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lunes, 26 de diciembre de 2016

Miles de cuñados vuelven a hibernar hasta la próxima cena de Nochebuena

La naturaleza es sabia, y por eso nos deja disfrutar del maravilloso espectáculo del florecer cuñado sólo una vez cada 356 días. En breve, si no lo han hecho ya, exhaustos de darnos consejos sobre la vida, tecnología, gin tonics y política, la mayoría de homínidos del género homo cuñadensis volverán a sus cuevas para dormir, opinar en la sección de comentarios de los periódicos digitales y recuperar fuerzas hasta el año que viene.

Los de su especie suelen gastar todas sus energías en una noche. Después, tras hacer acopio de víveres y Torres 5, volverán a un estado de letargo. Excepto que sea año de Eurocopa o despierten en un vano intento de procrear lanzando frases de dudoso gusto a las hembras de su especie.

El año que viene, por estas fechas, volveremos a disfrutar de los cuñados en su máximo esplendor. Un placer similar al de escuchar la berrea del ciervo, observar el apareamiento de calamares en el Pacífico, o sentir como un proctólogo te explora con unos guantes comprados en un concierto de Judas Priest. ¿Podremos aguantar hasta el año que viene?

Desde el observatorio para la cría del cuñado en libertad de ADENA se insta a los familiares a no retener al espécimen en casa, forzándolo a seguir con su cháchara pomposa y egocéntrica. Un consejo bastante idiota, ya que nadie ha intentado retener a un tipo así jamás.

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