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domingo, 25 de enero de 2015

10 Claves Para Saber Si Tienes El Espíritu De Un Niño De Cinco Años Y Te Enorgulleces De Reconocerlo

¿Que tienes 30 años? No importa. Ah, que tienes 40. Da lo mismo. Sigues teniendo el espíritu de un niño de cinco años, ¡y que dure! Y que vivan todos los que son como tú. Bueno, vale, si no fuera por las personas responsables y formales, puede que el mundo se viniera abajo. Sin embargo, nosotros creemos que ambas cosas pueden ser compatibles sin problemas, así que no hay porque sentirse culpable. Al revés.

A continuación, te explicamos 10 claves que delatan a todo buen Peter Pan. ¿Te identificas con alguna de ellas? Si es así, enhorabuena.

1. Sigues siendo un adicto a las gominolas
Platanitos, moras, nubes, con o sin pica-pica… conoces todas las categorías y subcategorías de gominolas. Eres un consumidor compulsivo de “chuches” reconocido y a mucha honra.

2. Fan a muerte de Pixar
No te pierdes ni una de sus películas. Te emocionas, ríes y lloras sin complejos viéndolas una y otra vez siempre que tienes ocasión aunque te las sepas de memoria. Bravo por ti, porque el arte y el buen gusto no entiende de edades.
3. No sueltas el mando de la Wii
Cuando el sobrinito o el primo pequeño de turno te deja jugar a su consola (piensa en el videojuego más infantiloide que se te ocurra), no sueltas el mando ni con agua caliente.

4. Quieres dibujitos en los libros
Antes de comprar un libro echas una ojeada rápida para asegurarte de que el libro tiene ilustraciones. Ah, y también te fijas en el tamaño de letra. Mejor si es bien grande.

5. Matarías por la cereza
Cuando estás en un cumpleaños y sacan la tarta a la mesa, fijas en cuestión de segundos como objetivo principal la guinda del pastel. Ruegas por favor que te la den a ti, y si finalmente no es así, te pillas un buen berrinche.

6. No sin mi colchoneta
Eres un fan sin concesiones de las colchonetas (y más si tienen forma de animal, tipo tiburón o cocodrilo), los balones de Nivea, las raquetas y demás mamotretos de playa. Si te los olvidas sin darte cuenta, ya no disfrutas lo mismo del día.

7. Amas a Bob Esponja
En secreto y a escondidas ves series como Bob Esponja, Hora de aventuras, Doraemon y un largo etcétera de dibujos animados. Por supuesto, compras también el merchandising relacionado.
8. ¿Dónde están las tiras cómicas?
Cuando llega a tus manos un periódico, pasas directamente a la sección de los pasatiempos para leer las tiras cómicas. Pasas de la política, los deportes y la economía… ¡tú sí que sabes!

9. “¡Está nevando!”
Un día de invierno. Te levantas por la mañana, miras por la ventana y… ¡milagro! ¡Está nevando! Llegó la felicidad suprema. En dos décimas de segundo estás equipado con el abrigo, los guantes y la bufanda y estás en la calle intentando hacer muñecos de nieve (sin demasiado éxito).
10. Nada de calcetines
Cuando llega tu cumpleaños o el día de reyes, no quieres regalos prácticos. Lo que quieres son cosas que molen. Nada de calcetines, camisas y demás regalos aburridos; lo tuyo son los videojuegos, las tablets y otros aparatejos que hagan ruido y tengan colores.

¿Creciste En Los Años 90? Te Damos 8 Razones Para Sentirte Orgulloso

Si eres uno de esos mileniales que ya se acerca a los 30 tacos, ello quiere decir que te criaste y creciste en la década de los 90. Mucho se habla sobre los 60, los 70 y los 80, pero poco de los años 90, como si no tuvieran nada digno de ser recordado con nostalgia.

En este artículo vamos a demostrar que esto es falso. En los 90 hubo cosas que molaban mucho… bueno, también algunas que no molaban nada. En todo caso, ¡reivindiquemos los 90!

Las zapatillas con lucecitas
Ahora nos parecen una horterada total, pero aquellas zapatillas que emitían luces rojas al pisar eran todo un triunfazo. Tenerlas era igual a molar. Después cayeron en el olvido y nunca más se supo de ellas. Quién sabe, quizás los hipsters decidan volverlas a poner de moda.

Los cromos de Toi
El simpático marcianito verde, llamado Toi, estaba hasta en la sopa, ya fuera en forma de cromo con el Bollycao, de chapa o de parasol para los coches. Tirando siempre del mismo juego de palabras (“toi” podía interpretarse como “estoy”, lo que daba lugar a bromas como “toi durmiendo”, “toi atontao” y un largo etcétera de estados absurdos), Toi era todo un icono de los 90. ¿Qué habrá sido de él?
Jurassic Park
La primera de todas, dirigida por Steven Spielberg y con unos efectos especiales que quitaban el hipo. Los que la pudimos ver en el cine siendo niños no hemos podido olvidar la experiencia de ver aquel Tiranosaurio Rex gigantesco paseándose a sus anchas por la pantalla. Luego vinieron más entregas (la cuarta, Jurassic World, está a punto de estrenarse), pero en ninguna de ellas los dinosaurios nos han parecido tan reales como en la primera.
Arnold Schwarzenneger
El careto anguloso y los bíceps con el diámetro de una cabeza de vaca del bueno de Arnie ocupaban los carteles de todos los cines, con su apellido impronunciable en letras inmensas. A veces (pocas), con grandes películas que se han convertido en referentes, como Terminator 2; a veces, con bodrios infumables pero éxitos de taquilla, como Poli de guardería. Después se metió en política, se convirtió en gobernador de California, tuvo varios escándalos sexuales, y Arnie ya nunca volvió a ser el mismo… y su entonces hipermusculado físico tampoco.
Las zapatillas Victoria
Las zapatillas Victoria, a diferencia de las zapatillas con luces, eran las que ningún niño quería. Eran poco llamativas y simplonas, y su diseño no tenía nada que hacer frente a los de marcas como Adidas o Nike. Ahora, sin embargo, están más de moda que nunca entre los hipsters. Bravo por ello, porque finalmente se ha hecho justicia a unas zapatillas que eran bien monas.

Super Nintendo vs Megadrive
A principios de los 90, cuando los videojuegos estaban hechos a base de sprites en lugar de polígonos, y cuando en lugar de conducir por enormes ciudades atropellando a los peatones lo máximo que podíamos hacer era ir de izquierda a derecha, la Super Nintendo y la Megadrive eran las reinas indiscutibles. Sonic, Mario y Donkey Kong cortaban el bacalao en aquella época dorada.

La “Play”
Pero algunos años después, allá por el 95, llegaron las míticas Sega Saturn y, sobre todo, la PlayStation. Aquellas videoconsolas marcaron un antes y un después en la forma de hacer y entender los videojuegos y, aunque vistos ahora, algunos de sus juegos nos produzcan dolor de ojos, muchos títulos consiguieron guardarse para siempre un lugar en nuestro corazón.

