Después de siglos de misterio irresoluble, el Códice Voynich ha sido por fin descifrado. No ha sido un humano el que se ha llevado tal mérito, sino la Inteligencia Artificial. El libro más misterioso del mundo está a punto de dejar de serlo.
Un grupo de científicos de la Universidad de Alberta han empezado a emplear sistemas informáticos basados en inteligencia artificial para descifrar el misterioso Códice Voynich. Para los que no lo sepan, se trata de un misterioso escrito que desde hace siglos se intenta conocer su contenido, pero hasta la fecha nunca ha sido posible.
Las primeras investigaciones conocidas relatan que data del siglo XV pero que fue descubierto en el XIX y, hasta la fecha, no ha podido ser traducido. Después de que el pasado mes de septiembre unos investigadores asegurasen de que se trataba de un compendio ginecológico -y el rechazo de esta teoría por una parte de la comunidad científica-, es ahora cuando el profesor de ciencias de la computación Greg Kondrak, experto en procesamiento del lenguaje natural, y su estudiante Bradley Hauer han llegado a la conclusión de que se trataría de una guía de herbología y que estaría escrito en hebreo antiguo.
Su primer reto se centró en averiguar en qué idioma se había elaborado el código, cuestión que alimenta polémicas entre los expertos desde hace dos siglos. Para ello, la inteligencia artificial estudió 400 idiomas diferentes sacados de la «Declaración Universal de los Derechos Humanos» para identificar sistemáticamente el idioma. Inicialmente, se formuló la hipótesis de que el manuscrito Voynich estaba escrito en árabe pero, después de ejecutar sus algoritmos, resultó que el idioma más probable era el hebreo. «Eso fue sorprendente. Y solo decir 'esto es hebreo' es el primer paso. El siguiente paso es cómo lo desciframos», afirmó Kondrak para Folio, el medio de la Universidad de Alberta.
Kondrak y Hauer formularon la hipótesis de que el manuscrito fue creado utilizando alfagramas (palabras a las que se ha alterado el orden de sus letras, de modo que no es reconocible), definiendo una frase con otra, ejemplar de las ambigüedades en el lenguaje humano. Asumiendo eso, intentaron encontrar un algoritmo para descifrar ese tipo de texto codificado. «Resultó que más del 80 por ciento de las palabras estaban en un diccionario hebreo, pero no sabíamos si tenían sentido juntas», dijo Kondrak.
Después de buscar infructuosamente a eruditos hebreos para validar sus hallazgos, los científicos recurrieron a Google Translate. Así, la primera frase sería «Ella hizo recomendaciones al sacerdote, al hombre de la casa, a mí y a la gente», «frase rara para comenzar un manuscrito, pero que tiene sentido», asegura el investigador.
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