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domingo, 19 de junio de 2016

Grupos De Tíos En Whatsapp Con Fotos Porno Y Otros Ejemplos Del Nuevo Machismo

Si alguien te vuelve a decir que el machismo ya no existe, que no acaba de entender por qué tanto revuelo, que a su alrededor las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, dile que abra un poco los ojos. Cuando los sueldos de ellas sean un 18% más altos, cuando haya un 3% menos de mujeres en paro, cuando cada año haya 27.000 víctimas menos de violencia de género y 60 mujeres menos asesinadas por sus parejas, entonces podremos empezar a hablar. Es cierto, las cosas hoy en día han cambiado, y también que estamos mejor que muchos otros países del mundo, pero no hay que dejarse engañar.

Porque el machismo sea más sutil no significa que no exista ni que no haga daño. De hecho lo que se da hoy en día es el NUEVO MACHISMO (NM).

En los inicios del Rap todas las mujeres eran pussies, zorras o nenitas. Algunas cantantes femeninas hicieron esfuerzos para entrar en la escena del hip-hop y posicionarse de igual a igual con respecto a sus congéneres, y cuando se empezaba a respirar un ambiente sanote de MCs majetes intentando hacer rimas consonantes, aparece el Trap; la melodía del NM. Mejor que definir esta “tendencia musical”, veamos algunas letras de los grupos más famosos del Trap:

Tu coño es mi droga…
Me chupa la polla hasta que se ahoga
Vale…

No me gustarías, si no fueras una puta,
Me gusta que mi puta sea una puta
Sin palabras.

Grupos de penes parlantes en Whatsapp

“Le metía un pollazo en toda la cara”, “¡Vaya culazo!”. Por suerte, pronunciar frases como éstas en público, está hoy día mal visto. Parece que algunos hombres se sienten tristes por no poder hablar por boca de su pene, a lo albañil. Es por este motivo que cada vez son más frecuentes los grupos de Whatsapp creados con el único fin de intercambiar pornografía barata entre hombres. Bromas cutres (yo he visto con repugnancia a un coño cantando el “caloret del verá”), chistes machistas o mujeres de plástico desnudas son el 99% del contenido de estos grupos. Los más cavernícolas afirman que las mujeres heteros también hablan igual de los hombres cuando no están delante… ¿Ah sí? ¿Y a cuantas conoces que tenga un grupo de Whatsapp exclusivamente creado para pasar vídeos de pollas enormes bailando la lambada?

Desnudos en serie

Roma, Spartacus, Juego de Tronos, Californication, Narcos… Tetas, culos y tetas. Supongo que en un inicio tanto despechugue fue un acto de transgresión. Nos pasamos miles de horas de nuestras vidas sin ropa y resultaba raro que en las tele viésemos a todos quisqui vestido (¡Venga ya! que sólo los mormones follan en pijama!) Sin embargo hoy en día, eso se ha convertido en una exigencia de guión de toda serie de éxito:

Guionista: Mi historia trata sobre los tejemanejes en una tierra rollo medieval donde hay dragones, asesinatos a cascoporro, muertos vivientes…

Productora: Lo siento, no nos interesa.

Guionista: ¡En cada capítulo aparece dos tetas nuevas!

Productora: ¡Contratado!

Es cierto, también se han visto penes y culos de hombres en la ficción televisiva, pero si ponemos en una balanza los desnudos de ellos y los destapes de ellas, la balanza estalla.

Locas hembristas nazi come-bebés

Mujer: Creo que el machismo está muy arraigado en nuestra cultura…

Otro u otra: ¡Feminazi! ¡Hembrismo! ¡Abajo el feminazismo! Ni hombres ni mujeres, todos somos lo mismo.

Este diálogo exagerado (o quizás no tanto) explica a la perfección la mejor arma defensiva de NM. Algunos y algunas (no olvidemos que las mujeres también perpetúan el machismo criticándose constantemente unas a otras) se defienden vinculando el feminismo, siempre que pueden, al III Reich. En realidad son hombres y mujeres cobardes que no aceptan que para que exista una igualdad que beneficie a todo el mundo, las mujeres deben empoderarse.

Resumiendo: en los tiempo antiguos, el marido de una mujer que había sido violada de forma colectiva por los enemigos de su tribu, la descuartizó y la envío en 12 pedazos a sus familiares para que dejaran de hacerse los remolones y empezaran la guerra (aparece en el Antiguo Testamento… de acuerdo que no es una fuente 100 por 100 fiable, pero nos da una idea aproximada de las movidas misóginas de hace 3.000 años). Nosotros no vivimos en esa realidad, pero aún nos queda mucho por hacer, lo primero combatir las nuevas formas de machismo.

El Máster Que Debería Existir Para Enseñarte A Tener Una Relación Sana Y Duradera



Relaciones de pareja hay muchas. Pero que duren más de 5 años y que se sigan queriendo sin tirarse los trastos a la cabeza, más bien pocas. También están las ‘no relaciones’ duraderas. Esas parejas que llevan muchos años de buena convivencia, pero en las que ya no hay ni química, ni ilusiones, ni proyectos comunes, ni nada.

