Desde que nacemos y durante toda nuestra vida, pero especialmente en la infancia, cualquier vivencia sirve para construir nuestra personalidad y la manera en que interpretamos la realidad. Los acontecimientos traumáticos, leves o graves, como unos hermanos puñeteros, una madre irascible o un padre maltratador, nos dejarán una herida y condicionarán el resto de nuestras vidas si no hacemos algo para evitarlo.
Es como si todos nosotros lleváramos una mochila que se va llenando de creencias negativas o limitantes que vamos adquiriendo con el paso de los años. Si, desafortunadamente, tuvimos un profesor que nos repetía lo inútiles que éramos y que no llegaríamos a nada en la vida, es muy probable que ese mensaje haya quedado grabado en nuestro subconsciente. Sin saberlo, a cada proyecto que emprendamos, este mensaje subconsciente volverá a saltar y nos impedirá conseguir nuestras metas por pequeñas que sean. Esos mantras harán que ni si quiera te atrevas a intentarlo, o que dejes de insistir después del primer tropiezo.
Así, piedra a piedra, la mochila se va llenando, y cuanto más peso lleves sobre los hombros, más te costará hacer cualquier cosa que te propongas. Emprender, ser creativo o incluso disfrutar de tus relaciones te resultará difícil, ya que cada paso que des hará que te sientas agotado y puede que llegues a sentir apatía por todo o desarrolles depresión paulatinamente.
Un psicólogo puede ayudarte a tomar conciencia de que existe esa carga y a que vayas deshaciéndote de ella para que desates todo tu potencial. Lo único que te impedirá cumplir tu sueño son tus miedos y las trabas que te pongas a ti mismo.
Un profesional también te enseñará a gestionar tus emociones de manera sana. Que si te molesta algo de alguien, se lo digas en el momento y de la manera más eficaz para solucionar el problema, en vez de que te lo vayas guardando hasta que un día explotes de una manera totalmente desproporcionada y en el lugar menos pensado. Cuántas parejas no se enfrascan en discusiones absurdas llenas de reproches sobre cosas que no dijeron en su momento y que, poco a poco, van minando la relación.
Identificar tus inseguridades y encontrar las herramientas para que, a pesar de ellos, puedas seguir adelante es algo que a menudo no podemos hacer sin ayuda. Porque el miedo, el odio, la rabia y todas las demás emociones son igual de necesarias que la alegría o la serenidad. Pero lo más importante es aprender a dosificarlas y no aferrarnos a ellas para conseguir una vida mucho más estable y más ligera mentalmente.
Tienes que saber que, sin embargo, ningún psicólogo podrá evitar que sucedan cosas que te hagan sufrir, pero tu manera de verlas y afrontarlas decidirá si te hunden o las utilizas para que te hagan más fuerte. Hay muchísimos tipos de psicólogos, de coaches y terapeutas que te pueden ayudar cuando la vida con esa mochila, de pronto, se hace demasiado cuesta arriba. Incluso tú mismo puedes y (por tu bien) debes trabajar tus emociones e intentar identificar esos pedruscos que te hacen cada paso más duro.
Lo esencial es que tomes conciencia de que tú tienes la llave que puede convertir tu paso por este mundo en la miseria más absoluta o en el viaje más maravilloso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario