día o uno de tus pequeños traumas de la adolescencia (todos tenemos traumas de la adolescencia) esperando que él se abra y, de ese modo, tranquilizarte: si él te cuenta lo nefasto de su día o uno de sus traumas de la adolescencia, significará que tenéis una conexión profunda que va más allá de la comida rápida y la afición a la serie de turno.


Pero cabe la posibilidad de que él te mire con cara de susto y una ristra de tallarines colgando de la boca. Es muy probable que expida un “ah” ahogado, que sostenga un rato la mirada para cerciorarse de que has acabado tu perorata y que, después de unos segundos de silencio expectante, vuelva el rostro a la pantalla sintiéndose muy incómodo.

Y entonces tu angustia existencial se tornará certeza: estás saliendo con un desconocido. No sabes nada de él y, si eres sincera contigo misma, tampoco te ha interesado mucho averiguarlo. Te gustó un comentario ingenioso, un movimiento de manos y el calor de su cuerpo. Y está claro que, más allá de la compañía, él tampoco busca mucho más en ti. Y en ese momento caes en la cuenta: a lo mejor no sabes cómo empezó la cosa, pero sabes muy bien cómo va a acabar. Porque sí, ha sido agradable, pero no ha sido real. Y, la próxima vez que estés con alguien, procurarás por todos los medios que sea por una decisión y no por una mezcla de soledad e inercia.

Sola Llegaría Más Rápido Pero Contigo Quiero Llegar Más Lejos

Todos hemos estado alguna vez en la típica situación con amigos en que no se consigue decidir a dónde ir a cenar. Cuando ves que el consenso aún no llega y tu estómago cada vez avisa más fuerte del hambre que tiene, piensas: “¿de verdad es tan difícil salir a cenar?” y te tienta la idea de irte solo al cine, y que los demás pierdan su noche pensando en lo que quieran.

Pasan los años, y empiezas a darte cuenta de que con la pareja pasa lo mismo: no te cunden igual los fines de semana, y ni sabes por qué. Los que tienen hijos aún lo tienen más difícil cuando salen de casa: que si cochecito y que si todo el lío. Al final se va volviendo más y más difícil coger velocidad, con esa energía que solías tener y lo rápido que fluía todo cuando vivías por tu cuenta y riesgo…


Entonces, caes en la cuenta de que ir acompañado no es solo hablar por la noche para contaros qué tal el día, apoyarte en su hombro para llorar o compartir la manta y las palomitas en el sofá. Tener pareja es también hacer equipo; estar dispuesto a ceder unas cuantas veces, y a perder muchísimas horas, sobre todo al principio, para expresarte, escuchar al otro y conoceros cada vez mejor.

Perder 1 día puede hacer que ganes 100 a la larga

Con el tiempo, aprendes a coordinarte, y la distancia entre la decisión y la acción se reduce bastante, como te pasó contigo mismo, que al principio ni sabías qué querías en la vida y llega un momento en que sabes exactamente lo que quieres con los ojos cerrados.


Lo que pasa es que por mucho que hagamos por entendernos, siempre seremos personas distintas. Por eso habrá muchas veces en que no se harán las cosas como a nosotros nos gustaría. De hecho, si la relación está compensada, seguramente el 50% de las veces no hagas lo que te gusta con tu pareja. Puede que hayas encontrado a alguien que comparta muchas afinidades contigo, y en ese caso habrás hecho una buena elección de compañero de equipo.

En todo caso, es cierto que si vas solo llegas antes y todo es más fluido y fácil, pero a menudo te pierdes experiencias increíbles. Piensa en esa noche que improvisaste y conociste a aquella persona, o en el viaje en que no ibas con todo programado y te cambió la vida.

Muchas veces en la vida, cuando intervienen factores externos o decisiones de otros, nos ponemos nerviosos y sentimos que perdemos el control, pero hay que aceptar que no siempre podremos prevenir cualquier situación, y que a menudo en los momentos más inesperados es cuando tenemos experiencias maravillosas, y seguramente si siempre llevásemos nosotros las riendas al cien por cien, nos perderíamos gran parte del encanto de estar vivos.