El principal culpable de las frustraciones amorosas tiene sus raíces en esos cuentos idealizados con final feliz que todos veíamos de pequeños y que obviaban algo muy importante: ¿seguían juntos el príncipe y la princesa después de 10 años? O peor aún: ¿seguían estando bien?. Lo que está claro es que si quieres seguir con tu pareja forever and ever tienes que currártelo muy mucho. De hecho, no entiendo por qué las universidades todavía no ofertan un Máster en Relaciones Sanas y Duraderas, sería tan necesario que habría que hacerlo obligatorio y tendría asignaturas como estas:

Sois dos, no uno

Hay que ser felices por separado. Frases tipo: “Sin ti no soy nada” o “Solo tú me complementas” son un fraude. Aprende a estar bien contigo mismo y libérate de la dichosa ‘necesititis’ de la que tanto habla el psicólogo Rafael Santandreu en su libro Las gafas de la felicidad (si no lo has leído, te lo recomiendo).

 Al garete las idealizaciones

Se puede ser romántico, pero no tonto. La vida real no siempre es de color de rosa y las relaciones tampoco. Hay que vivir los desencuentros con naturalidad. Y, sobre todo, sin dramatismos. Recuerda: nada es tan importante.
Un toque de magia, por favor

Una cosa es que vivas en los mundos de yupi y otra, muy distinta, es que seas un sieso monumental. Los detalles del día a día ayudan mucho. Échale tronquitos al fuego, anda.

Hablando se entiende la gente, y las parejas

No solo hay que desnudarse en la cama. También hay que compartir sensaciones, sentimientos, miedos, inseguridades… Y sobre todo, saber hacerlo. Ya sabes: respeto, delicadeza y MUCHA confianza.

Diversión al poder

Hay que reírse más, amigo. Compartir planes, risas y probar cosas nuevas juntos. Salir de la famosa zona de confort te hará más feliz. Tengas o no tengas pareja.
¿Sexo? Por supuesto

Después de 5 años es lógico que la pasión no sea la misma. Y quien diga que sí, miente como un bellaco. ¿La solución? Probar cosas nuevas ALWAYS.

Y, por último, ten paciencia

Nadie se libra de las crisis, ni de las malas rachas. Lo importante es saber afrontarlas, no desesperarse y, si es necesario, pedir ayuda. No hay mal que cien años dure. Si es así, quizás es que no es la persona. Y por mucho que duela, tendrás que aceptarlo.

En definitiva, cúrratelo. Currároslo mucho. Sin obcecarse, claro. Llegar a viejetes juntos y felices no es fácil. Según el informe ‘Nupcialidad y ruptura en España’ del 2015 se rompen 7 matrimonios de cada 10 que se celebran. Pero no es imposible. Y, si lo consigues, puedes estar muy orgulloso. Es algo MARAVILLOSO.

Cuando Es Difícil De Mirar Pero Te Pone Mogollón

Te ha pasado. Te has encontrado con una persona que es la antítesis de lo que considerarías guapo. A lo mejor tiene una nariz extraña o unos dientes rarísimos, como un piano estrellado; a lo mejor es una de esas personas que no tienen un gramo de carne, de esas que parece que están hechas exclusivamente de codos y rodillas, y a ti siempre te haya gustado tener lorzas que agarrar; o puede que sea una bola y que, en principio, nunca hayas sido fan de los kilos. Puede que tenga una voz horrible. Puede que pertenezca a la tribu urbana que más odias, pero le quieres y no puedes evitarlo. Bueno, quien dice querer, dice que te enciende como una mecha.


La cosa es que esa persona, físicamente, no cumple en absoluto el canon y, es más, ni siquiera cumple tu canon particular. Porque probablemente tienes un tipo. No es un tipo específico, pero tienes tus manías. Puede que te den mucha rabia las barbillas con hoyuelo. Puede que no soportes los brazos delgaditos. Puede que de toda la vida te hayan gustado las barbas o las pelirrojas, que te pierda la gente alta o la gente baja, la gente más joven que tú o que te saque una década, lo que sea. Y de repente, te encuentras con esa persona que tiene algo que tu cuerpo sabe pero que tu cerebro no y te pone hasta el máximo. Miras a esa persona y, de forma inexplicable, te galopa la sangre y se te acelera la respiración y tienes que hacer esfuerzos bastante grandes para no gruñir ligeramente, al más puro estilo Neanderthal.

Dicen que nos bastan cinco segundos para saber si somos o no compatibles sexualmente con una persona. Cuestión de feromonas. Las feromonas son “sustancias químicas segregadas por un animal cuya liberación influye en el comportamiento de otros de la misma especie”. O lo que es lo mismo, que vamos soltando por ahí unas sustancias que los demás huelen y, de forma inconsciente, les provoca atracción o rechazo. Y eso explica que nos ponga tanto gente que resulta hasta difícil de mirar o de escuchar. Por eso, a veces, nos pone muchísimo alguien que ni siquiera nos cae bien. Porque hemos olido sus feromonas y las malditas hablan un código que nuestro cuerpo entiende pero nosotros no.



Lo interesante de todo esto es que las feromonas son mucho más reales que el canon. Muchos de nosotros podríamos ponernos de acuerdo en quién es guapo o guapa de forma ‘objetiva’ porque compartimos un marco cultural que ha generado unos estándares de belleza. Pero el atractivo es otra cosa. Muchas veces, la persona más atractiva no es la más ‘bella’ o, mejor dicho, la más canónica. A veces, un cuerpo está bien para mirarlo pero no para saborearlo.

Por eso, a lo mejor, deberíamos hacer más caso a nuestro cuerpo y menos a nuestros prejuicios.