Los Simpson
A principios de los 90, en la cadena pública española, empezó a emitirse esta serie que ya desde el principio nos enamoró a todos. A los adultos por su humor ácido sin precedentes; a los más pequeños (que entonces no entendíamos nada), por sus originales personajes de color amarillo. Fue entonces cuando llegaron las horneadas con los mejores capítulos de la serie, algunos realmente míticos y que nada tienen que ver con las temporadas más modernas, bastante irregulares y a veces mediocres.


Los Gilipollas En Las Fiestas. El Arte De Dar Por Culo Al Personal

Parece que en los bares, discotecas y festejos populares nocturnos en general haya más gilipollas por metro cuadrado que en ningún otro entorno, pero esto es solo una ilusión. Algunos gilipollas son capaces de disimular su condición en interacciones breves que suceden durante la vida diurna, por lo que no nos resultan molestos al cruzárnoslos en una tienda o en una sencilla conversación de ascensor. Sin embargo, son incapaces de contenerse cuando se les libera en una fiesta: solo hacen falta un mínimo de tres copas y una luz tenue para que su verdadera personalidad salga a relucir poniendo a prueba la paciencia de los presentes.

Hay muchas cosas molestas que todos solemos hacer cuando vamos un poco pasados de rosca. Lo increíble del gilipollas en las fiestas es que no peca de una o dos de ellas, él es capaz de realizar cada una de estas mierditas en una sola aparición y bordarlas todas. El tema de la escasez de equilibrio, las danzas exóticas y el riego automático con su cubata a todo el que tenga alrededor todavía resulta excusable (son gajes del oficio fiestero), aunque hay que decir que en el caso de estos individuos son capaces de hacer un arte de ello.

Lo que hace al gilipollas un ser realmente fascinante es su seguridad a la hora de interpretar multitud de papeles a la vez: puede creerse al mismo tiempo político, psicólogo, filósofo y poeta. Le importa bastante poco o nada que a nadie le esté interesando lo que dice, el gilipollas es perseverante y tiene unas cuerdas vocales dignas de un pregonero, lo repetirá las veces que haga falta y al volumen que sea necesario. El gilipollas brilla especialmente cuando intenta ligar, se cree un seductor, y su táctica preferida es la del psicoanálisis de bombardero. Le encanta sentarse junto a alguien y jugar a ser Freud, soltando traumas y facetas ocultas, tratando de establecer una conexión súper profunda con la persona abordada. Puede dedicarse a ello horas si nadie lo detiene. No tiene ni puta idea de lo que dice, pero sabe que si sigue insistiendo en algún momento acertará con algo. Es una estrategia de desgaste. En alguna ocasión una frase acertada sobre ex parejas o problemas con los padres le han llevado al éxito fácil, por lo que nunca pierde la esperanza.

Su enorme ego y los excesos químicos limitan bastante su capacidad empática por lo que, generalmente, tiene dificultades para percibir que su compañía no está siendo grata. Y si se da cuenta de que sobra, se la suda por delante y por detrás. Está demasiado encantado de haberse conocido, disfruta mucho escuchándose hablar. No está claro cuando pasa de pensar “Joder, soy un puto galán, lo estoy petando” a “Mi vida es una inmensa mierda. Esta gente parece feliz, voy a reventarles la fiesta”. Pero lo que es seguro es que, si nadie se lo impide, será el último en desalojar el lugar.

Así que recordad, los gilipollas son como los embarazos, es mucho más sencillo evitarlos que quitárselos de encima después. Probablemente ese “infraser” haya sido invitado por algún amigo tuyo, por lo tanto la violencia física no es una opción, así que saca a pasear a tu repertorio de borderías selectas y despacha al chapas nada más acercarse. Mantener alejados a los gilipollas es un talento que se perfecciona con el tiempo, no desesperes, cada nueva fiesta es una nueva oportunidad para mejorar.

Verdades Y Mentiras Sobre La Compañera De Fiesta Más Hija De Puta: La Resaca

Por fin se han acabado las navidades, y si has conseguido llegar vivo al día de hoy solo podemos darte la enhorabuena. Has sobrevivido a comilonas extremas, cenas de empresa y a la noche de fin de año, todas ellas fiestas regadas en bebidas alcohólicas de todo tipo.

Y, claro, si hablamos de borracheras no podemos evitar referirnos a la resaca, esa compañera de viaje tan hija de puta de las mañanas post juerga. En torno a la resaca y cómo evitarla existen muchos mitos. Pero atención, porque muchos de ellos son falsos. Y es que, desgraciadamente, parece que el remedio infalible contra la resaca no existe.

Una cervecita por la mañana y adiós resaca
Es uno de los rumores más extendidos, y aunque para muchos sería la coartada perfecta para seguir dándole al bebercio y alargar la borrachera, científicamente ha sido absolutamente desmentido. Tomarse una copa de vino o una cerveza no te va a quitar la resaca, en todo caso te la empeorará. Sentimos ser nosotros quienes te contemos la cruda verdad…

¿Resaca dulce?
Otro mito dice que la resaca se produce debido a niveles de glucosa bajos en sangre, y que comer algún dulce a la mañana siguiente tras la borrachera puede aliviar los síntomas o incluso hacerla desaparecer. Nuevamente se trata de un mito falso, así que tampoco podrás utilizar la resaca como excusa para ponerte hasta el culo de chocolate. Eso sí, parece que tomar bebidas azucaradas entre copa y copa puede minimizar la resaca posterior, aunque no la evitará.

Hombre o mujer, lo mismo da
La resaca es igual en hombres que en mujeres, igual que los efectos del alcohol. Aunque se suele creer que las mujeres tienen “peor beber”, el alcohol afecta del mismo modo a mujeres y a hombres; esto quiere decir que las copas “subirán a la cabeza” igualmente sin importar el sexo. Cómo reacciona el organismo al alcohol dependerá de la tolerancia de cada uno y, claro está, de la cantidad ingerida. Con la resaca, ocurre exactamente lo mismo.

Camarero, una de pierna de cordero por aquí
Otra creencia dice que tomar una cena rica en grasas o pegarse un festín ayudará a tener una borrachera más suave y, por lo tanto, a no tener resaca. Incluso hay quien recomienda tomarse dos cucharaditas de aceite crudo para preparar el estómago. Lo cierto es que los alimentos grasos absorben mejor el alcohol, y pueden ayudarte a que tardes más en notar los efectos de la embriaguez, pero no te engañes, de la resaca no te salvará nadie.

Noches de desenfreno, mañanas de Ibuprofeno
El sueño de cualquier ser humano tras una larga noche de juerga: tomarse una pastillita milagrosa y acabar con ese martillo que te machaca las sienes desde que te despiertas. Pero tal remedio no existe. Sin embargo, parece que los antiinflamatorios no esteroides sí pueden ayudarte bastante a mitigar el dolor de cabeza típico de la resaca (aunque hay que andar con ojo dependiendo de cómo tengas el estómago, porque la cosa puede acabar en tragedia en el baño). Al final será cierto el dicho: “noches de desenfreno, mañanas de Ibuprofeno”.



lunes, 19 de enero de 2015

Por Qué La Vida Es Como Una Arena De Los Juegos Del Hambre

La vida es como una arena de los Juegos del Hambre. A cierta edad un papelito con tu nombre indica que ya eres parte del juego, y de golpe te  encontrarás frente al desafío y lo único que sabes es que tu objetivo es vivir para contarlo.

