“Si a los 30 años no he ganado 1 millón de pesos, me suicido”.
Un joven Pablo Escobar se hizo esta promesa a sí mismo. Es uno de los múltiples detalles que Juan Pablo Escobar desvela sobre la vida de su padre en el libro Pablo Escobar, mi padre.
"Después de procesar y vender ya una buena cantidad de kilos de cocaína, mi padre cumplió con creces su vieja aspiración de ser rico antes de los 30 años", recuerda Juan Pablo Escobar. Su padre tenía 26 años cuando depositó no 1 sino 100 millones de pesos en un banco colombiano.
1. Exorcismo
Juan Pablo Escobar nació en 1977 y vive desde hace años en Argentina bajo la identidad de Juan Sebastián Marroquín. Ahora, ha exorcizado viejos demonios familiares y personales a la vez que ha tejido un fascinante relato de una época que es en parte una herida social todavía por cicatrizar.
Como si fuera una obra descontextualizada de realismo mágico latinoamericano, en la historia de Juan Pablo y su familia se entremezclan la magia más colorista y la más negra muerte.
2. Fantasía
A priori, la vida parece fácil cuando tu padre es el rey del mundo. Pueden ser años maravillosos. Pablo Escobar era el rey del mundo cuando el pequeño recibió un regalo extraordinario en su 9º cumpleaños: un cofre con las cartas de amor originales que Manuelita Sáenz le escribió al libertador de América Simón Bolívar.
4 años después, a los 13, Juan Pablo ya tenía un apartamento de soltero con “una silla para hacer el amor”, según recuerda en el libro.
Hablamos de crecer con chocolates traídos desde Suiza para su primera comunión, 50.000 dólares en pólvora importada de China para festejar cada año nuevo o una colección de motos que, entre las de alta velocidad, moto-cross y agua, alcanzaba más de 60 ejemplares cuando Juan Pablo solo tenía 11 años.
3. Narcolandia
Gran parte de la infancia de Juan Pablo transcurrió en la Hacienda Nápoles, una gigantesca finca que su padre adquirió al año de nacer su hijo.
“La Hacienda Nápoles tenía gasolinera propia, 27 lagos artificiales, 100.000 árboles frutales, la pista de moto-cross más grande de América Latina; parque jurásico con dinosaurios a escala real, 2 helipuertos y pista de aterrizaje de 1.000 metros, 1.700 trabajadores, 3.000 hectáreas, 3 zoológicos, y 10 casas distribuidas por todo el terreno”, recuenta Juan Pablo.
Pablo Escobar compitió en varias carreras de coches. El pequeño Juan Pablo le acompañaba
En aquella finca la familia Escobar pasó sus mejores años. Allí jugaban Juan Pablo y su hermanita Manuela, nacida en 1984. Sus compañeros de juegos no eran otros que los fieles escoltas personales de su padre. Todos compartían espacio con cisnes, jirafas, gacelas, tigres, hipopótamos, elefantes, cocodrilos o aves en peligro de extinción traídas de contrabando.
La Hacienda Nápoles se hizo tan conocida en Colombia que la empresa líder de refrescos Postobón grabó allí un spot en 1983. El propio Juan Pablo Escobar es uno de los chicos que aparece en el anuncio con una cámara de vídeo.
Aquella grabación debió de ser de las pocas veces que Juan Pablo estuvo rodeado de otros chicos de su edad. "Yo no tenía amiguitos, no era lo mismo ser hijo de García Márquez que de Pablo Escobar Gaviria”, reconoce en uno de los momentos más crudos de sus memorias.
4. Emprendizaje
Aquel mundo irreal se había construido gracias al tráfico de cocaína a gran escala. El poder de Pablo Escobar se puede ilustrar con apenas dos datos. En su momento de mayor apogeo, Escobar fue considerado como el 7º hombre más rico del mundo. Desde su Cártel de Medellín se controlaba el 80% de cocaína que se movía en todo el planeta.