Sé Que Mi Amigo Le Está Poniendo Los Cuernos A Mi Amiga Y No Sé Qué Hacer

Cuando me contaron que mi amigo le estaba poniendo los cuernos a mi amiga, lo primero que sentí fue incredulidad. Llevaban unos tres años juntos y, al menos desde fuera, su relación parecía casi idílica. Mi primera reacción fue defender a mi amigo y asegurar que él no haría algo así. Reconozco que fui bastante injusta: me enfadé con la persona que me lo contó. Luego le pedí disculpas. Pero en el momento lo que pensé es que estaba dando crédito a cotilleos infundados y eso me cabreó muchísimo.
Sin embargo, a partir de ese momento no pude evitar estar con los ojos más abiertos. De forma inevitable, estuve más pendiente a las señales. Y las señales fueron apareciendo. Durante un par de semanas, estuve intentando quitar importancia a las cosas que veía, pero la situación fue volviéndose evidente. Si se hubiera tratado de un desliz, nadie se habría enterado y, probablemente, me habría costado menos hacer la vista gorda. Un día tonto lo tiene cualquiera. Pero lo que estaba construyendo mi amigo era una especie de relación clandestina y, como el mundo es muy pequeño, al final todo se sabe.


 Yo sabía perfectamente que mi amigo tenía que tener sus motivos para hacer lo que estaba haciendo. Durante años me ha demostrado que es una gran persona y por eso me resultaba tan difícil admitir que estaba haciendo algo tan feo. Podía entender que se hubiera enamorado de otra persona, pero no me entraba en la cabeza que estuviera engañando a mi amiga. De verdad que no era capaz de entenderlo.
El problema estaba en que su pareja, la persona engañada, era mi amiga también. Y callarme algo tan grave me ardía por dentro. Porque si hubiera sido ella quien se hubiera enterado de que mi pareja me estaba engañando y no me lo hubiera dicho, yo lo habría considerado una traición. Pero si le decía lo que sabía, estaba traicionando a mi amigo. Vamos, que hiciera lo que hiciera, tenía que traicionar a alguien, así que la perspectiva era, desde cualquier ángulo, un horror.


Además, había otro punto, y es que no me sentía con la potestad de entrometerme. A día de hoy, lo de hablar con personas que me importan sobre sus relaciones sentimentales me pone en bastante conflicto. Es muy difícil encontrar el equilibrio entre estar metiendo las narices donde no te llaman y mirar a otra parte. ¿Tenía derecho a destapar lo que estaba pasando entre mis amigos? ¿Las parejas son micro-cosmos donde los demás no estamos invitados? ¿O mi papel en esa amistad me obliga a compartir una información que mi amiga necesitaba saber? ¿Cómo puedes opinar sobre una relación si no la estás viviendo?
Al final, tuve que tomar una decisión. Llamé a mi amigo y le dije que lo sabía. Le dije que sentía entrometerme pero que entendiera que no podía hacer la vista gorda ante lo que estaba haciendo. Pero que había querido hablar con él antes porque él también es mi amigo. Le dije que tenía que tomar una decisión: o romper con mi amiga o romper con la nueva chica. Que se lo debía a los buenos tiempos que habían pasado. Que se lo debía a sí mismo, porque él no es un cobarde. 

Y, después de tomar mi decisión, dejé que él tomara la suya.

sábado, 11 de junio de 2016

Puede Que El 'Carpe Diem' Sea Solo Una Gran Mentira Que Nos Intentan Colar

Seamos conscientes de que en esta época desenfrenada de hedonismo -¡y bienvenido sea!- nos la jugamos si ponemos en tela de juicio el atractivo mantra del Carpe Diem. Aprovecha el momento. Disfruta el instante, aquí y ahora. “¡Oh, capitán, mi capitán!” era el grito legendario de aquel estupendo Club de los Poetas Muertos de la película. Allí se contaban versos como estos:

“Toma las rosas mientras puedas;

veloz el tiempo vuela,

la misma flor que hoy admiras

mañana estará muerta”.

Hasta aquí, intachable la filosofía de vida. Pero démosle una vuelta: bajo esta aparente profundidad y gozo sublime puede aflorar una falsa idea de libertad que nos convierte en un engranaje consumista.

Decía Kerouac, uno de esos autores que debes leer sí o sí y que vienen al caso: “La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo”. Carpe Diem de manual. Sensacional On The Road. Sin duda. Estamos ante la obra maestra de la ‘Generación Beat’, el mito de la Ruta 66 de EEUU, la meca del romanticismo y la vida bohemia, la sacrosanta mezcla literaria inspirada en la poesía, las drogas y el deslumbrante jazz de entonces. Suena de maravilla. Fue un caldo de cultivo delicioso que invitaba a exprimir cada instante.

Nada que objetar. O quizá sí. Porque aquí llega la mentira del Carpe Diem. Nos la jugamos. Esto se escribió en 1957, unas seis décadas atrás y, en pleno 2016, seguimos recibiendo mensajes similares, con este trasfondo desenfrenado, un bombardeo publicitario que convierte en moda lo que fue transgresor. Y ahí nos han colado lo del presente continuo, el aquí y ahora, la moneda de cambio de casi todos los anuncios.

