Igual que a los 9 años alguien decide que eres suficientemente mayor para saber que los Reyes Magos son los padres y que no debes esperar más monedas, que el Ratoncito Pérez no es más que el cuento de un hada que se transforma en un ratón para derrotar a un malvado rey, ocultándose bajo su almohada y tras ello se le caen todos los dientes, alguien debería contarte ciertas verdades cuando cumples 16.
¿Y por qué a los 16? Pues porque es la edad perfecta para saber algunas de esas cosas, puesto que empiezas a tener ciertas libertades y expectativas, y, además, posiblemente ya te hayas llevado algún desengaño de alguna persona y puedes saber lo que se siente.
Allá van:
Probablemente el amor de entre los 16 y los 25 años no sea el amor de tu vida
Y ojo a todos los indignados que están pensando “el mío sí lo ha sido”, he dicho “probablemente”. Y esto tiene una explicación más que lógica: con esa edad, aún no sabes quién eres, qué quieres de la vida ni cómo piensas pasar por ella. No pasa nada. Tiene que ser así. Pero solamente sé consciente de ello, disfrútalo. Porque lo que sí es muy importante es lo que aprendes de cada experiencia y cada persona que conozcas a esa edad sabiendo que te queda mucho por delante. Así, a los 30 (que son los nuevos 20), cuando conozcas al verdadero amor de tu vida, sabrás cómo hacerlo mejor.
No le temas al Karma
En los últimos 3 años, de alguna manera extraña, el karma se ha convertido en “trending topic” de muchas retorcidas conversaciones. De lo que cuentan, lo creas o no lo creas, quédate con lo más importante. En la vida, con cualquier cosa que hagas, lo que proyectas cuando lo haces es determinante para su resultado. Si cocinas con cariño, sale mejor. Si tratas a la gente con una sonrisa y positividad, de alguna manera te responderán con lo mismo, y si no, la sensación que se te queda al hacerlo es mucho más placentera. Y ojo, de vez en cuando no pasa nada por no desearle a alguien el bien infinito, no desaparecerás por ello ni tendrás 10 años de mal augurio.
A la pregunta de “¿qué carrera quiero estudiar?” respóndete con un “¿qué quiero hacer el resto de mi vida?”
A los 16 años, tal y como está construida esta sociedad, solo nos han enseñado que al empezar los estudios debemos ser unos genios en matemáticas y física y que al acabarlos debemos estudiar una carrera, a ser posible ingeniería, para acabar trabajando en una multinacional alemana. Pues bien si es lo que quieres hacer el resto de tu vida, porque puede ser una experiencia maravillosa.
Pero si no, ten en cuenta que la felicidad no se mide solo con matrículas y orgullo paternal, sino que se mide en segundos disfrutados. Pasamos el 80% de nuestro tiempo trabajando, por lo que estaría bien que tuviera varios miles de segundos maravillosos. Baila, pinta, pilota, escribe, investiga, da las noticias o descubre la fórmula de la coca-cola; el abanico de posibilidades es tan grande como tu quieras.
Como en casa, en ningún sitio
Viajar es la mejor experiencia que puede vivir un ser humano. Pero una cosa es viajar y otra es irte a vivir a otro lugar. Y existen dos momentos en nuestra vida de crisis existencial con esto. El primero al acabar la carrera y tras un posible efecto erasmus del que vuelves y nada tiene sentido. Solo piensas en volverte a ir, aunque sea al Ártico. Pues bien, te irás y te darás cuenta de que hay lugares maravillosos por descubrir, pero para vivir, como en casa, en ningún sitio.
El segundo momento, si no te vas al acabar de estudiar y no has conseguido segundos de esa felicidad laboral, es en el que decides que te vas a “estudiar otro idioma”. Fantástica experiencia que recordarás siempre desde casa cuando algún día vuelvas. Porque volverás.
Ya no hay patrón
En el colegio te enseñaron que la vida era un “naces, creces, te reproduces y mueres”. De todo eso, a día de hoy, lo único inevitable que ocurra es la muerte (lo de crecer algun@s intentan posponerlo lo máximo). Si tienes la suerte de aparecer en esta vida, debes saber que no todo el mundo tiene que seguir ese esquema. Que hoy en día, se puede crecer un poquito más tarde y que las relaciones vienen y se van. Elige tu propio esquema de vida sin agobios, nada ni nadie te persigue.
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