Como cada día en la mañana, Stephanie y Dillon fueron a ver a su pequeño hijo de 3 años para corroborar que estuviese bien. Les extrañaba no haberlo visto ya correteando por la casa, jugando y saltando por todos lados. Cuando entraron, vieron que el pequeño Collin estaba aún acostado y quieto, solo mirando fijamente a sus padres.
¡Collin no podía mover sus piernas! Por algún motivo, las tenía paralizadas. Aterrados, los padres lo llevaron a emergencias mientras intentaban recordar qué podría haber causado el problema. Entonces un detalle surgió: el día anterior se había caído y golpeado la cabeza mientras jugaba, pero no pareció problemático en ese entonces, pues el niño tan solo se volvió a parar y siguió jugando.
¿Había sido un error no haberse preocupado más por el golpe? Acongojados, los pobres padres no sabían qué pensar. Pero los doctores del centro asistencial pronto descartaron una lesión a nivel cerebral: los resultados eran normales.
Y, aunque esto fuera así, Collin empeoraba con cada minuto que pasaba. Cada vez más partes de su cuerpo empezaban a quedarse completamente quietas, hasta llegado el punto en el cual no podía hacer más que respirar. Su cuello estaba tan rígido que ni siquiera podía comer o tragar.
La situación era tan crítica que Stephanie y Dillon tomaron una drástica decisión: trasladar a su hijo a un hospital pediátrico en Memphis, más grande y mejor.
Cuando llegaron, fue atendido por un equipo de doctores que fue capaz de dar con el culpable de la parálisis de Collin. Algo externo le estaba causando el problema y era… ¡una garrapata escondida detrás de su oreja!
El insecto se había adherido a la piel del pequeño y había empezado a succionar la sangre. El problema es que algunas garrapatas poseen una neurotoxina en sus glándulas salivales. Esto significa que mientras la garrapata se alimenta, la toxina entra al torrente sanguíneo. Como consecuencia, se produce la llamada "parálisis ascendente", que comienza por las piernas e imposibilita el caminar.
Si los excelentes doctores del hospital de Memphis no hubiesen descubierto la causa a tiempo, bastaban solo 30 minutos más para que Collin sufriera un infarto al corazón. Por suerte, los profesionales encontraron al desagradable intruso y pudieron retirarlo rápidamente.
Por fortuna, los fatales efectos de la neurotoxina comienzan a desaparecer rápidamente apenas el insecto es removido del cuerpo. En consecuencia, Collin comenzó a recuperar la movilidad de su cuerpo pocos minutos después.
¡Qué alivio para estos afligidos padres! Por unos minutos, pensaron que lo perderían para siempre. Los casos de parálisis por garrapatas son muy raros y, por ello, difíciles de diagnosticar. Se requiere gente muy minuciosa que revise todos los rincones del cuerpo para poder descubrir en dónde se está ocultando el inesperado huésped.
Por suerte, la rápida reacción de los padres junto con un excelente equipo médico salvaron la vida de Collin. ¡Qué alegría para la familia! Siempre hay que estar atentos a que estos peligrosos insectos no se adhieran a nuestro cuerpo. Esta es una reacción muy poco conocida y le puede pasar a cualquiera, ya que las garrapatas están presentes en muchos jardines y parques. Así que ya sabes: si tu hijo presenta una parálisis ascendente, podría tratarse de esto. Recuerda siempre revisar todo el cuerpo para ver si hay algo extraño que pueda estar causando los problemas. ¡Podría salvarle la vida!
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