La felicidad no consume

Lo del Carpe Diem está muy bien, pero te regala la gloria con una mano mientras te atenaza con la otra. Basta leer otro librazo llamado 13,99€ para darse cuenta del lado más chungo del mercado. El placebo de la supuesta felicidad, más fugaz que eterna. Lo escribió Beigbeder en el 2000 y, con las nuevas tecnologías, esto de consumir vorazmente y disfrutar el momento -sin pensar en lo que vendrá luego- no ha hecho sino expandirse sin fin. La alegría de vivir todo ya. Y ya.


Beigbeder narra la historia de un publicista sin escrúpulos, un genio como los personajes de Mad Men, de esos que nos venden un Carpe Diem tan abrumador que picamos siempre. Spot tras spot. Porque -cómo no- manda la novedad. “Soy el tío que os hace soñar con esas cosas que nunca tendréis. Os drogo con novedad, y la ventaja de lo nuevo es que nunca lo es durante mucho tiempo. Siempre hay una nueva novedad para lograr que la anterior envejezca. En mi profesión, nadie desea vuestra felicidad, porque la gente feliz no consume. Necesitáis urgentemente un producto, pero, inmediatamente después de haberlo adquirido, necesitáis otro”.

La felicidad no vende

¿Y si nos están colocando el Carpe Diem continuo para tapar nuestras miserias? Para que nuestra alegría perpetua sea una espiral que nos hace comprar y consumir y comportarnos como autómatas para no afrontar cosas que no nos gusta ver. Empezamos a olvidar lo que era el aburrimiento. Ansiamos más dosis de aquí, de ahora, de yo, de ya, de esto y de aquello.


Ante estos desvaríos, ¿qué me podrán decir de la mentira del Carpe Diem en un lugar como N-Acción, la Asociación para el Desarrollo del Coaching y la Inteligencia Emocional? “El presente es importante para vivir lo que deseo vivir. Ayudamos a las personas a centrarse en sueños para convertirlos en objetivos a alcanzar día a día. Cómo alcanzar la satisfacción de forma secuencial, gradual y llena de logros que nos hagan felices“, señala la ‘coach’ Elena Fernández. Porque, a veces, mirar el horizonte te brinda una perspectiva fabulosa frente al camino sin freno.

Cerramos el círculo vicioso y recordamos que incluso en El Club de los Poetas Muertos dicen: “Vive intensamente cada instante, lo que no significa alocadamente”. Porque es genial la locura, pero conviene pensar que mañana será otro día. Y que hay muchos intereses empujándonos al incansable Carpe Diem.

Pero la hipoteca, los problemas, ese trabajo que no has terminado, la reunión pendiente o la salud no entienden de esta filosofía. Vamos a darlo todo ya, siempre, de acuerdo, pero recordemos que, como a Woody Allen, nos debe interesar el futuro porque es el sitio donde pasaremos el resto de nuestras vidas.




Ese Momento En El Que Crees Que Nunca Volverás A Conocer A Nadie Más

Sueles darte cuenta después de una ruptura. Pero un tiempo después. Debe encuadrarse después de todas esas fases de negación, rabia, tristeza… Cuando ya empiezas a ver la luz al final del túnel, cuando ya no te provoca arcadas la simple idea de imaginar que te podría tocar otra persona que no fuera tu ex. Ese momento en el que puede que incluso hayas intentado quedar con alguien, pero después de un resultado infructuoso te rindes al desánimo y a las evidencias: “es muy probable que nunca vuelvas a conocer a nadie más”.

Y lo dices, y lo asumes, y no pasa nada. Morirás solo, pero es lo que hay. Porque no imaginas cómo podrías volver a interesarte genuinamente por otra persona, ni mucho menos enamorarte. Te da hasta pereza pensarlo. Mientras tanto, tu entorno te mira con resignación después de haberte dicho mil veces aquello de “ya verás como encuentras a alguien que vale la pena”, o “esto es solo una etapa”, “no te preocupes, que alguien aparecerá”.


Cuando lo piensas racionalmente, te das cuenta de que probablemente tengan razón y te acuerdas de aquel amigo que tuvo esa ruptura tan estrepitosa y dramática pero que al cabo de unos meses conoció a la que hoy es la madre de sus hijos y con la que tuvo una relación maravillosa y feliz. Pero también te acuerdas de la amiga divina que, después de dejarlo con el novio de siempre, todo el mundo pensaba que la soltería pasaría por su vida de forma anecdótica, pero que pasaron y pasaron los años y ahí sigue.

También te intentas convencer de que solo estás bien. De que “viva la soltería”, de que tú no necesitas a nadie, y suena tan bien cuando lo dicen otros, que te lo llegas a creer. Pero en el fondo te entra la morriña de la vida en pareja, del mítico sofá-peli-manta, de las escapadas de finde, de las comilonas con la familia del otro, de la confianza absoluta y de todo eso que cuando estás dentro ya no parece tan bonito.

Otra de las verdades como puños que te suelen lanzar es que “encontrarás a alguien cuando dejes de buscar”. Pero eso que es tan fácil de decir, resulta serlo bastante menos de hacer, porque implica autoconocimiento e implica crecimiento personal. Hay que ponerse a trabajar, solo o con la ayuda de un profesional, para conseguir superar esas dependencias emocionales que te hacen ansiar la compañía. Hay que abrazar la soledad y abrazarse a sí mismo para no tropezarse y caer en la primera relación que pase por delante, sino lanzarse premeditadamente y de cabeza solo a aquella que realmente valga la pena.

