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miércoles, 16 de noviembre de 2016

Sí, la heroína se recetaba a los niños

Increíble, pero cierto. En 1898 Bayer ofreció al mercado farmacéutico un potente jarabe que prometía curar la tos con un compuesto que, sin lugar a dudas, hacía más que aliviar resfriados y catarros. Este brebaje se llamaba “Heroína”, y se recetaba a niños. La misma heroína que hoy conocemos bastante bien.

Algunas campañas publicitarias anunciaban casi inocentemente: “En la tos fuerte; Jarabe Bayer de Heroína”, “En la estación lluviosa: Jarabe Bayer de Heroína”. Los padres de aquel tiempo se convencieron de estas aseveraciones e hicieron del nuevo fármaco todo un éxito…hasta que la verdad salió a flote.

Sí, la heroína se recetaba a los niños

La heroína fue descubierta y sintetizada por primera vez en 1874, por el químico Charles Romley Alder Wright, en Londres, Inglaterra, mientras mezclaba morfina junto a otros ácidos para dar con soluciones que fueran beneficiosas para la salud. Pero tras probar la sustancia en animales, desistió de seguir experimentando con la heroína sintetizada, pues definitivamente parecía una mala idea, ya que sus efectos eran cuestionables.

Sin embargo, dos décadas después, Felix Hoffmann, un farmacéutico de Bayer, le presentó la heroína a Heinrich Dreser, líder del laboratorio farmacológico de la marca. Hoffmann la había “redescubierto” durante el proceso de producir codeína (analgésico). Con la aprobación de Dreser, pronto encauzaron su estudio y posterior venta como un jarabe contra la tos, el catarro, la bronquitis y otras enfermedades pulmonares.
La heroína fue testada primero en animales y luego en personas -en su mayoría trabajadores de la empresa-. Incluso Dreser consumió ese antídoto que presentaron ante el Congreso de Naturalistas y Médicos Alemanes como un tratamiento milagroso, más efectivo que la codeína y más eficaz que la morfina para aliviar el dolor. Además de asegurar erróneamente que era menos adictivo que estos dos compuestos, usados ampliamente en una época donde la tuberculosis y neumonía se alzaban como las primeras causas de defunción en el mundo.

Al mismo tiempo habían creado la famosa Aspirina, pero como la Heroína auguraba mayor demanda, fue lanzada con una extraordinaria campaña publicitaria. En España, en 1912, se desplegaban en los periódicos más populares las más llamativas publicaciones sobre el “Jarabe de Heroína”, donde se apreciaban ilustraciones de niños consumiendo la medicina en situaciones del día a día. La publicidad era doblemente intensa en épocas de invierno, desde luego.

Bastó que pasaran los años para ver los verdaderos efectos del brebaje “mágico” al que le fiaron con los ojos cerrados la salud de miles de niños. Este tratamiento, que se compraba en cualquier farmacia sin receta médica, resultó ser más adictivo que la propia morfina y mucho más agresivo. Quienes la consumían para tratar problemas respiratorios terminaban desarrollando resistencia al tratamiento y naturalmente demandaban más dosis del remedio.
Se dice que los niños se exponían a la lluvia o fingían tener tos para recibir unas cucharadas de la medicina. Nada normal, cuando comúnmente los más pequeños  se resisten recibir tratamientos de este tipo por su sabor. No obstante, esta serie de conductas extrañas provocaron que en 1913 se estudiara con profundidad el producto y fue así que desvelaron que la heroína al pasar por el hígado se convertía en morfina -el adictivo que pretendieron erradicar-.

El gran éxito de Bayer también contenía otras sustancias que hacían del “frasquito” un peligro para la salud global, ya que en cortos periodos de consumo generaba una intensa dependencia y complicaciones médicas por sus estragos en el sistema nervioso.

Ese mismo año la empresa alemana suspendió la heroína y se reivindicó con la Aspirina. No fue sencillo recuperar la confianza después de que Bayer se convirtiera en el expendedor gigantesco de una sustancia que generó tan profunda adicción a comienzos de 1900.

Al fin y al cabo, mercantilizaron este derivado del opio que más tarde se inhalaría, inyectaría y fumaría por sus efectos narcóticos. Entonces sí, la heroína se recetaba a los niños, y aunque ahora nos referimos a ella como una de las drogas más adictivas y peligrosas que existe, esta historia del pasado, hoy por hoy, se ha concertido en nada más que una curiosidad.

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