Las relaciones son tan complicadas que solo merece la pena embarcarse en ellas si se hace con muchas ganas y mucha ilusión. Está claro que cada pareja es un mundo, pero hay unas bases mínimas que son imprescindibles, y sin ellas es mucho más probable fracasar en el intento.
No idealices demasiado al otro
Todos tus amigos saben lo especial que te parece, ya que no paras de repetirlo, pero ten en cuenta que en realidad lo más probable es que no sea tan especial, sino que tú estés especialmente fascinado por él o ella. Seguramente es una persona increíble, un hombre vértigo o una chica precipicio, lo que pasa es que en realidad todos somos especiales, pero cuando estamos enamorados somos mucho más positivos para poder ensalzar esas partes maravillosas de la otra persona, y sobre todo cuando acabamos de conocer a alguien.
Es bonito ver el lado bueno de todo, pero en realidad nos estaríamos engañando si nos enamoramos de alguien sin querer reconocer sus defectos. Ser positivos no significa negar los problemas, sino ser capaces de aceptarlos y disfrutar de la vida a pesar de ellos.
No renuncies a ser tú mism@
Es lógico que queramos gustar y seducir, pero deberíamos utilizar nuestras mejores cualidades para hacerlo, en vez de pretender ser alguien que en realidad no somos. Si te suele gustar reír y hacer cosas absurdas, ¿qué sentido tiene crear una pose de persona seria delante de él? Si te encanta el deporte, la política o las motos, ¿qué mejor que abrirte?
Si resulta que encajáis será genial, y habrá valido la pena mostrarte como como eres, y si ser tú mismo se convierte en un problema, mucho mejor haberte dado cuenta a tiempo. Ser tú mismo puede ser el filtro perfecto para saber si vale la pena seguir adelante en una relación, o necesitas parar el tema antes de que al estar enamorados sea mucho más difícil poner distancia.
Mejor no proyectar, cada historia es un mundo
Es normal que a veces mezclemos recuerdos y sentimientos. Si tuvimos una mala experiencia con una antigua relación, probablemente nuestros miedos más profundos tengan que ver con esos traumas acumulados en la mochila de nuestros recuerdos. Por eso, muchas veces comparamos la relación con la que tuvimos con un ex, o con unos amigos, o con nuestros padres.
Cada persona es un mundo, y cada relación es distinta, así que más vale no esperar ni dar por supuesto nada, ni negativo ni positivo. Una buena forma de comunicarse bien desde el principio es decir al otro lo que nos gusta y lo que no, y al mismo tiempo escuchar al otro de verdad, para conocerle por sus acciones y no por nuestros prejuicios.
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