No será fácil. No solo tendrás que ingeniártelas para buscar dónde pasar la noche, conseguir agua y comida; la cornucopia parece estar fuera de tu alcance y, aunque en este mundo real es muy difícil ser atacado por animales salvajes genéticamente alterados, siempre tendremos que afrontar eternas horas de tráfico o hacernos hueco en el transporte público… Todo eso sin contar al resto de los participantes, que agotarán cada recurso que encuentren y se llevarán por delante todo lo que se cruce en sus caminos; en esta competición llamada vida te encontrarás con gente realmente feroz y unos cuantos “bichos raros”.

Y tú, ¿qué vas a hacer? Si corres lo más rápido que puedas y te escondes hasta que todo termine, solo te convertirás en una foto en el cielo acompañada del cañonazo que indica que el juego se acabó para ti. Así que, si no eres fuerte y no sabes hacia dónde vas, fíngelo. Si te tiemblan las piernas, arréglatelas para correr directo al baño de sangre y pelea por lo que es tuyo, porque a los problemas no se les esquiva, se les ataca de frente y se pasa a través de ellos.

Más importante aún, ¿quién serás? Quizá serás de los que forman alianzas que te permitan llegar lejos, lanzarás flechas por doquier hasta dar en el blanco, usarás tus talentos en un ingenioso plan que te lleve directo a la meta, o hasta podrías fingir ser el más débil e inofensivo para hacer tu movimiento estratégico en el momento perfecto; al final por ahí siempre dicen que en la guerra y en el amor todo se vale.

Quizá no sea tu primera vez en este juego y, por supuesto, tampoco será la última. Poco a poco aprenderás que las convicciones son más poderosas que las armas, que vas más rápido si vas solo pero llegas realmente lejos si vas acompañado, y que el verdadero enemigo siempre es el sistema.

Es hora de entrar a la arena, ármate con tu mejor grito de guerra, que el tour de la victoria te espera y, por supuesto, “que la suerte esté siempre de tu lado”.

Las Trampas De La Popularidad: No Intentes Caer Bien O Caerás

Si bien es cierto que somos seres sociales y que interactuar con otros es para muchos una necesidad, por lograr encajar con otras personas o con un grupo podríamos actuar quizás hasta llegar al punto de no ser nosotros mismos. ¿Cómo lograr agradar sin exagerar?

Existen tantos grupos sociales que cualquier persona podría sentirse identificada con más de uno, incluso si estás encerrado en tu propio mundo ya formas parte de uno: el de los solitarios. No intentamos interactuar con otros por la necesidad de decir “hola” o que nos pregunten “¿cómo estás?”; desde mi concepción, queremos interactuar con otros por el conocimiento, para aprender más y para expresar nuestro propio punto de vista.

No se trata de querer agradar a cualquier persona, sino de agradar a la persona correcta. ¿Quién es la correcta? Esa con la que tienes cosas en común. ¿Quieres agradar? Lo primero que debes hacer es no intentarlo. Ser tú mismo es la clave para construir una relación social sólida, fundada sobre la aceptación y el reconocimiento de tu propia originalidad. No intentes caer bien, te descubrirán; porque cuando tu propósito es que otros te vean con buenos ojos, tus intenciones se han de notar.

Cuando intentamos caer bien tendemos a decir lo que otros quieren escuchar, darles lo que quieren recibir; nos ocupamos más por complacer que por compartir. Cuando la confianza se haya asentado en la relación, volverás a ser tú y si exageraste en tu afán por agradar al principio, al final podrías ser tildado de hipócrita. Repito, no intentes caer bien porque te descubrirán.

Lo segundo que debes hacer es tener claro por qué quieres socializar con esa persona o ese grupo. Muchas veces puede que sea en busca de popularidad, por diversión o porque parecen buenas personas. Si lo que queremos es matar el rato, quizás cualquier grupo podría ser genial. Pero si lo que deseamos es construir una amistad, es indispensable que estemos seguros de que compartimos intereses muy similares, que tenemos creencias y opiniones similares; y por supuesto, que mutuamente deseamos amistad.

Por último y para terminar, presta atención a los hábitos y al comportamiento de ese grupo con el que estás interesado en relacionarte. Muchas veces es común encontrar que la lealtad no es una virtud, que unos suelen hablar a espaldas de otros y que el chismorreo y malos comentarios sobre otros van y vienen. Si alguien que finge amistad con otra persona viene a hablarte mal de ella, seguramente hará lo mismo con otra sobre ti. ¿Quieres caer bien? Entonces demuestra lo mejor de ti.

En la Vida A Veces Se Gana Y Otras No, Pero Siempre Se Aprende

¿Alguna vez te has dicho “no puedo hacerlo, soy terrible para esto”? Frases como esta son los peores enemigos de la auto-motivación, y se convierten en la tierra que caerá sobre nuestra tumba, como si nosotros mismos nos estuviésemos enterrando.

En la vida, a veces se gana y siempre se aprende, es así de simple. No hay razones para darnos palazos a nosotros mismos cuando ese artículo que estamos escribiendo, ese informe anual, o ese negocio parecen arrastrarse por el suelo sin poder coger vuelo. Dicen que “el mundo le pertenece a los ganadores”, y esto tiene dos maneras de ser visto: o nos limitamos a creer que tenemos que llegar siempre los primeros o disfrutamos la experiencia prestando atención a cada detalle.

Es muy común escuchar que “quien llega de segundo no será recordado”, pero esta es la posición del que no sabe cazar oportunidades. En cada momento que nos sintamos perdedores, recordemos que repetírnoslo solo extenderá nuestro desánimo y desvanecerá nuestra confianza. Vamos a aplaudir al ganador en señal de reconocimiento por su trabajo, empeño y talento, mientras que para nosotros queda el orgullo de haber dado lo mejor y saber que “sí, puedo hacerlo”.

¿Lo importante no es ganar, sino participar? Cuidado con esto porque puede ser malinterpretado, convirtiéndose en el consuelo para actuar como un mediocre. Ese ganador que hay en ti debe buscar el triunfo en el aprendizaje continuo, en la lucha incansable y en el reconocimiento de que en ocasiones las cosas tomarán un rumbo que al principio costará comprender, pero que con nuestra inteligencia y perseverancia será transformado en una experiencia más que contar, un acierto más que disfrutar y una razón por la cual vivir.

A veces se gana y siempre se aprende, porque en el fracaso hay una gran lección, la lección que nos enseña que “este no es el camino para llegar”. A veces se gana y siempre se aprende, porque cuando las cosas nos salen mal pondremos a prueba nuestra fuerza, energía y disposición para lograr aquello que deseamos. A veces se gana y siempre se aprende, porque cuando fallamos podemos descubrir qué tanto interés tenemos en eso que estamos intentando. A veces se gana y siempre se aprende, porque la vida es así, son lecciones, aprendizajes y cuentos que recordar y compartir.

