La siguiente historia trata sobre una joven estadounidense de 22 años de edad que tuvo que ponerse a trabajar de niñera para poder permitirse pagar sus estudios.
Fue así como la joven, Kiersten Miles, conoció a la familia de George y Farra Rosko y sus tres hijos: Talia de 6 meses y sus hermanos mayores Tomas y Chris, de 3 y 5 años, a quienes tuvo a cargo de cuidado Kiersten.
Kiersten pasó grandes momentos con los pequeños, llegó a cogerles un enorme cariño haciéndose los cuatro inseparables. De pronto, cuando todo funcionaba tan bien, la pequeña cayó enferma y los médicos le dijeron que tenía muy pocas posibilidades de sobrevivir. Kristen no pudo contener las lágrimas de la tristeza tan grande al pensar que podía perder a la pequeña. A Talia le diagnosticaron una extraña enfermedad en el hígado que podía terminar con su vida en tan sólo dos años.
Kiersten empezó a cuidar a los tres hijos de la familia Rosko, pero los papás de Talia le pidieron que fuera muy cariñosa con su hija. Querían que se encargase de su pequeña una persona que fuese muy amorosa para irse más tranquilos a trabajar.
La niña sufría una enfermedad que hace que la bilis se acumule en el hígado provocando daños en el organismo. Necesitaba urgentemente un trasplante de hígado para sobrevivir. Durante meses, los padres dedicaron todo su tiempo a buscar un donante apto sin éxito.
Kiersten se encariñó muy rápido de la pequeña y quedó profundamente preocupada por su posible horrible final, por lo que comenzó a investigar la manera de ayudarla.
Tras hacerse unas pruebas descubrió que su tipo de sangre era O, compatible con todos los tipos sanguíneos que hay. Además, los estudios revelaron que era una donante compatible para Talia.
Sin dudarlo, Kiersten consultó con sus padres la decisión de ser donante de la pequeña y ellos la apoyaron conmovidos, sintiéndose tremendamente orgullosos de su hija.
Cuando se lo propuso a los padres de Talia, George comenzó a llorar, mientras que Farra le dijo: “¿Estás segura? Esto no es una donación de sangre”.
Los padres insistieron en darle dinero por su enorme y noble gesto, pero Kiersten se negó rotundamente. Finalmente, el 11 de enero se sometió a la extracción de parte de su hígado que rápidamente fue trasplantado a Talia.
Días después ambas se encontraron. “Simplemente verla me recordó por qué hice todo esto”, dijo Kiersten, quien tardó dos meses en recuperarse de la operación.
Y por otro lado, la pequeña, Talia, se recupera adecuadamente y a pesar de que tendrá que vivir el resto de su vida medicada, los médicos dicen que ya no vivirá dos años sino muchos, muchos más.
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