Muchas personas, cuando están solteras, creen que encontrar pareja será la solución a sus problemas, pero solo después de la fase de enamoramiento, en la que todo parece perfecto, se dan cuenta de que no solo los problemas siguen ahí, sino que han aparecido otros nuevos y no se puede huir de ellos. Así que el desasosiego de pensar que no se volverá a conocer a nadie solo es una señal que te alerta de que no estás viviendo plenamente y de que si te vuelves a meter en una relación, será igual a la primera que se acabó rompiendo. Entonces entiendes por qué te decían aquello de “deja de buscar y encontrarás”.

Lo Que Aprendí Después De Que Una Pareja Infiel Me Rompiera Por Dentro

Cuando todo ha pasado, cuando por fin has conseguido que se te vaya esa sensación en el pecho de “arrancadme este dolor, por favor” es cuando agradeces que haya pasado por tu vida esa persona que no merecía ni haberte conocido.

La teoría siempre ha sido muy fácil y si fuéramos expertos en la práctica, este texto ni siquiera existiría. Y aunque yo he llegado a sentir que ese dolor no se iba a ir nunca, ahora mismo puedo decir que: haber tenido el peor ex novio que se podía tener ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Puede que nos hagamos más mayores  pero lo que no podremos hacer es ser más tontos de lo que fuimos soportando mentiras, engaños y vaciles.


Cuando te encuentras en tu camino con una pareja que no te valora y además te tiene sobre seguro (porque así se lo haces ver dándole más oportunidades de las que deberías) tienes dos opciones: seguir perdiendo el tiempo y lamentarte o poner fin.

1. Si te miente, te está mintiendo en todo

Una pareja que te miente hasta en detalles absurdos, lo estará haciendo con detalles que no lo son tanto. Que alguien que supuestamente te quiere, sea capaz de decirte falacias a la cara sin pestañear es una clara prueba de que seguramente te este ocultando la información más importante de todas: te ha sido infiel o es capaz de serlo.

2. Será la persona que mejor te manipule

Cuanto más lo perdones después de haberte hecho daño, más experiencia tendrá en saber qué te tiene que decir para que le perdones otra vez. Porque te calentará la oreja con cosas preciosas que, para ti, que significan todo, cuando en realidad serán palabras tan vacías que son NADA.

3. Cuando el río suena, agua lleva

Si ya te han engañado y mentido, aunque perdones, vienen los celos. Esos celos que ya no son un problema de inseguridad por tu parte, sino que es más bien una premonición constante de lo que te va a hacer. Estás alerta es porque ves posible que te engañe otra vez y en la mayoría de los casos, así es.

4. Te odiarás a ti mismo

No sabrás como habrás llegado a ese momento en el que a esa persona le perdonas todo y sin embargo, tú cada vez te odias más porque te estás dando cuenta de lo mal que te tratas a ti mismo.

5. Tus amigos siempre estarán ahí, pero el que tiene que estar eres tú

Por muchas veces que te hayan visto llorar, despotricar y sufrir, serán los primeros que te digan que no sigas con esta situación, aceptando a su vez que sigas haciendo el tonto y perdiendo el tiempo. Al final, ellos estarán ahí para lo que necesites, mientras que tú, te irás abandonando poco a poco manteniéndote en un estado anímico que te estará alejando de ellos.

6. No me quieras tanto y quiéreme mejor

Cuando te das cuenta por fin de que esa persona que te encandila, en realidad no se merece ni un minuto de tu tiempo, tiene lugar la relación sentimental más importante de tu vida: tú y tú. Por fin te estarás tratando a ti mismo como te mereces. Por muy tópico que suene, si algo he comprobado con las relaciones tóxicas es que si no te quieres a ti mismo, nadie lo hará.

7. Cuanto mejor estés, más coñazo te darán

Porque sí, esto también sucede.  El día en que eres tú la que desaparece e incluso comienzas una relación normal, sana y decente, aparece comportándose como te hubiera gustado que lo hiciera cuando estabais juntos. Y te sorprendes a ti mismo haciendo lo que tiempo atrás ni te imaginabas: no coger el teléfono. Porque efectivamente, hay que seguir queriéndose a uno mismo aunque lo malo esté superado.

8. No todo el mundo es así

Y desde luego,  las personas que vengan después no tienen la culpa. Que por tu vida pasara alguien que no te trató como es debido, no significa que todo el mundo te vaya a hacer lo mismo. Afortunadamente, cuando has pasado por alguien que te ha tratado como el betún lo primero que aprendes es a superar un dolor del que crees que no vas a salir.

Y ¡sorpresa! No solo sales, sino que además te haces más fuerte y menos predispuesto a aguantar tonterías. Pero una cosa es no pasar ni una, y otra cerrarse en banda y no dejar que pase nadie más por tu vida. Que alguien no te mereciera, no significa que todo el mundo sea así. Y eso realmente, es con lo que te tienes que quedar. Dejar atrás a los fantasmas y saca algo de provecho de todas las mentiras que tuviste que tragarte. Y ten claro que hay personas que harán que todo merezca la pena.

Mandé A La Mierda Ese Rollo De Tener Que Ser Perfecta, Y Funcionó

Hoy he venido a decir que me rindo, que es imposible llegar a todo. No puedo estar al día con todos mis amigos, dar el 110% en el trabajo, consolidar una relación idílica con mi novio, comer cada día 5 piezas de fruta y verdura cuatro días a la semana, vivir en una casa en perfecto orden y limpieza, entrar en una 38, hablar con mis padres por teléfono el número de veces por semana que ellos consideren correcto y mantener todas mis redes sociales actualizadas. NO PUEDO.