No hay peor perdedor que aquel que cree ser uno, ese que convierte sus oportunidades de aprender en razones para lamentarse, que cree estar viviendo una tragedia por la ceguera que causa el fallar. Y no hay mejor ganador que aquel que en sus fallos encuentra la inspiración, esas ganas para intentarlo de nuevo sabiendo que simplemente se trata de otra oportunidad para ser mejor. ¿Serás el perdedor que llora o el ganador que aprende cuando falla?

¿Qué Es Ser Normal? Prefiero Arriesgarme Y Apuesto Por Lo Desigual

Vivimos en sociedad, pero como individuos. Los grupos, los equipos, las mayorías; todo aquello que suele mencionarse en plural están formados por cada uno de nosotros. ¿Qué significa ser “normal” en este mundo?

En simple matemática sería sumarnos y luego calcular un promedio. Ese será el patrón que todos deberán seguir si el grupo quiere, y aquellos que se diferencien de los demás serán obligados a “normalizarse” o sufrirán la exclusión. Así funcionan los conjuntos: terminan creando un imaginario cerebro grupal que impone todo, y cada integrante corre el riesgo de ser perseguido por los demás si no obedece.

Pero, ¿quién quiere obedecer? Tal vez recuerdes de tu infancia a algún niño que no haya sido considerado normal, quizás fuiste tú mismo, señalado y acorralado por todos por el simple hecho de comportarte diferente. Te tildan de raro, nadie te comprende, pero todos quieren que “te comportes como los demás”. Y, para tu desgracia, si el grupo así lo desea, trabajará para quitarte toda tu esencia: psicólogos, orientadores, maestros, padres y cuanto grupo de apoyo se puedan inventar con el único propósito de “hacerte normal”.

Tratarán de que pensemos en colectivo y olvidemos lo individual, pero, ¿acaso un colectivo no es más que la unión de individuos? Soy yo, eres tú, es él y ella; cada uno con sus propios intereses, gustos, talentos y deseos. Nuestros sueños son diferentes y nuestras ambiciones también, pero si tenemos que renunciar a ellas para ser aceptados, ¿cómo lo llamaríamos? ¿El grupo de la infelicidad? Porque si no podemos ser nosotros mismos, sin duda que seremos desdichados.

Creer en la minoría y apostar por lo desigual es precisamente preferirme a mí mismo sobre los demás, es entender que cada uno de ellos tiene tanto derecho como yo de tener libertad para perseguir sus propios sueños, y si ellos están felices y yo también, entonces sí hablaríamos de un grupo de la felicidad. Ese grupo que por naturaleza está integrado por cada uno y no por todos, donde podemos ser tan anormales como sea posible y a todos les parece natural o simplemente les da igual.

¿Querer un mundo mejor? Pues que sea de individuos. Formar equipos sin dejar de ser nosotros mismos, sin tener por qué renunciar a nuestros propios intereses; que la base sea esa palabra que sintetiza lo que cada persona es: única. Si puedes ser y comportarte como quieres, ¿te negarías a compartir objetivos con alguien más?

jueves, 8 de enero de 2015

Si Quieres Alcanzar Nuevas Metas, Intenta Nuevos Caminos

Dicen que un nuevo día es una nueva oportunidad… ¿Qué tal un nuevo año?

El 2015 trae consigo 365 nuevas oportunidades que cada quien aprovechará como mejor le parezca. Pero no son la cantidad de oportunidades las que nos permitirán alcanzar cada meta que nos propongamos, sino lo que hacemos para alcanzarlas.

Por regla general, antes de cada nuevo comienzo solemos realizar nuestra respectiva reflexión de eso que dejamos de hacer en el pasado y nos planteamos el deseo de realizarlas en el futuro junto con una lista de “metas por alcanzar”. Queremos cambiar de trabajo, ganar más dinero, comprar un coche nuevo, abrir nuestro propio negocio; en fin, tantos deseos como personas hay en el mundo.

Pero el error que cometemos posterior a esta reflexión y a medida que transcurre el tiempo es que seguimos haciendo lo mismo. Queremos que las cosas cambien mientras nuestro despertador sigue sonando a la misma hora, transitamos el mismo camino al trabajo y, peor aún, nuestra actitud sigue siendo la misma.

Toda esa especie de éxtasis que tuvimos al momento de plantearnos lo que haremos termina siendo anulado por la rutina de la inacción. Nuestra actitud cerrada y conformista hace que queramos hacer de todo pero sin tener que hacer nada; así comenzamos el año y así lo terminamos.

Aunque es cierto que para realizar grandes cambios hay que tomar decisiones radicales y normalmente eso da miedo, nos acostumbramos a que ese miedo sea siempre más grande que nuestros sueños, que nuestros deseos. ¿Qué hacer?

Toma al menos una decisión radical en este primer mes
En el boxeo dicen que “quien pega primero, pega dos veces”. Comienza el año dando tu primer golpe, aunque solo se trate de mudarte porque llevas tiempo queriendo hacerlo o que deseas trabajar para otra empresa pero ni siquiera has enviado el currículum: ¡hazlo!

Considera el tiempo que has invertido pensando en eso que quieres pero aún no te atreves. ¿Dejarás que siga siendo tiempo perdido? Recuerda que el tiempo no es una cuenta de ahorros en la que vas guardando y guardando para luego usar ya que, de hecho, cada minuto es un gasto. Conviértelo en inversión.

No te permitas llegar al tercer mes sin haber cambiado en algo
Después de ese plazo empezarás a considerar que ya falta poco para que llegue la mitad de año y será buena excusa para posponer las metas para el siguiente. En un abrir y cerrar de ojos estarás en la misma silla, con la misma taza de café y la misma cara de fracasado.

Toma decisiones, emprende acciones; que tus miedos terminen derrotados por esos deseos que has convertido en metas y que te acercan a la vida que deseas tener. Valora tu tiempo, reconoce tus habilidades y enfrenta nuevos retos.

Si quieres alcanzar tus metas, intenta nuevos caminos, porque nadie ha logrado grandes cambios haciendo siempre lo mismo.

Las 4 Grandes Mentiras De ‘El Diario De Noa’

Se terminó el 2014, y con él el año en el que ‘El diario de Noa’ cumplía, ni más ni menos, 10 añitos. Eso es, señoras y señores, esta bonita y romántica película que ha marcado a niñas, mujeres, y a toda una generación, celebraba su cumpleaños. Y como más vale tarde que nunca, desde Código Nuevo nos proponemos hacerle nuestro particular homenaje en estas fechas en las que los nuevos propósitos incluyen, entre gimnasio y dietas, relaciones sanas, y por qué no, reales.

Y es que, si hay quien culpa a Disney de las altas expectativas que se tienen sobre los hombres, ‘El diario de Noa’ debería tener cadena perpetua, porque lo que nos ha hecho es todo un delito. Por el poder que me ha sido otorgado, esta película es culpable de dar un falso ejemplo en lo que a relaciones sentimentales respecta. Y si todavía no has visto esta oda al romanticismo irreal, ya estás entrando en Seriesly. Ah, no, que ya no se puede… Entonces sigue leyendo.

