Ellos que siempre sonríen, que fueron la inspiración para inventar la palabra extrovertido y hacen uso de ella con una autoridad aplastante. Por todos aquellos que vivieron en primera persona los sinsabores de una personalidad que lo único que pretende es abrirse paso en un mundo donde sentarse a tomar un café con un desconocido parece ser un acto arriesgado propio de un interno de un manicomio. Por ellos y por todos los que a veces tenemos que sufriros, aquí una sencilla forma de entenderlos.
1. No están ligando, solo amplían el círculo
Quien no se haya encontrado siempre en una tesitura parecida, miente. El extrovertido parece que siempre está ligando. Tanto es así que incluso si la otra persona es del mismo sexo llegarás a cuestionarte su identidad sexual. Son amistosos, amables y no se sabe por qué motivo extraño, siempre tienen una sospechosa sonrisa en los labios. Los amas pero también los odias, porque tienen respuesta ingeniosa para todo y cuando te juntas con ellos tienes la sensación de que eres la persona más insípida del mundo. Los extrovertidos son como tu perfume: da igual la cantidad que te pongas, siempre llegará alguien que te hará sombra porque el suyo huele más fuerte. Bienvenido al mundo de la simpleza de los bolis BIC. Ellos son como un Pilot y tú… pues eso.
2. Invaden tu espacio vital constantemente
Siempre están toqueteando. Quieren abrazarte todo el rato, todo el tiempo y a todas horas. Encuentran una excusa perfecta para lanzarse sobre ti y darte un abrazo, y tienen la manía de acercarse tanto al hablarte que tienes miedo de que en cualquier momento te planten un beso. Dan codacitos cuando hablan para buscar apoyo a modo complicidad y si gastan una broma que haya hecho gracia sabrán mantenerla hasta que resulte cansina del todo. No conocen los límites porque el límite son ellos en sí mismos.
3. No pueden parar de comentar en las películas
El silencio es una costumbre que no entra en rutina diaria. No lo conocen porque no lo practican, hablan y hablan y no se cansan nunca. Todo lo comentan, todo lo gesticulan, todo tienen que hablarlo. Y si das con ellos es una peli de terror más vale que te prepares mentalmente y te vayas haciendo fuerte porque aunque la película sea una mierda ellos conseguirán meterte el miedo en el cuerpo. Te cogerán de la mano y te la estrujarán fuerte y de su boca solo saldrán interjecciones. No te preocupes si lo único que te apetece es meterles un calcetín en la boca, es un derecho que debería estar recogido en la Constitución.
4. Si van a un festival, salen con 20 números distintos en su agenda
¿Pero de dónde cojones sacan esa facilidad para hacer amigos? Siempre están conociendo gente. Siempre a tope con la gestión de números nuevos en su agenda del móvil. Salen de cañas y pam, nuevos colegas por todos los lados. Que hay un gorrilla pidiendo pasta al terminar de aparcar, pues nada, colegas también. Que le presentas a tu mejor amigo, pues olvídate de tu mejor amigo porque él será su nueva alma gemela incondicional, eterna y la que más mola. Y tú te sentirás chiquitito y nimio porque serás la sombra de la sombra de la sombra que siempre le acompaña. Y no intentes hacerte el gracioso para molar más que él. Un extrovertido siempre mola más que tú, y si intentas ir de guay, se nota. Ve al rincón de pensar y cuando moles, vuelves.
5. Es imposible andar con ellos por la calle
Al hilo de lo anterior. Andar con uno de ellos por la calle es pararse cada tres minutos para esperar a que se cuente la vida a modo resumen con cualquiera de los que se haya topado. Todos le conocen, a todos conoce. Son los reyes del mambo, la salsa picante, los señores del barrio. Se saben la vida de cualquiera porque son imanes para ejecutar y procesar información y además te la cuentan con una naturalidad aplastante. Really?
6. Su vida es un gif constante
No sabemos qué clase de atracción rara y enfermiza tienen con los gifs pero los conocen todos y todo lo que puedan decir con una imagen será más potente que cualquier palabra. En su cajón de cosas importantes guardan todos memes de Julio Iglesias, vídeos de Frozen, emoticonos y textos que desatan la abominable fuerza de las risas. Y aunque tú intentes igualarte a ellos para hacerte el chulo en plan “vas a flipar con lo tengo”, ellos que son unos modernos ya lo habrán visto antes. Lo sentimos, a la próxima será.
7. El discurso del extrovertido se basa en una máxima
El optimismo, la vida feliz, la sonrisa a modo Pantoja que se les tatúa en la cara, y un “dientes, dientes, que es lo que les jode” que practican 24/365. Si las cosas van mal, no te preocupes, el extrovertido te cura. Que te sientes raro, llama a un extrovertido. Que no sabes cómo entrarle a la persona que te hace tilín, el extrovertido te iluminará. Son amantes de los viernes, usan las cervezas como remedio a todo. Además tienen una habilidad especial para encontrar la frase célebre que todo lo cura y ser la enciclopedia de las decisiones certeras basadas en la alegría de la huerta y el Carpe Diem. Vamos, que son tan jodidamente perfectos que los miran y…
Y aún así, a pesar de todo, quien tiene un extrovertido tiene un tesoro. Porque aunque nos jodan las películas y nos roben a nuestros amigos, los extrovertidos nos salvan y son todo un icono para sobreponerse a la tristeza en tiempos de mierda. Acércate a uno, quédate cerquita y ellos te ofrecerán un máster con distintas técnicas para empezar a vivir. Quiéreles y te darán lo mejor, aunque sean codacitos cansinos y conversaciones hasta las tantas porque no se callan ni debajo del agua. Por vosotros y para siempre. Brindemos.
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