Sara Heller y Chris Eidam siempre habían querido formar una familia, fue por ello que, al enterarse de que iban a ser padres, la dicha y felicidad los atrapó de lleno. Sin embargo, durante una visita al doctor el ultrasonido reveló que su pequeño padecía de labio leporino bilateral y trastorno de pérdida de cromosoma, un defecto congénito que alteraría la apariencia del bebé.
El médico les sugirió abortar al niño pero para la pareja esa era una opción que jamás serían capaces de considerar; para ellos su bebé tenía tanto derecho como cualquier otro de nacer y ser feliz. Se trataba de su hijo, el que siempre habían deseado.
Cuando el pequeño Brody nació era un encantador y dulce niño con un alma pura e inocente, deseoso de amar y ser amado sin importar su apariencia. Lejos de sentirse avergonzados, Sara y Chris hicieron lo que cualquier padre haría y se mostraron orgullosos de su primogénito. Compartieron decenas de fotos en redes sociales y las muestras de afecto y felicitaciones no tardaron en llegar. Por desgracia, los comentarios hirientes y desalmados fueron de igual manera prontos.
Pero hubo una nota en particular de un joven que decía lo siguiente: “¡¿Qué diablos le pasa en la cara a tu hijo!?”
Sara contestó explicando la malformación de su pequeño para luego hacerle saber al joven que la forma en que este se había expresado la hacía sentir agredida y que quizá debería tratar de ser más cuidadoso con su palabras y considerado con aquellos que lucen diferente para evitar herirlos.
Los amorosos padres trataron de dejar el comentario atrás, pero ahora sabían que afuera siempre existirían personas que jamás se tocarían el corazón para burlarse o despreciar a su bebé, eso los dejó desconcertados.
Para Brody, la solución a su malformación congénita era una costosa cirugía para la cual sus padres no contaban con los recursos necesarios.
Cierto día, tres meses después del nacimiento de Brody, Sara lo llevó a una cena con un grupo de amigos cuando una de las meseras se acercó y le entregó una nota que un hombre, que había estado pendiente de su bebé durante la cena, les había dejado. Se trababa de un cheque por mil dólares y la leyenda: “Para tu hermoso bebé”
En un principio no sabían cómo reaccionar ante ello, pero luego entendieron que esos mil dólares que aquel desconocido les había dado eran la forma en que el cielo les hacía saber que todo estaría bien para su familia. Con el dinero empezaron un fondo de ahorros y donaciones con la esperanza de recaudar el dinero necesario para las operaciones de Brody.
“No pude contener las lágrimas cuando vi esto. La felicidad que sentía cuando vi esto era indescriptible”, confesó Sara.
Hoy, el pequeño ya ha sido intervenido en un par de ocasiones y, aunque aún falten algunas más, Sara y Chris saben que el futuro para su hermosos bebé está lleno de luz y alegría.
Padres valientes como ellos y personas generosas y desinteresadas como el amable desconocido es lo que hace falta en un mundo en el que el egoísmo y la individualidad parecen habernos atrapado por completo. Seamos más solidarios y respetuosos de los demás, es necesario tener más empatía y aprender a interesarnos también en las necesidades de los otros.
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