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viernes, 11 de noviembre de 2016

Unos estudiantes se encuentran más de 40.000 dólares en un sofá de segunda mano

Tres estudiantes de la State University de Nueva York, en Estados Unidos viven en un pequeño apartamento de la ciudad. En 2014, Lara, Reese y Cally necesitaban comprar un sofá para su salón, pero sus problemas económicos les obligaron a visitar una tienda de muebles de segunda mano para ver si encontraban algún mueble que se ajustara a sus necesidades. Tal y como cuenta el Daily Herald, en la tienda solo había un sofá lo suficientemente pequeño para que pudiera caber en su salón, y aunque se veía antiguo y no olía demasiado bien, su precio era de solamente 20 dólares, por lo que los estudiantes decidieron comprarlo. Varios días después de la compra, los estudiantes se pusieron a ver una película sentados en su nuevo sofá, pero uno de ellos se dio cuenta de que había algo dentro de los cojines del sofá. Los chicos decidieron abrirlo para ver qué había, y se encontraron un sobre con 700 euros en su interior. Al revisar más concienzudamente el mueble, los chicos encontraron muchos más sobres con una cantidad que ascendía hasta los 40.800 dólares en total. 
Los estudiantes empezaron a pensar en qué se iban a gastar todo ese dinero, ya que ellos seguían con una situación económica difícil, pero Lara encontró un nombre escrito en uno de los sobres. Tras hablarlo con sus compañeros, los tres decidieron que intentarían encontrar a esa persona para devolver el dinero: «No es nuestro dinero. No nos lo hemos ganado», acordaron los chicos. Al día siguiente, encontraron el nombre en un listín telefónico y decidieron llamar para ver quién contestaba. Al otro lado de la línea, una anciana respondió y Reese le dijo «tengo algo suyo. He encontrado un sofá». La mujer contestó «¡Madre mía, puse un montón de dinero en ese sofá!». Según parece, la anciana y su marido guardaron en su sofá sus ahorros, pero al morir su marido ella fue operada de la espalda y empezó a dormir en el sofá, por lo que su hija pensó que sería mejor cambiárselo por una cama más cómoda sin saber el dinero que había dentro. Los jóvenes le devolvieron su dinero y recibieron una propina de 1.000 dólares por su generoso acto.  

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