La búsqueda de la perfección es un auténtico coñazo, además de conducirte a una frustración constante y a la decepción, en un momento u otro, de los que están a tu alrededor. Si no es el colega que se cabrea porque no sabe de ti en dos meses, es tu hermana que se queja porque ya no se acuerda de tu cara. A las mujeres se nos exige esto y mucho más. Sí, lo siento hombres del mundo, pero las mujeres tenemos el listón más alto y el sentimiento de culpa más a flor de piel. Si no rindes al máximo en el curro, es que tienes la regla o te afectan las hormonas. Mamá te hace sentir que la has abandonado porque no la llamas todo lo que ella quisiera y te envía wasaps tipo “espero que estés bien, me gustaría oír tu voz”. Y si llegas a casa extenuada por un día de mierda, ahí llega el reproche de tu pareja por no tirarte a su cuello cual perra en celo.

Hay más eh. Si queréis vamos a lo físico. También me resulta imposible tener un pelo perfecto e hidratado cada tres días con mascarilla dermoprotectora, pasar cinco horas a la semana en el gimnasio, estar depilada de forma que no asome ni un microscópico pelo, lo de salir a la calle maquillada lo doy por descontado, exfoliar la piel, echarte anticelulitica, una limpieza bucal en el dentista una vez al mes, lavarte los dientes con la pasta y usar enjuague bucal, cortarte las puntas cada dos meses y no tener los talones agrietados.

Me adelanto a la respuesta fácil: todo esto lo sientes porque tú eliges someterte a la sociedad de la imagen. Pero No. Yo ni elijo ni dejo de hacerlo. La realidad se impone y mientras que los diferentes productos de belleza femeninos podrían dar la vuelta a la tierra tres veces, los de los hombres caben en un bolsillo. Por supuesto que si un día no quiero echarme rimmel o me apetece meterme una pizza entre pecho y espalda en lugar de subirme en la elíptica, lo voy a hacer. Pero los cánones que llevan años atenazando al género femenino, pesan. Y mientras que todos flipáis porque Hugh Jackman está con una mujer objetivamente más fea que él, a nadie le sorprende que Jennifer López haya tenidos dos hijos con Marc Anthony.

Luego ya, en otro nivel, querrán que tengamos críos pero que a la vez mantengamos todo lo demás: que seamos culturalmente activas, leamos cinco libros al mes, estemos al tanto de los últimos estrenos, llevemos todas las series al día porque, si no, te ‘espoilean’, que leamos los artículos más interesantes, que hayamos visto el último capítulo de Salvados y sepamos todo de los pactos políticos. Es inviable. Así que esto es un alegato contra el sentimiento de culpabilidad. Si no se llega a algo, no pasa nada. Y si te cruzas en el metro con una tía de pelo suave y sedoso, seguro que lleva tres meses sin escribir a su más íntima amiga, o toda la semana pifiándola en el trabajo. ¡Vivan las mujeres imperfectas!

En Una Generación Tan Llena De Miedos, Decir 'Te Quiero' Es De Valientes

Lo reconozco: no dije “Te quiero” a ninguna de mis dos últimas parejas. No fueron relaciones demasiado largas ni especialmente relevantes. Pero probablemente no fueron relaciones largas ni relevantes porque ninguno de los dos dijo “Te quiero”.

Creo que mis relaciones pasaron a ser ambiguas cuando salí del pueblo. Crecí en un pueblo muy pequeño, donde mi círculo social era muy chiquitito y conocía a cada uno de sus integrantes perfectamente. Digamos que había poco donde elegir y, en medio de ese pequeño círculo, siempre había alguien que resaltaba. Esa era la persona que escogías y centrabas tus esfuerzos en vivir algo con ella, porque tenías claro que era la única que te interesaba de esa manera. La apuesta, por así decir, era fácil: no podías imaginarte con nadie más.


Pero de repente sales a un mundo más amplio y las opciones se vuelven casi infinitas. En cuanto sales a la calle tienes ante ti un catálogo interminable de personas que son, a su vez, un catálogo inacabable de potenciales parejas. Y todas y cada una arrastramos una mochila de decepciones y de relaciones tóxicas: parejas absorbentes que intentaron aislarnos, parejas indiferentes que nos tomaron por una mascota, personas que jugaron con nuestros sentimientos. A veces, esa persona fuiste tú y tienes miedo de repetir el patrón. A veces, sufriste ese tipo de experiencia y te da pavor volver a verte en esa situación.

Y la solución que hemos encontrado ha sido relacionarnos, pero poco. Porque somos humanos y necesitamos querer y sentirnos queridos, pero eso es muy peligroso. Porque entendemos que, si queremos, somos vulnerables. Entendemos que, si queremos, pueden hacernos daño. Y entendemos que, si nos quieren, podemos hacer daño. Así que es habitual encontrarse en relaciones tácitas, relaciones que buscan sólo la parte agradable de estar juntos (sexo, compañía, diversión) pero que tratan de eliminar todo lo que supone un riesgo (compromiso, apoyo mutuo, crisis). Y, cuando las cosas se ponen difíciles, nos separamos sin ruido y volvemos a ojear el catálogo andante que hay ahí fuera.