1. No No Noa
Para empezar, ¿qué hombre hecho y derecho se llama Noa? Noa es un perfume, Noa es la perrita de mi vecina, pero, por favor, el hombre de mi vida no puede llamarse Noa. No hay concordancia entre el hombre que vemos en la pantalla y ese ridículo nombre más digno de ‘Brokebreak Mountain’ que de un ‘machomen’ con el que soñar. Partiendo de esta base, el mejor consejo es que si tiene nombre de chica o de perfume, no es de fiar.

2. Esperando que es gerundio
No te confundas. Lo de esperar no es la tónica habitual, o al menos en los tiempos que corren. ¿O te imaginas conociendo a un chico una noche, perder el contacto después de una tórrida historia de amor, y décadas después, con tu vida rehecha y otro maromo bajo tus sábanas encontrarle, sin una arruga, ni una cana, y con una pedazo de mansión detrás, una pedazo de mansión que prometió construirte mientras bailabais “Dale gasolina”? Piénsalo y reflexiona; ¿te lo imaginas? Ten en cuenta lo caro que está el ladrillo hoy en día, eso es fundamental.

3. La hipotenusa de dos catetos
Es relativamente fácil conocer a un tío que esté bueno, pero eso de verte en medio de un triángulo amoroso con dos pedazo de tíos no suele ser habitual. No os engañéis, solo pasa en ‘El diario de Noa’, y en el 70% de las comedias románticas, pero es mejor saberlo ya. Duele saberlo, pero he aquí el gran error. Sabes eso de más vale pájaro en mano que ciento volando, pues aplíquense el cuento, porque aquí a veces ni vuelan esos “pájaros”, así que en cuanto tengáis uno en la mano…

4. La tecnología todo lo cambia
Y para ir terminando, la clave de todo. Hoy esto es absolutamente impensable porque (redoble de tambores) existe Whatsapp. Eso es, queridos amigos. Noa no habría escrito 365 cartas; probablemente habría tirado de un “hola, guapa (sevillana sevillana)”, y al 45 mensaje ñoño Allie le habría bloqueado, y adiós muy buenas. Porque tampoco habría leído el periódico, estaría en la app del móvil y la foto de la casa no le habría cargado bien. Así que reeencuentro a la mierda.

No voy a negar que los viejecitos son entrañables, y que si en algún momento de mi vida me dicen “Léeme esto y volveré contigo cada vez” me tiro a los brazos de cualquiera, se llame como se llame. Pero, por favor, no confundamos, que ya tenemos una edad.

Be Pacient, My Friend. Espera Hoy, Sorpréndete Mañana

“La paciencia es la madre de la ciencia”. Cuántas veces habrás escuchado esta frase, milenario. Ideal para complementar a la de “Quien espera, desespera”. Si tus ganas o tus pasiones pueden más que tu saber estar o tu temple mesurado, pero no es el momento porque la realidad no favorece lo que estás buscando, tómate un chupito de paciencia. Contradictoriamente, te darás cuenta de que, en muchas ocasiones, si correr no sirve de nada, tampoco sirve esperar. En resumen, ten paciencia para algo que crees bueno ahora y mañana te llegará algo diferente y mejor, inesperado e improvisado.

Si me escucho a mí misma hablándome de paciencia no me lo creo. El alma rebelde y libre tiende a alborotar, a cuestionarse y, sobre todo, a quererlo todo YA. Y no es práctico estar inquieto constantemente, porque hay que cambiarle las pilas a la inquietud. Ni la vida es siempre así, ni la situación actual lo permite, ni, qué narices, tampoco es cierto creer que todo depende de mí. Así que hay días que recuerdo la frase de mi madre: “La ira se va al hígado”. Y me pego un lingotazo de paciencia, de poner a reposar mis ideas, de bajar, ni que sea un pelín, el ritmo; no paro, solo me hago la muerta, como en el mar.

Porque el trote en una carrera es un subidón, pero la carrera de fondo sabe también muy bien. Por eso, hago un llamamiento a los impacientes. Abrochaos el cinturón de vez en cuando, que impulso y garras no nos faltarán nunca, aunque paremos a repostar. Lo juro. Yo me atrevería a aconsejar pequeños ratos de soledad antes de dormir, sonrisas frente al espejo por la mañana, paseos por la montaña, masajes en los pies y mucha música. Y es que, cuando le toca el turno a la paciencia, las ideas que estaban escondidas y no recordábamos por el estrés cotidiano salen a flote. Y todo se ordena, hasta que te das el gustazo de desordenarlo de nuevo.

Una vez me dijeron que el tiempo se ha de destinar a dos cosas, principalmente: bienestar y dinero. So… be pacient, my friend. Que todo llega y todo pasa, y todo deja huella. Pero tómatelo con calma, no querrás que sea Facebook quien siempre se encargue de contarte tu propia vida. ¿Sería muy triste, no? Recuerda que te pasará lo contrario a lo deseado, que encontrarás lo que no estabas buscando, que tirarás las braguitas a la basura y la piel de plátano al cubo de ropa sucia, y que acabarás bebiéndote el charco entero por decir que de aquella agua no ibas a beber. Y así es la vida, porque la paciencia también está reclamando que le hagas ojitos, que malgastes tu tiempo con ella, que la utilices de vez en cuando y con amor. Abúrrete, enciérrate en casa. O, como a mí me pasó, enamórate de otro sin apenas darte cuenta de que existe. ¡Viva la paciencia!

Vale Más La Pena Ser Felices Que Ser Perfectos

Hay quien piensa que lo de quedar bien a toda costa es algo que solo hacen los adolescentes, pero lo cierto es que lo más raro es encontrar personas que realmente hagan lo que quieran, sin que les importe lo que otros piensen, o al menos al cien por cien. A veces vamos a sitios que en realidad no nos gusta ir, vemos películas que en el fondo nos aburren o cultivamos aficiones que en verdad no nos despiertan el más mínimo interés.

Estamos disfrutando de una canción que nos recuerda a la infancia, pero si de pronto aparece alguien a quien queremos impresionar, la quitamos deprisa, no vaya a ser que piense que nos falla el gusto musical, porque lo que suena no es precisamente Bethoven, ni Queen. O miramos en el escaparate una bonita falda que no encaja con nuestro estilo, así que preferimos contemplarla en el maniquí o en las piernas de otra. Y es que muchas veces, con pequeñas y grandes cosas de la vida, anteponemos aparentar en vez de hacer lo que realmente queremos. Elegimos un modelo de perfección a seguir, aunque sea a costa de nuestra felicidad.

Hay casos en los que es más exagerado aún, porque ni siquiera nos damos permiso a nosotros mismos para disfrutar de algo que consideramos que no es digno de nuestro disfrute, y sentados en nuestra enorme dignidad, vanagloriándonos en esa búsqueda de la perfección, nos perdemos muchas experiencias que nos habrían encantado. Y es que dentro de muchos de nosotros hay un snob que tiene muy buen gusto pero se amarga bastante la existencia, un snob que nos habla en forma de voz de la conciencia cuando decidimos hacer algo que nos puede dejar en ridículo o puede parecer algo que no nos gusta ser.

