Muy pocos han tenido la suerte de vivir en primera persona un fenómeno como este. En este caso, ha sido Jonathan Nimerfroh, el surfer y fotógrafo afortunado que ha disfrutado de estas increíbles olas de hielo, y no en una, sino en dos ocasiones. La primera vez fue la ola de frío de febrero hace 2 años, y la segunda hace tan sólo unos días, en el ciclón bomba que sobrevoló Estados Unidos, que hizo que la temperatura del agua del océano en la zona de Nantucket, Massachusetts, descendiese a -11 grados centígrados.
Teóricamente, 2 grados bajo 0, serían suficientes para poder ver este excepcional paisaje de olas semi estables. Las fotos retratan la belleza de esos momentos, que duraron más bien poco: escasas horas más tarde, y con la ayuda de la luz del sol, el mar volvió a su consistencia habitual.
¿Cómo es posible algo tan idílico como que se congele el mar? Obviamente para que esto ocurra tiene que hacer frío, mucho frío. Todos sabemos que las bajas temperaturas son primordiales para que se congele el agua, pero no vale cualquier temperatura. Ese día había unos -11 grados, pero según la ciencia 2 grados bajo cero serían suficientes, siempre y cuando vayan acompañados de otros factores, como, por ejemplo, la salinidad del agua, que debe ser baja, ya que la sal contribuye a deshacer el hielo o evitar que se forme (motivo por el que es también utilizada en carreteras y aceras).
Además, otro elemento esencial es la falta de corrientes oceánicas. Las aguas han de estar tranquilas, que produzcan temperaturas más bajas por la inmovilidad, y la poca profundidad de las aguas. Definitivamente, será mucho más fácil ver las olas congeladas cuando están cerca de la orilla, en lugares donde apenas cubra.
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