Tanto si has visto el documental Cowspiracy, acerca de cómo la producción de carne es catastróficamente mala para el medio ambiente, como si simplemente escuchaste a alguien en una fiesta hablando, seguramente eres consciente de las consecuencias de la cría industrial de animales. Tal vez por ello no sea de extrañar que alrededor del 20% de los jóvenes de 16 a 24 años de edad en el Reino Unido ahora sigan una dieta vegetariana o vegana. Tanto si es una moda, como un cambio real en los hábitos de consumo, esto hace que inevitablemente uno se pregunte:
¿Qué pasa si dejamos de comer carne todos? ¿Perderían todos los ganaderos sus puestos de trabajo? ¿Seríamos más saludables y felices? ¿Las calles parecerían salidas de una película de Mike Leigh, en escala de grises, con un montón de gente sentada a quién la falta de proteínas había provocado caída del pelo, piel translúcida y hematomas? Veamos.
Esto ocurriría con el medio ambiente
Lo cierto es que comer carne contribuye en gran medida a los gases de efecto invernadero que producimos. Las vacas mastican y digieren hierba en el estómago sin oxígeno, y esto libera metano. Algo así como pedorretas tóxicas en cantidades industriales. Esa es la razón principal. Además, la forma en que se fertiliza el prado hace que las emisiones de gases creen efecto invernadero.
Así que en ese sentido, si todo el mundo dejara de comer carne, las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con los alimentos se reducirían en un 35%. Es el cambio de estilo de vida más grande al que podemos apuntarnos para reducir los gases de efecto invernadero, pues la alimentación actualmente constituye alrededor del 20% de las emisiones totales. Un montón a cambio de no volver a probar el jamón.
Por otro lado, si eliminásemos de la alimentación la carne, deberíamos entonces aumentar drásticamente nuestra agricultura. Todos a plantar repollos como si no hubiera un mañana. Aunque en realidad esto es algo que tendremos que hacer igualmente a causa del cambio climático. El sistema alimentario está siendo forzado a cambiar por el la seguía, los cambios en la población, y los conflictos armados. Lo cierto es que ahora mismo tenemos un sistema alimentario basado en una población que está siendo alimentada por métodos agrícolas muy, muy intensos.
¿Y sobre la salud?
Pues aquí no hay ninguna asociación real entre la carne blanca y el cáncer o los problemas cardiovasculares. Tiende a ser relativamente neutral. Pero la carne roja es otra historia Los últimos estudios revelan que las personas que consumen carne procesada tienen un mayor riesgo de sufrir cáncer de colon. Si nos fijamos en el aumento de cáncer por cantidad de carne roja comida al día, todavía es más sorprendente.
Sobre todo porque el cáncer de colon tiene la prevalencia más alta de cualquier tipo de cáncer disponible para hombres y mujeres. Por lo que parece, si reduciésemos nuestro consumo de carne procesada los riesgos de contraer cancer de colon se retraerían también. En la carne procesada se encuentra el bacon, las salchichas, el salami, el chorizo, y así sucesivamente.
Bromas aparte, lo cierto es que un cambio así no se puede hacer de la noche a la mañana. Nos ha llevado de 50 a 70 años, entrar en el lío en el que estamos ahora. Los gobiernos trabajan en estrategias alimentarias, para ayudar a la industria. Pero no se puede resolver así. Se necesitan cambios en la cultura de consumo, cambios en el modo en el que nos hemos acostumbrado a adquirir la bandejita de pollo del súper, sin saber, o sin que nos importe, el proceso que hay detrás.
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