La vida es como una arena de los Juegos del Hambre. A cierta edad un papelito con tu nombre indica que ya eres parte del juego, y de golpe te encontrarás frente al desafío y lo único que sabes es que tu objetivo es vivir para contarlo.
No será fácil. No solo tendrás que ingeniártelas para buscar dónde pasar la noche, conseguir agua y comida; la cornucopia parece estar fuera de tu alcance y, aunque en este mundo real es muy difícil ser atacado por animales salvajes genéticamente alterados, siempre tendremos que afrontar eternas horas de tráfico o hacernos hueco en el transporte público… Todo eso sin contar al resto de los participantes, que agotarán cada recurso que encuentren y se llevarán por delante todo lo que se cruce en sus caminos; en esta competición llamada vida te encontrarás con gente realmente feroz y unos cuantos “bichos raros”.
Y tú, ¿qué vas a hacer? Si corres lo más rápido que puedas y te escondes hasta que todo termine, solo te convertirás en una foto en el cielo acompañada del cañonazo que indica que el juego se acabó para ti. Así que, si no eres fuerte y no sabes hacia dónde vas, fíngelo. Si te tiemblan las piernas, arréglatelas para correr directo al baño de sangre y pelea por lo que es tuyo, porque a los problemas no se les esquiva, se les ataca de frente y se pasa a través de ellos.
Más importante aún, ¿quién serás? Quizá serás de los que forman alianzas que te permitan llegar lejos, lanzarás flechas por doquier hasta dar en el blanco, usarás tus talentos en un ingenioso plan que te lleve directo a la meta, o hasta podrías fingir ser el más débil e inofensivo para hacer tu movimiento estratégico en el momento perfecto; al final por ahí siempre dicen que en la guerra y en el amor todo se vale.
Quizá no sea tu primera vez en este juego y, por supuesto, tampoco será la última. Poco a poco aprenderás que las convicciones son más poderosas que las armas, que vas más rápido si vas solo pero llegas realmente lejos si vas acompañado, y que el verdadero enemigo siempre es el sistema.
Es hora de entrar a la arena, ármate con tu mejor grito de guerra, que el tour de la victoria te espera y, por supuesto, “que la suerte esté siempre de tu lado”.
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