Otros tienen como pose la propia autenticidad, y lo que les parecería aberrante sería hacerse un selfie queriendo, solo porque ya lo hacen todos. Hay quienes buscan ser perfectamente imperfectos, y llevar el peinado perfectamente descolocado, o hacerse la foto perfectamente natural. El problema de esa voz snob que tenemos dentro no es la bandera que levante o los colores que sienta, sino el afán con que sea capaz de pisar nuestra propia felicidad, a costa de su modelo de perfección.

Nos perdemos experiencias maravillosas que hay más allá de nuestro rumbo marcado, de nuestra propia idea de quiénes somos o de cómo se deben hacer las cosas con tal de ser alguien supuestamente valioso según un determinado canon. El miedo al ridículo, a la pérdida de un reconocimiento social o al riesgo de convertirnos en alguien que no queremos ser nos hace convertirnos muchas veces en más ridículos que nadie y lo que es mucho peor, infelices.

Como un niño que está fumando por primera vez, muchas veces tosemos por dentro mientras fingimos placer por fuera. Algo que no tiene mucho sentido, si pensamos que todos en realidad queremos ser felices. Entonces, ¿por qué ponemos trabas a nuestra felicidad? Unas luces horteras pueden parecernos bonitas, una canción de lo más cutre puede hacernos vibrar por dentro y hasta el chico más feo puede enamorarnos, pero necesitamos darnos permiso a nosotros mismos para disfrutar de las cosas de la vida por mucho que creyéramos hasta ayer que ese color de lámpara era de personas con mal gusto, o que nunca saldríamos con una persona así.

Tú, y solo tú, en la soledad de debajo de las sábanas, sabes lo que realmente te gusta, lo que te hace feliz y lo que quieres. Cuanto menos tardes en reconocerlo, vivirlo y liberarlo, cueste lo que cueste, menos tardarás en ser feliz y más tiempo de tu vida sentirás que estás aprovechando realmente.

sábado, 3 de enero de 2015

20 Cosas Que Se Te Pasan Por La Cabeza Cuando Una Amiga De Facebook Anuncia Su Boda

A la gente le gusta publicar su vida, esa es una realidad de nuestra generación. Dar a conocer todas sus intimidades publicándolas en Twitter, Facebook, Instagram y hasta en el muro de anuncios de la facultad con tal de que sus amigos del colegio, de la universidad, del gimnasio y hasta los desconocidos que viven en la otra parte del mundo pero a los que decidieron agregar a su red social porque estaban buenos en su foto de perfil sean capaces de saber lo que hacen en cada momento.

Y todo esto ¿para qué? Para restregarnos por la cara ese súper viaje que se han hecho este verano, la última escapadita de fin de semana a la nieve, lo productiva que ha resultado la tarde de shopping o lo a gusto que han pasado el día en la playa con una cerveza en la mano mientras tú has tenido que estar encerrada todo el día currando a destajo y encima hacer horas extras que no te van a pagar (¡Mal rayo os parta!).

Pero si hay una publicación de Facebook que va a hacer que por tu cabeza pasen mil pensamientos a la velocidad de la luz es ese bonito momento en el que, para desconectar de la rutina de tu vida, decides meterte en Facebook a cotillear un rato y descubres esa foto de esa mano, con ese “bonito” anillo de pedida y un título en el que atisbas a leer: “El día más feliz de mi vida. Por fin me lo ha pedido mi amorcito” o cualquier otra cursilada por el estilo.

Entonces además de entrarte ganas de vomitar y de arrancarte los ojos cuando ves que tu amiga de Facebook anuncia que se va a casar comienzan a rondar por tu cabeza todo tipo de cosas como:

1. Vaya anillo de mierda, el día que me pidan matrimonio ya pueden poner en mi dedo un buen pedrusco o la respuesta será: otra vez será.

2. En lo feo que es su futuro marido.
3. En si estarás invitada o no a la boda.

4. En colgar en su muro de Facebook fotos de lo poco agraciada que era en su infancia-pubertad.

5. En colgar en su muro de Facebook fotos cariñosas con su ex-novio.

6. En colgar en su muro de Facebook fotos de ella con todos sus rollos de una noche.
7. En que tú tienes su misma edad y aun estás soltera.

8. En servirte una copa de vino.

9. En terminarte la botella de vino.

10. En por qué no tienes novio desde hace años.

11. En llorar porque no tienes novio desde hace años.
12. En apuntarte al gimnasio.

13. En volver a ponerte a dieta.

14. En que deberías hacer caso a tu madre y ¿salir más?

15. En que tienes tan poco vida amorosa que quizás deberías aceptar una cita con ese tío del curro que te dobla la edad y no te pone nada, pero al menos te puede invitar a cenar.

16. En probarte el traje de novia de tu madre.

17. En que hacerlo ha sido una mala idea porque te pareces a tu padre y le sacas a tu madre 20 cm de altura.

18. En llamar a tu ex.

19. En llamar a tu folla-friend.
20. En que todas las cosas que se te han pasado por la cabeza durante los últimos treinta minutos son chorradas. Excepto lo de servirte una copa de vino y llamar a tu follamigo.

27 Posibles Razones Por Las Que No Contesta A Tus Mensajes

Damos miedo. Damos mucho miedo. Y lo damos sobre todo si hacemos el análisis de vernos desde fuera cuando enviamos un mensaje y no recibimos respuesta en el espacio-tiempo que creemos que es el correcto. Miramos el móvil una vez y nada. Miramos el móvil por segunda vez, y nada, tampoco. Y se pasan las horas y la vida por delante mientras nuestra cabeza, digna y capaz de crear un guion de película que haría a Tarantino replantearse su futuro como director de cine, va acumulando historias, sinsabores y diarreas emocionales que podrían trasladarnos al psiquiátrico más cercano y sin necesidad de parte médico. Pero nosotros, que en otra vida fuimos súperhéroes y velamos por tu salud mental, queremos quitarte la ansiedad del cuerpo con estas 27 posibles razones de por qué no ha podido contestarte a un mensaje sin que haya una catástrofe mundial de por medio.

1. Está escuchando algo de Pablo Alborán y es un momento demasiado íntimo para compartirlo contigo.
2. Le gusta alguien que no eres tú (que, oye, puede pasar, ¿eh?).

3. Hoy no es el día.

4. Tu mensaje ha sido tan creativo que está pensando la forma de estar a la altura.

5. Está haciendo la estrategia del “me espero 37 minutos y contesto”.

6. No tiene batería. (Porque sí, aunque parezca rarísimo y te cueste creerlo, hay gente que se queda sin batería).

7. Está haciéndose las maletas porque no puede más con esta vida y se larga a Australia.
8. En realidad no te lo contó, pero es un gran pianista de renombre y necesita descansar las articulaciones antes de un concierto.

9. Le has pillado en pleno Ramadán.

10. No te diste cuenta, pero es manco.

11. Está contando los likes de su última foto en Instagram.

12. Está enamorado de tu mejor amiga/o y en realidad tú eres la excusa (joder esta, qué dolor).
13. Está dándose una vueltecilla por el Tinder.

