Es posible que alguna vez te hayan pillado hablando solo e interrumpiendo esa charla tan interesante que estabas teniendo contigo mismo. Y que te hayan preguntado que quién hablabas y tú le respondieses “con nadie, te lo ha parecido”. Porque tenemos interiorizado que hablar solos es uno de los primeros síntomas de la locura y oye, a ninguno nos gusta que insinúen eso. Pero vamos a romper este falso mito y lo haremos con rotundidad.
Tener reflexiones contigo mismo no solo no es de locos, sino que es incluso beneficioso. Un estudio realizado por los profesores y psicólogos de la Universidad de Pensilvánia Gary Lupyan y Daniel Swingley, demostró que las personas que hablan consigo mismas mientras buscan algo lo encuentran antes. Esto se debe a que nombrar lo que buscas en voz alta hace que tu cerebro trabaje con más eficiencia y refuerza la memoria.
La clave está en la relación que ejerce tu cerebro con tus ojos cuando pronuncias lo que buscas. Por ejemplo, si estás intentando encontrar los plátanos en un supermercado y lo repites en voz alta (aunque la gente te mire), tu mente se centrará en buscar cosas de color amarillo y de formas curvadas. Claro que esto solo funciona si sabes cómo es lo que estás buscando. Por otro lado, la mejor manera de ordenar tus pensamientos es verbalizándolos. Tu cerebro procesa constantemente una gran cantidad de ideas, la mayoría inconexas y muy deprisa. Si piensas en alto obligas a tu cerebro a echar el freno y procesar más despacio, lo que te facilita la organización de tus pensamientos y, por tanto, te ayuda a tomar decisiones más eficientes.
Asimismo, otra ventaja de expresar lo que piensas en voz alta es que puede ayudarte a ver que estás equivocado e, incluso, a encontrar un planteamiento mejor. ¿Cuántas veces has dicho algo y justo después te has dado cuenta de que habías metido la pata? Mejor practica tu velocidad mental cuando estés a solas, ¿no?.
Y seguro que alguna vez te habrás fijado en esos deportistas que se gritan a sí mismos durante las competiciones. Tanto que puede parecer que se les ha ido la olla. Nada más lejos de la realidad. De hecho, a efectos psicológicos es casi igual de motivador escuchar halagos provenientes de tu propia boca que si te los dice otro. Oír algo positivo refuerza convicción cuando persigues un objetivo.
Ten cuidado con lo que te dices
Hay que andarse con tiento a la hora de tener una conversación con uno mismo sin que se convierta en un mal hábito. Decirte las cosas a ti mismo, según de qué forma, puede reforzar ideas equivocadas.
Está bien que prefieras ensayar posibles conversaciones con otras personas para estar prevenido y es, sin duda, la mejor manera de dominar tus nervios. Pero ojo con esto, porque más de una discusión fuerte habrá provocado. Poner en boca de otro palabras que salen de tu mente puede prepararte para algo irreal. Cuando tengas la conversación de verdad y tu interlocutor se desvíe del guión que tú habías ensayado, no solo te perderás en el dialogo, sino que podrías llegar a enfadarte y no a no controlar tus respuestas. Mantén la calma y, recuerda, piensa despacio.
Otra cosa es que tiendas a decirte cosas negativas en vez de autoafirmarte. A veces somos nuestros propios detractores y, del mismo modo que escuchar un halago te refuerza, escuchar una crítica negativa te hunde poco a poco. Flaco favor te haces cuando vocalizas pensamientos malos hacia tu propia persona. Si haces algo mal no te digas “eres idiota”, mejor di “la próxima vez lo haré mejor”.
Por tanto, a partir de ahora cuando alguien te pillen hablando solo no sientas vergüenza, porque te estás haciendo un favor. Y si no lo hacías, prueba a ver. Tal vez hayas encontrado a tu mejor aliado.
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