Después de verle todos los días, abrazarle todas las noches y soñar con un futuro juntos, de pronto te despides por alguna razón, y esa persona ni siquiera te vuelve a ver. Pasas de desnudarte delante de ella a esconderte por la calle para no tener que saludarla, y sigues adelante con tu vida, dejando atrás el recuerdo de quien pudo haber sido el amor de tu vida. Pero de pronto, por accidente, escuchas la canción de aquel verano, o vuelves a ver por casualidad aquella foto, y sientes como si volvieras atrás en el tiempo.
Estos jóvenes que participaron en el vídeo del Hormiguero eligieron voluntariamente arriesgarse a volver a ver a un antiguo amor que les marcó mucho, aunque algunos de ellos estuvieran casados incluso. Cualquiera de nosotros podría pasar por algo así, porque todos hemos vivido una relación intensa que llegó a su fin. Seguimos adelante, retomamos el vuelo, pero nuestras emociones quedaron intactas, como escondidas en una caja cerrada en el fondo del alma. Puede que lo que conservemos sea solo esa conexión y complicidad tan inexplicables, o que nos pase como a algunas parejas de este vídeo viral, que han vuelto a estar juntos. Solo lo sabe el que abre la caja de nuevo, el que se atreve a enfrentarse a su pasado e integrarlo con su presente, dándose la nueva oportunidad de sentir y elegir.
Vivir una gran conexión con alguien, una relación de aquellas apasionadas y llenas de complicidad, es una experiencia que merece la pena vivir, aunque no siempre acabe en una vida juntos. A veces se convierte en una amistad profunda, a no ser que el miedo a mezclar sentimientos nos impida mantener el trato. Pero hace falta abrirse y ser valientes para vivir relaciones auténticas, y solamente se puede encontrar un equilibrio en las propias emociones cuando se aceptan e integran.
Hay quienes son como cazadores de tesoros. Van por la vida descubriendo personas maravillosas y creando vínculos eternos. No les da miedo enamorarse, ni que el otro sienta algo que ellos no puedan corresponder. No temen al compromiso ni tampoco a su propia capacidad de romperlo. Son personas que han elegido vivir intensamente, sin que los miedos rijan sus pasos, nublen su mente o encojan su corazón. Alejarnos de alguien a quien hemos querido por miedo a que suceda algo más es como dejar de tomar cerezas porque nos gustan demasiado y si nos pasamos nos pueden sentar mal. Vale más la pena aprender a tomar las justas, a disfrutarlas sin que se vuelvan en nuestra contra. La otra opción es aún más triste: pasarse la existencia haciendo solamente aquellas cosas que nos gustan lo suficiente como para soportarlas y lo bastante poco como para que no nos pasemos.
“Si lo que quieres es vivir cien años, vacúnate contra el azar, deja pasar la tentación, dile a esa chica que no llame más, y si protesta el corazón, en la farmacia puedes preguntar: ¿tienen pastillas para no soñar?” – Joaquín Sabina
Hay experiencias infinitas a nuestro alrededor. No podremos vivirlas todas porque hay muchas más que los segundos de vida que nos quedan, pero tampoco tiene sentido que no nos permitamos vivir ninguna de ellas por miedo a que suceda algo que no encaje con nuestros paradigmas o deseos. La vida nos depara grandes maravillas que solo descubriremos si damos el paso de dejar los miedos atrás. No hay razón para alejarnos de las personas que queremos, si conseguimos aprender a equilibrar las emociones y nos damos la oportunidad de aceptar que no todo es blanco o negro, o todo o nada, y que hay personas con las que encontramos la felicidad justo en medio del camino, entre el hasta nunca y el para siempre.
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