14. No sabe leer.

15. Se ha quedado sin dedos.

16. Igual odia WhatsApp y prefiere hablar contigo por teléfono (que es muy loco esto, pero puede ser).

17. Hace tiempo para no parecer que está desesperado/a.

18. Justo le pillas dando el ‘sí quiero’.

19. Ha descubierto que eres un psicópata del WhatsApp.
20. Has escrito con faltas de ortografía y no va a poder superarlo nunca.

21. El ‘Quiente’ le ha chivado que te pasas el día mirando su perfil en Facebook.

22. Está jugando al LOL.

23. Está castigado sin móvil una semana.

24. Te equivocaste y le has mandado el mensaje a tu madre (y ella no le da importancia porque sabe que a veces se te va la pinza un poco).

25. Se encuentra en un momento de la vida en el que se ha volcado totalmente en Marcel Proust.

26. Está viviendo,  joder. VIVIENDO.

27. Y después de 26 excusas sacadas de la manga, aquí va la única razón real y universal: aunque parezca increíble, aunque no pares de toparte con señales divinas (en tu imaginación) que te indican que le gustas la verdad es que… ¡sorpresa! Pasa de ti.  (Y ahora, tú también deberías hacer lo mismo).

“La Estás Liando Y No Lo Sabes”: Cómo Decirle A Un Amigo Que Te Está Tocando La Moral


No se puede ser sincero las 24 horas del día. Es imposible. Inténtalo y seguramente acabarás en la cuneta, sin empleo y sin amigos.

Las mentiras piadosas son un mal necesario, el mejor recurso para poder vivir en sociedad. Y son especialmente útiles con nuestros amigos y amigas, para no romperles el corazón cuando la verdad es demasiado cruda. Pero a veces la situación es insostenible y es conveniente ser sincero.

Seguro que situaciones como estas te son familiares. Recuerda, siempre con tacto, pero más vale una verdad dolorosa a tiempo que acabar teniendo un ataque de ira más tarde…

El amigo que la lía cuando sale de fiesta
Vale, todos tenemos un amigo o amiga con el que no queremos salir de fiesta. Es el que se emborracha a la primera copa y con el que luego hay que ir cargando toda la noche, o el que la lía a la primera de cambio y hay que cuidar de él como si fuéramos su babysitter. Decirle que no venga con nosotros es duro, porque al final se le acaba cogiendo cariño, así que simplemente trata de dejar claras desde el principio unas normas básicas de buen comportamiento. Lo típico: “No te quiero decir que seas alcohólico, pero igual si bebieses menos todos lo pasaríamos mejor”, o “Tenemos claro que te gustan las mujeres, pero si no le metieses mano a todas igual acabaríamos una noche tranquilos”.

El amigo que no se calla ni debajo del agua
Todos conocemos a alguien que sufre el síndrome del tertuliano. Esas personas que si hablar fuese deporte olímpico optarían seguro al oro. Que cuando tienen uno de esos días en los que van a desatar la lengua se les puede ver un brillo especial en los ojos, y a medida que te van vapuleando verbalmente, enlazando un tema tras otro como si fuesen un DJ, tú te vas poniendo de una mala hostia tremenda. A ti te gustaría soltarle un “¡Cierra la boca de una puta vez!”, pero por la amistad que os une, te contienes. En Código Nuevo ofrecemos una solución más elegante: cuando te canses de escucharle, hazte el dormido.

El amigo cocinillas
También es común tener entre nuestros amigos al típico proyecto de cocinillas que, por culpa de los realitys sobre cocina tan de moda últimamente, les da por aprender a darle a los fogones. Por supuesto, a nosotros nos tocará con frecuencia ser sus conejillos de indias y tener que probar sus experimentos culinarios.

Cuando te pregunten cómo les ha quedado el risoto (sí, ese mejunje que hay pegado en el plato se supone que es un risoto), por favor, sé sincero. La humanidad te lo agradecerá.

El amigo que sueña con ser best-seller
El sueño de muchos mileniales, sin duda: ser escritor. Qué grande debe de ser ganar una fortuna por las novelas que escribes en el Starbucks con tu portátil, sin horarios, sin jefes y con ese rollo intelectual que mola tanto. Pero no a todo el mundo se le da bien el arte de juntar palabras sobre el papel.

Así que si uno de tus colegas te pasa las primeras páginas de su obra novel para que le des tu veredicto, deja los eufemismos de lado. “A ver, Shakespeare, siéntate… así en resumen: no se entiende, está mal escrito, lleno de faltas y es muy cursi… pero, ¡siempre puedes abrirte un blog!”.

No Intentes Pronunciarlos Ni Hacer Click en Ellos: Los 6 Dominios Más Raros Del Mundo

Da igual lo que diga la RAE, madurar tiene mucho que ver con levantarte un día y en un acto de firmeza emocional admitir que ha llegado el momento de ser visible en el mundo online. Algunos optan por un perfil en Twitter lo suficiente trallero como para desarrollar una personalidad que podría poner en marcha los mecanismos necesarios para instaurar una tercera guerra mundial. A otros, en cambio, les da por sacar todo el talento que llevan dentro y se muestran puestos y predispuestos a mostrarlo al mundo en forma de página web. 

Temáticas salvajes, curiosas, excéntricas. Dominios cortos, largos, sencillitos o tan complicados que hacer que nuestra abuela los pronunciara sería tan de risa que daría para tres navidades juntas. El dominio puede ser ese gran mejor amigo que te dará la fama o te hundirá en la miseria.  No hay término medio. Y si no, fíjate en las almas de estas personas que un día resolvieron esta coyuntura de diferenciación con las  webs y dominios más raros del mundo:

1. La URL más larga del mundo
Los caminos de las url’s son inescrutables. Y si no que se lo digan al creador de esta maravilla: iamtheproudownerofthelongestlongestlongestdomainnameinthisworld.com. Un dominio es como un hijito, hay que estar orgulloso de él hasta que la muerte de Internet os separe.

2. La que ganó Eurovision
Esta web no la inventó Massiel, pero yo creo que podría:  http://www.lalalalalalalalalalalalalalalalalala.com/es.

3. La inciclopedia
Si te gusta el humor raruno: http://inciclopedia.wikia.com. Una wikipedia interminable pero de contenido absurdo y surrealista. Lo bueno es que también es editable, por lo que si alguno tenemos algo que aportar, siempre adelante, Bonaparte.

 4. Disculpe, ¿me podría pasar con Dios?
chatwithigod.com es como un consultorio pero en lugar de con expertos, con Dios. ¿Irás al cielo o al infierno? Solo él lo sabe.

5. Chiquitito, dime por qué…
La web más cortita: g.cn. No podían ser otros nada más que Google China. He estado navegando un rato y no veáis la cantidad de información interesante que hay. Unos símbolos, unos emblemas, unos dibujos… Precioso.

6. ¿Puedo comprar vocal?
Si digo 520, ¿pillas algo? No, claro que no. No lo pillas porque todavía no sabes que en China funcionan mejor las url’s numéricas. En este caso 520 significa ‘te quiero’ y 517 ‘tengo ganas de comer’.  Y si alguna vez viajas hasta allí y te apetece elegir hamburguesa, solo tendrás que memorizar la página web de McDonald’s: www.4008-517-517.cn. Fácil, ¿no?