Aquel hombre al que le gustaba posar disfrazado de Al Capone o Pancho Villa era fanático de las historias de Bonnie & Clyde o James Bond. Poseía Porsches, Mercedes y hasta una diligencia del Oeste americano, además de una clara visión comercial.
Pablo Escobar compartió toda su vida con Victoria Henao. Se casaron cuando ella tenía 15 años. Él la sacaba 11
El negocio de la cocaína se vio favorecido por la falta de controles legales a finales de los años 70. La mismísima revista Newsweek publicaba en mayo del 77 un reportaje en el que aseguraba que el polvo blanco estaba de moda en las mejores fiestas, servida en bandeja de plata con caviar y champán Dom Perignon.
Pablo supo emprender y explotar la oportunidad. En el momento más dulce para los cárteles, la coca colombiana se llegó a repartir el territorio norteamericano. Medellín surtía a Florida y el sur y Cali, a Nueva York. La demanda de cocaína era tan increíblemente grande en EEUU que los cárteles no se pisaban mercado.
Juan Pablo y su padre delante de la Casa Blanca de Washington. Es 1981 y aun no es el hombre más buscado del continente
Una de las reglas de oro del tráfico de drogas es aquella que dice que el traficante no debe consumir. Pablo también la cumplía. Su hijo asegura en sus memorias que El Patrón no consumía cocaína. Únicamente se reseña el consumo de un porro de marihuana. Y apenas bebía alcohol.
El éxito creció y llegaron los problemas. El principal de todos ellos tenía un nombre: extradición. Estados Unidos comenzó a reclamar que la justicia colombiana enviase al país norteamericano a los responsables de aquella especie de invasión narco.
Pablo Escobar tomó entonces una decisión que cambiaría su vida.
5. Guerra a muerte contra el estado
Tras una campaña populista, consiguió ser elegido suplente en la Cámara de Representantes en 1982. La estrategia era clara: con ese cargo, no podían extraditarle.
Sin embargo, una campaña de prensa destapó de dónde provenía su poder. La inmunidad parlamentaria desapareció. Comenzaba la guerra total entre Pablo Escobar y el estado colombiano que sembraría el país de atentados. El grito de esta guerra era "es mejor una tumba en Colombia que una cárcel en Estados Unidos".
Escobar prefirió el gesto de la victoria al del juramento cuando asumió como suplente en la Cámara de Representantes
Acorralado, acordó entregarse a la justicia en 1991. Hasta el desenlace final, pasaría 2 años en la cárcel de lujo conocida como La Catedral. Juan Pablo recuerda que por allí se acercaron a visitarle los jugadores mundialistas René Higuita, Leonel Álvarez, Víctor Aristizábal, Faustino Asprilla y el técnico Francisco Maturana.
6. Último acto: la 3ª bala
Pablo Escobar consiguió fugarse, pero la guerra no parecía tener fin. Los atentados que ordenó los sufría la población civil y entre ellos también se encontraba su propia familia, cercada por sus rivales y la policía.
El propio Pablo estaba totalmente rodeado cuando el 2 de diciembre de 1993 la imagen de su cuerpo muerto sobre un tejado de Medellín dio la vuelta al planeta.
Le habían alcanzado 3 balas. La 1ª, del hombro a la boca, y la 2ª, en el muslo izquierdo, le dejaron malherido en el suelo.
La 3ª bala le entró por el oído derecho.
“Tengo la plena certeza de que ese disparo lo hizo mi padre de la manera y en el lugar donde siempre me dijo que se pegaría un tiro para que no lo capturaran vivo: en el oído derecho”, sostiene más de dos décadas después su hijo Juan Pablo.
Pablo Escobar no solo se prometió ser rico antes de los 30.
También dijo: “A mí nunca en la gran puta vida me van a atrapar vivo”.
Y esta, también la cumplió.
'El narcotráfico le dio todo a mi padre y también se lo quitó todo. Hasta la vida' (Juan Pablo Escobar)
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