Cuando empezamos una relación, a menudo nos preguntan qué es lo que nos gusta de la otra persona, si es su sentido del humor, su sonrisa, su manera de hablar… Normalmente, uno no sabe qué contestar cuando está enamorado. Es todo y es nada. Ni siquiera sabes qué es, porque no es algo racional ni lógico. Obviamente, te encanta su sonrisa, su mirada, su voz, sus manos… y una lista inacabable de detalles de su físico y su personalidad, incluso su forma de hacer cualquier cosa por tonta que sea, ya que en ese estado de embriaguez emocional todo sobre la otra persona te parece maravilloso.
Pero cuando pasa esa fase inicial del enamoramiento, empiezas a ver matices en el otro, incluso sus defectos. Además, vives situaciones diferentes y no siempre brillan esas cualidades que viste tan claramente al principio. Le ves enfadado, triste, nervioso, inseguro, cansado… Habrá días en que no sonría con esa boca que te enamoró, ni saque a relucir ese sentido del humor tan agudo que tiene y tanto te gusta. ¿Qué pasa si deja de hablarte al oído como hizo la primera noche, o si pierde ese cuerpo tan atlético que tenía cuando os conocisteis?
Las personas no cambian nunca del todo, excepto en cuanto a sus células, que según los científicos nos hacen completamente nuevos cada siete años. Lo que está claro es que muchas cualidades seguirán ahí, pero no todas estarán ni brillarán siempre con la misma intensidad. Por eso podemos querer a alguien aunque se opere la nariz, por mucho que nos enamorase antes de operarse, y podemos seguir incondicionales aunque el otro pase una temporada más triste de lo normal, o se encuentre cansado.
Quien te quiere de verdad, sabe ver tu fuerza cuando te muestras más frágil, y tu belleza cuando asoma todo tu dolor.
Es muy cómodo estar cuando todo va bien, y a menudo, si siempre nos mostramos perfectos e incorregibles, no podremos saber si el otro nos quiere por lo que somos o por interés. Precisamente, en esos momentos, cuando no todo es tan fácil y perfecto, cuando no conectáis con la misma intensidad que muchas noches en que sí lo habíais hecho, es cuando demostramos que nos queremos, que nos gusta el otro por ser quien es, ni más ni menos.
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