Ahora que ya sabes en qué tipo de creatividad se mueve la gente es probable que ya te hayas dado cuenta de las noches por delante que te quedan sin dormir pensando qué web hará que te lances a la fama. Horas perdidas haciendo búsquedas en Google para ver si el dominio de tu vida está soltero y días enteros dándole al coco. O más fácil, hacer como la gente normal que quiere invertir su tiempo libre en vivir y consultar aquí que la url que tienes en mente, por ejemplo (es solo un ejemplo) www.soyeltipomasmolondelmundoyleocodigonuevo.com, no está pillado y aún puedes hacer carrera en él. ¡Ánimo en tu emprendimiento! Y cuando lo tengas, ya sabes. Nos lo cuentas, eh.

jueves, 1 de enero de 2015

Qué No Hacer Cuando Ya No Está

No mires su última conexión de WhatsApp. No entres en vuestra última conversación de Facebook para ver si cabe la posibilidad de que haya visto ese estado que has publicado, claro, sin ninguna intención de que lo lea; por supuesto que no. Olvida los Hashtags y etiquetas reveladoras y el postureo en Instagram. Bajo ningún concepto reproduzcas en tu Smarthpone vuestra canción. No seas masoca. ¡Malditas redes sociales! Esto antes no pasaba.

Nuestros padres y abuelos se conocían, vivían a kilómetros de distancia la mayoría de veces y en ocasiones se tiraban horas hablando desde una cabina rezando porque la conversación no quedara a medias a causa de no tener monedas suficientes para continuar hablando mientras otro hacía cola presionando para que terminara de una vez. Ellos debían confiar realmente en lo que la otra persona les decía. No les quedaba más remedio. “Qué bien cariño. ¿Este fin de semana nos veremos?”, “Lo siento, pero hasta dentro de dos semanas no podremos vernos”. Ahí terminaba la conversación, con el suspiro y la resignación típicos del “es lo que hay”. Después pasaban las dos semanas, cogían un tren hasta la ciudad del otro y se conformaban con un paseo por la calle principal del pueblo cogidos del brazo pero con una sonrisa enorme, una sonrisa que traspasaba la felicidad y las ganas de quererse. Después de cuatro horas la estación nuevamente les esperaba y a su vez les separaba. Como a las diez de la noche tenían que estar en casa no había mucha más alternativa. Así se festejaba y se pasaba al noviazgo, lo que en los años 50 era una declaración clara de compromiso y a lo que hoy se le tiene tanto miedo.

¿Qué decidían dejarlo? Una llamada bastaba, no volvían a verse y probablemente no volvían a saber nada el uno del otro. Lo tenían más fácil. En cambio, ahora todo es distinto.  Aunque no lo quieras, con la Teoría de los 6 grados todos estamos conectados como mínimo por 6 personas, lo que significa que sí o sí continuarás sabiendo de la vida de esa persona. Sí, los tiempos han cambiado y hay que adaptarse a las nuevas circunstancias que nos lo ponen más difícil, pero la realidad es la misma ahora que hace 50 años, la realidad sobre lo que no se debe de hacer si ha decidido marcharse. Así que, no indagues; ahora ya, ¿qué más da? Olvídate de vivir en el mundo virtual y comparte la realidad que de verdad tienes contigo: sal, diviértete, coge el coche a las once de la noche un sábado sin plan y plántate en el pueblo de ese amigo o amiga que vive en la distancia y que desearías ver, organiza un viaje exprés de fin de semana en una habitación minúscula por cuatro duros, báñate desnudo en el mar y tómate un mojito bien cargado a la luz de las estrellas y ríe, ríe con aquellos que de verdad te hacen sentir bien y en paz. No puedes elegir de quién te enamoras pero sí qué amigos quieres tener cerca y con cuáles puedes tomarte un café, un Jägermeister o grabar un vídeo cantando después de inhalar el helio de un globo.

El amor es ciego y es que ojos que no ven corazón que no siente, pero, cuando esto pasa, solo uno mismo puede poner punto y final al impulso. Debes hacer eco de tu autocontrol y tener bien claro quién eres y sobre todo qué quieres para ti.

“Si alguna vez has sido consciente de lo mucho que vales, este es el momento de tenerlo presente”.

Desvirga El Año. Por Qué Las Cosas Nuevas Molan

Desvirgar, desvirgar. Qué bonito verbo. Desvirgar una mañana echando un vistazo a su amanecer, desvirgar un regalo rompiendo el envoltorio como si no hubiera un mañana. O ver cómo se estrena un nuevo calendario que cambia de año. Puedes pasar la última y primera noche de un año como te dé la santa gana: solo, acompañado, disfrazado, de gala, durmiendo… Aunque el reloj y el tiempo se rigen por convencionalismos y bla, bla, blá, lo nuevo mola mogollón, y lo sabes. Tal vez no sean buenas fechas para sacar tu vena antisistema. ¡Suerte!

Con algo nuevo, siempre te sentirás el primero
La primera vez en el sexo suele ser, para algunos, desastrosa; para otros, la espiración de un simple ‘meh’. Sin embargo, ambos hacedores de la hazaña se sienten cual Cristóbal Colón descubriendo las Américas. Probar a tomarse el champán en un orinal también cuenta como novedad, si así se te erizan los pelillos.

Algo nuevo implica que dejas atrás algo viejo
Esto es un poco tópico, topiquete. Pero, joder, es totalmente verídico o, en su defecto, verosímil. Esos entes denominados “propósitos del año nuevo” son equiparables a los objetivos que nos marcamos diariamente, solamente que esa noche irán un poco pedo. ¿A quién no le sienta bien desprenderse de algo caduco? El mejor copazo contra el arrepentimiento. Dejamos de ser niños, es nuestra primera vez -nuestra primera vez cada año, claro-.

Incrustar un cambio, algo nuevo, duele, pero con gusto
De nuevo, el símil con el desvirgue sexual. No te ralles con pensamientos inoportunos que vienen a darte la cena, que hay juerga ahí fuera y te la estás perdiendo, canastos. Súbete a la ola del invento más raruno del mundo, “el año dos en uno”, una oferta que no podrás rechazar ni aunque estés con cuarenta de calentura.

Si es nuevo, hay que liarla. Es una orden
Todo principio es apoteósico, mítico. Pasas del acojone al éxtasis. Disfruta del subidón y líala parda a tu manera. Tómate las uvas con pinzas de depilar o cómete un plato de lentejas, como yo hice en Italia.

El pasado, el comodín del cotillón
O el alcohol. El pasado, o “el año pasado”, nunca ha sido más exacto y tan perfectamente convincente. Con lo nuevo, no hay explicaciones que valgan. “Es cosa del pasado”, “Ya pasó”, “No me importa tu pasado”, “Hace un año que te buscaba y te encontré” y absolutas idioteces del estilo pueden cobrar más vida que tu peluca de la duquesa de Alba.

Ponte las bragas al revés, pero haz algo tímidamente diferente.