Desvirgar, desvirgar. Qué bonito verbo. Desvirgar una mañana echando un vistazo a su amanecer, desvirgar un regalo rompiendo el envoltorio como si no hubiera un mañana. O ver cómo se estrena un nuevo calendario que cambia de año. Puedes pasar la última y primera noche de un año como te dé la santa gana: solo, acompañado, disfrazado, de gala, durmiendo… Aunque el reloj y el tiempo se rigen por convencionalismos y bla, bla, blá, lo nuevo mola mogollón, y lo sabes. Tal vez no sean buenas fechas para sacar tu vena antisistema. ¡Suerte!
Con algo nuevo, siempre te sentirás el primero
La primera vez en el sexo suele ser, para algunos, desastrosa; para otros, la espiración de un simple ‘meh’. Sin embargo, ambos hacedores de la hazaña se sienten cual Cristóbal Colón descubriendo las Américas. Probar a tomarse el champán en un orinal también cuenta como novedad, si así se te erizan los pelillos.
Algo nuevo implica que dejas atrás algo viejo
Esto es un poco tópico, topiquete. Pero, joder, es totalmente verídico o, en su defecto, verosímil. Esos entes denominados “propósitos del año nuevo” son equiparables a los objetivos que nos marcamos diariamente, solamente que esa noche irán un poco pedo. ¿A quién no le sienta bien desprenderse de algo caduco? El mejor copazo contra el arrepentimiento. Dejamos de ser niños, es nuestra primera vez -nuestra primera vez cada año, claro-.
Incrustar un cambio, algo nuevo, duele, pero con gusto
De nuevo, el símil con el desvirgue sexual. No te ralles con pensamientos inoportunos que vienen a darte la cena, que hay juerga ahí fuera y te la estás perdiendo, canastos. Súbete a la ola del invento más raruno del mundo, “el año dos en uno”, una oferta que no podrás rechazar ni aunque estés con cuarenta de calentura.
Si es nuevo, hay que liarla. Es una orden
Todo principio es apoteósico, mítico. Pasas del acojone al éxtasis. Disfruta del subidón y líala parda a tu manera. Tómate las uvas con pinzas de depilar o cómete un plato de lentejas, como yo hice en Italia.
El pasado, el comodín del cotillón
O el alcohol. El pasado, o “el año pasado”, nunca ha sido más exacto y tan perfectamente convincente. Con lo nuevo, no hay explicaciones que valgan. “Es cosa del pasado”, “Ya pasó”, “No me importa tu pasado”, “Hace un año que te buscaba y te encontré” y absolutas idioteces del estilo pueden cobrar más vida que tu peluca de la duquesa de Alba.
Ponte las bragas al revés, pero haz algo tímidamente diferente.
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