Creo que no decimos “te quiero” porque supone una apuesta. En el momento en que le dices a alguien que le quieres, estás distinguiéndole sobre el resto de personas. Y desde ese momento, estás demostrando que no sólo te interesa la parte amable de la relación sino también la parte cruda. Y en un mundo donde es tan fácil eliminar a alguien y sustituirlo, eso es un acto de valentía sin precedentes. 

Querer nos pone en una situación de vulnerabilidad y sería hipócrita negarlo. Por muy independientes que seamos, por muy completos que estemos, en el momento en que distingues a una persona en el océano de gente que existe, estás dándole la posibilidad de hacerte daño. Eso es un hecho. Porque esa persona va a ser, para ti, más importante que la mayoría de la gente. Pero querer nos hace fuertes y, decirlo, más todavía. Porque estamos haciendo las cosas explícitas. Estamos apostando. Estamos decidiendo. Y sólo una persona fuerte es capaz de soportar un desengaño o un rechazo. Una persona valiente sabe que querer puede doler, pero no romper. 

Y, al fin y al cabo, no es cuestión de acertar sino de apostar.

El Estudio Que Demuestra Que Ser Cotilla E Irse De La Lengua Mola

“Tía, tía, ¿sabes quéeeeeeeeee?”, y te dejas llevar por esa satisfacción máxima de contar un cotilleo bien jugoso y dejar patidifuso a tu interlocutor. Las malas lenguas te considerarán un cotilla, una mala persona, pero de-eso-nada. La ciencia dice que eres un ejemplo de evolución, la mayor prueba de que el ser humano ha avanzado. Eres grande. Porque “los cotilleos son nuestra manera de obtener información sobre los grupos para mejorar y protegernos a nosotros mismos”.

Ahí queda eso. Y no lo digo yo, lo dice Elena Martinescu, profesora de la University of Groningen in the Netherlands. En su artículo publicado en la revista Personality and Social Psychology Bulletin, Martinescu llegaba a la conclusión de que los chismes negativos son un arma de defensa que nos permite estar alerta frente a los peligros que se nos puedan presentar. Algo así como una coraza que nos protege ante posibles ataques.


En la misma línea se encamina el estudio llevado a cabo por la psicóloga Lisa Feldman Barret, de la Universidad del Noreste de Boston. “El cotilleo te ayuda a discernir entre quién puede ser un amigo y quién un rival, y eso es sinónimo de evolución”, asegura en sus conclusiones. Es todo cuestión de pragmatismo, como también explica Frank McAndrew, profesor de psicología del Knox College de Galesburg: “durante años, la gente ha dicho que mostrar interés por las vidas ajenas es un defecto, pero no es así. Es parte de lo que somos, algo biológico y que denota una evolución correcta del hombre”.

¿Por qué? Porque ya desde que el hombre primitivo vivía en pequeñas comunidades, debía estar preparado para enfrentarse a los desconocidos. Y ahí te la jugabas, porque ser demasiado confiado y salir de tu cueva ante la llamada de otro homínido podía suponer que jamás volvieras a entrar. En este sentido, McAndrew defiende el cotilleo como arma: “alguien que habitualmente monitoriza quién duerme con quién, y quién es amigo de quién, se enfrenta al mundo con información y saldrá adelante”.

Saber cómo actúan los demás, ya sea la vecina del quinto o Lady Gaga, nos dota de información sobre nuestro entorno y nos prepara para vivir en él. ¿Que Adele la ha cagado haciendo esto? Ya sabemos que no lo debemos hace así. ¿Que Obama ha triunfado diciendo esto otro? Podemos tomar ejemplo. ¿Que a la amiga de la amiga de nuestra prima le ha dejado el novio por hacer determinada cosa? Podemos extraer una lección de su desgracia.

Y, además, estamos entretenidos, porque la información es poder y el chismorreo, une, porque nos permite encontrar a personas con nuestros mismos intereses y conformar nuestros grupos según nuestras preferencias, además de que nos ayudan a autoevaluarnos.

Así que, la próxima vez que alguien te critique por comentar la vida de otro alguien, te miren mal por tragarte algún programa del corazón o te menosprecien por poner la oreja para escuchar una conversación ajena, no te preocupes. No eres un cotilla. Bueno, sí. Pero eso es bueno. Estarás bebiendo de una fuente de información que te ayudará a ser mejor persona. Y, encima, te echarás unas risas.

Cómo Levantar Tu Ánimo Cuando Lo Tienes Por Los Suelos Y No Sabes Por Qué

A veces estamos tristes sin motivo aparente, quizá sea porque nos parecemos al clima, que hay días en que nos despertamos soleados con una gran luz en la cara, y otros nos sentimos más bien grises…

En momentos así, tenemos la tentación de pasarnos el día en la cama, o mirar por la ventana mientras escuchamos una canción melancólica. De pronto, lees un artículo que te dice que hagas deporte para sentirte bien, y sientes que sería lo último para lo que tienes fuerzas. Entonces, ¿cómo salir de ese estado y animarte?


La tristeza se parece a una copa cargada: te sube poco a poco y hay un momento en que sabes que si sigues bebiendo no habrá vuelta atrás. Por eso, el primer remedio contra los días de bajón es la prevención: el deporte no hay que hacerlo cuando ya estás triste, sino cada día, como el que se bebe un zumo de naranja todos los desayunos para no constiparse nunca.

