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miércoles, 30 de septiembre de 2015

Para Las Mujeres Cuyas Vidas No Son Cuentos De Amor

Hay mujeres cuyas vidas distan mucho de parecerse a una novela romántica, que hace tiempo que dejaron de soñar con príncipes azules y finales felices, o que directamente jamás lo hicieron. Mujeres que no planearon sus bodas desde niñas esperando que ese día se convirtiera en el momento culmen de sus existencias.

Porque hay chicas que escucharon a sus padres cuando las impulsaban a no tener que depender de nadie jamás. Que crecieron midiendo el éxito a partir de lo que conseguían por ellas mismas, que trabajaron duro para lograr sus metas y que jamás se rindieron a lo largo del camino hasta llegar a convertirse en las personas que querían ser, en vez de aguardar a ser  rescatadas de la “tragedia” de sus mundanas existencias.

Hay mujeres que esperaban que su vida fuera una novela de aventuras en la que incluir escenas de porno, en lugar de una comedia romántica llena de flores y canciones. Mujeres que jamás ansiaron ser salvadas, ni convertirse tan solo en el reflejo de lo que tenían que ofrecer a alguien. Mujeres que tenían reservados planes más importantes para el personaje principal de la historia.

Porque hay chicas que siempre quisieron más. Más independencia, más conocimiento, más oportunidades de las que se suponía debían alcanzar. Mujeres a las que les dijeron que se comportaran como señoritas bien educadas, pero que eligieron seguir su voz interior y actuar movidas por la pasión, que fueron enseñadas a sentarse y a guardar silencio pero que en lugar de ello eligieron levantarse y luchar. Mujeres a las que jamás les preocuparon los cuentos de hadas ni las películas de Disney; que rechazaron el guion que se les había dado y pasaron a escribir su propio argumento.

Niñas que crecieron con las manos sucias y las rodillas peladas, que jugaban al basket en vez de bailar ballet y que no tenían miedo de recibir un balonazo, que querían experimentar y conocer el mundo antes que nada, sin intenciones ocultas o ambiciones de parecerle deseable a alguien. Mujeres que trataron sus cuerpos y sus mentes como herramientas para experimentar, aprender y crecer en vez de reducirlos a meros instrumentos de seducción y atracción. Mujeres que prefirieron dejarse seducir por las intrigas y complicaciones del mundo que les rodeaba, que prefirieron coger una mochila y salir a explorarlo como hacían las heroínas de sus novelas de la infancia en vez de esperar a que alguien llegara para enseñárselo.

Mujeres que están solas. Que han tenido que enfrentarse a una vida que no estaba centrada en el amor, que han visto como todos sus amigos iban sentando cabeza, como antiguas parejas pasaban página y continuaban con sus vidas sin ellas porque sus metas no se alineaban con los planes de los demás. Mujeres que se han enfrentado a ser juzgadas con cabeza y raciocinio, siendo conscientes del tipo de vida que habían elegido, que su éxito y su felicidad son algo que tan solo ellas pueden definir sin necesidad de nadie más, y que han defendido esta elección porque siempre han sabido el tipo de vida que querían y no tenían ningún miedo a vivirla plenamente.

Porque somos la generación milenial y debemos mostrarle al mundo que los estereotipos han sido eliminados. Porque las mujeres, hace mucho que dejamos de ser seres frágiles y delicados, seres a los que había que proteger constantemente; hoy somos fuertes y más independientes que nunca.

Hoy, en la historia de nuestras vidas, las mujeres somos las que sujetamos el boli y solo acabará cuando hayamos visto todo lo que queremos ver, aprendido todo lo que queremos saber y alcanzado todas las metas que nos hemos ido proponiendo a lo largo de los años.

No es que estas mujeres no aprecien el romance, pero, ¿quien dice que estar solo no es el ser felices para siempre que muchos buscan en otra persona? Es solo. Solamente eso.

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