Dicen que la fe mueve montañas, pero mueve aún más corazones.
Sea cuál sea nuestra religión, un buen acto representa cualquier fe. Nos conecta con esa esencia divina que todos los seres humanos guardamos en nuestro interior.
El Papa Francisco, el máximo representante de la religión católica del mundo, estoy segura que, se le recordará siempre por todas las muestras y obras de bondad que ha hecho como muy pocos Papas habían logrado antes.
Hace bien poco, protagonizó una dulce escena que bien podría haber terminado de una forma menos afortunada.
El Papa Francisco, nacido en Argentina, ofreció una homilía a una delegación invitada de las Olimpiadas Especiales, en la que participan personas con discapacidad intelectual.
Durante la ceremonia, una niña con síndrome de Down se acercó al él. Se quedó mirando atónita al Papa Francisco mientras sus padres intentaban, inútilmente mediante gestos, que regresara a su asiento.
La pequeña que desobedeció a los padres, decidió permanecer al lado del Papa Francisco, y cuando él se dio cuenta de la situación… ¡Su reacción fue enormemente tierna!
El Papa la invitó amablemente a sentarse junto a él, incluso le tomó la mano mientras recitaba las Sagradas Escrituras.
El momento llenó de calor los corazones de todos los asistentes, en una imagen que se ha hecho viral en redes sociales de todo el mundo.
Muchas personas, incluso las no católicas, elogiaron la forma de actuar del pontífice con esta pequeña.
“No soy católica, no creo en Dios, pero esto es absolutamente hermoso. No respeto a muchas personas religiosas, pero definitivamente respeto al Papa”, se leía en uno de los comentarios de Facebook.
Sea cual sea nuestra religión, es un orgullo ver cómo el representante de una de las mayores fes de Occidente tenga tanta calidez humana.
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