Está demostrado que también hay alimentos que nos afectan al estado de ánimo:

Si tomas salmón, atún y otros pescados azules, mejoras tu estabilidad emocional gracias al Omega 3. Lo publicaron en la revista Nature Neuroscience, a partir de un estudio del INSERM.
Los frutos secos, la leche y los huevos ayudan a reducir el estrés y el insomnio gracias a una sustancia llamada triptófano.
La fenilalanina, presente en la carne y el pescado, está demostrado que es antidepresiva y analgésica.
La fruta y la verdura no solo sirven para la operación bikini: gracias a la vitamina B y C, aportan vitalidad y energía.
Somos como esponjas y muchas veces nos olvidamos: todo lo que nos pasa durante el día nos afecta más de lo que creemos. Podemos elegir cuánto nos afectan las cosas, pero solo hasta cierto punto, y por eso más vale que elijamos qué dejamos que esté presente en nuestro día a día, para poder tener una vida y unas emociones más acordes con lo que queremos.

Si pasas muchas horas con una persona tóxica que se dedica constantemente a criticar y quejarse, luego no pretendas sentirte lleno de vitalidad y positividad, porque las emociones se contagian. Está bien si te animas a probar de contagiarle tú el buen rollo para que no sea a la inversa, pero no todos los días estamos lo suficientemente fuertes como para sobrevivir a un amargado: las dificultades diarias ya nos consumen bastante la energía y no siempre es fácil estar al cien por cien.

Por eso es tan importante elegir las compañías, la alimentación, la música que escuchamos y las actividades que hacemos, porque mañana seremos la suma de lo que hoy hayamos dejado entrar en nuestra vida.

Algunos Momentos De Tu Vida En Los Que Te Superaste Sin Darte Cuenta

Más vale que empecemos a darnos cuenta. No somos los mismos de hace un par de años. Ni siquiera somos los de hace un mes. Poco a poco vamos construyendo nuestra personalidad y ésta va cambiando en base  a nuestras experiencias. Porque la vida se trata de eso, de acumular enseñanzas y habilidades hasta que llega un día, miras atrás y piensas: joder, es verdad que lo hice solo. 

 Cuando aprendiste a decir ‘NO’

Porque, hasta entonces, para no quedar marginado, para que no te mirasen mal, para no ser blanco de críticas, decías a todo que sí. Aunque no te apeteciera nada. Aunque fuese en contra de tu verdadera voluntad. Hasta que un día pensaste: “¿por qué tengo yo que hacer esto si no me apetece, no me gusta o no me parece bien?”. Y ahí, cambiaste. Porque aprendiste a decir que no.

Cuando ayudaste a aquella persona mayor

A subir la compra, a cruzar la calle, a sentarte un ratito a su lado para darle conversación. Porque tú ibas por la vida sin preocupaciones y, muchas veces, no te dabas cuenta de lo que ocurría a tu alrededor. Pero un día le visto, y decidiste que tenías que hacer algo. Y ahí, cambiaste. Porque aprendiste a ponerte en el lugar del otro y a echar una mano cuando es necesario.

 Cuando luchaste por tus derechos

Porque antes huías de cualquier situación que generase controversia. ¿Tú, reclamando en una tienda por un producto defectuoso? Jamás. ¿Tú, exigiendo a un camarero la hoja de reclamaciones después de un servicio horroroso? Qué va. Con tal de no discutir, decidías seguir con tu vida. Hasta el día en el que dijiste basta y decidiste pelear por tus derechos. Y ahí, cambiaste. Porque empezaste a ser lo suficientemente adulto como para entender que lo revolucionario es hacer lo que consideras que es justo. Y bien hecho. 

Cuando descubriste que se puede ser feliz solo

Sábado por la noche. Planazo con los colegas. Cambios de última y todo cancelado. Tus colegas se descolgaron del plan y te quedaste con cara de idiota en casa. Vuelta a ponerte el pijama y a ver eso que llaman ‘tele’ y que ocurre los sábados. Pero a ti te dio igual, porque descubriste que tener unas horas para ti, para estar a solas contigo mismo, también era un plan genial. Y ahí, cambiaste. Porque en otro tiempo te hubieras tirado de los pelos por quedarte colgado un sábado por la noche.

Cuando se fue la luz en casa

Y gestionaste la avería tú solo sin despeinarte. Porque ya no tenías a papá y a mamá para hacerlo. Un día, súbitamente, la luz de tu casa se fue y te asustaste. Pero eso duró poco: enseguida llamaste al servicio técnico, bajaste a hablar con el portero, fuiste a casa del presidente de la comunidad. Hiciste todo lo necesario para que la luz volviera antes de que se te empezasen a descongelar los san jacobos. Y ahí, cambiaste. Porque empezaste a ser independiente y a solucionar los problemas por ti mismo.

Pero tampoco hay que agobiarse ahora si no sabemos arreglar el grifo de la ducha o nos ponemos un poco nerviosos cuando no tenemos ni idea de cómo gestionar algo. Porque, en ocasiones, lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe.

Siempre hay alguien dispuesto a colaborar, y esa es la filosofía de la aplicación Jobbie, que te ayuda a encontrar a todas esas personas dispuestas a sacarte de un apuro. ¿Necesitas que alguien te arregle el ordenador, te ayude a llevar un sofá en su furgoneta o te eche una mano con tu trabajo final de grado? Jobbie lo busca para ti, te pone en contacto y te invita a ofrecer tus conocimientos a los demás, porque seguro que hay alguien que los necesita. Bonito, ¿no?