Que levante la mano quien haya tenido una amiga con anorexia o un colega con una depresión de caballo después de que le dejara su novia. Ir a terapia para superar la pérdida de un familiar y decirlo abiertamente ya no es un tabú. Y todos conocemos a quien recurre a su “porrito de buenas noches” para alejar todos los monstruos porque si no, no puede dormir.
¿Por qué la sociedad está generando jóvenes mentalmente débiles? Nuestra cultura ve algo que no roza la perfección como un fracaso. Un niño forzado a alcanzar metas imposibles en un sistema académico que no permite que nadie falle, que no enseña que después de caer te puedes levantar, desarrollará irremediablemente trastornos que, de no tratarse, desencadenarán problemas mentales en la vida adulta.
En la adolescencia los problemas psicológicos como la depresión o el estrés no siempre se manifiestan con los mismos síntomas que en los adultos. Muchas veces, reacciones como la agresividad esconden realmente problemas de ansiedad que pasan desapercibidos. Antes no había conciencia de la necesidad de un diagnóstico temprano y se esperaba demasiado para iniciar un tratamiento. Pero es que ¡la ansiedad en menores era algo que hace 20 años ni existía! Un niño no tenía problemas para concentrarse, sino que directamente se le tachaba de lento. Y ya está. Antes de que Facebook llegara a nuestras vidas, si un chico sufría acoso en el colegio, al llegar a casa, con suerte, sus problemas desaparecían. Hoy se amplifican por culpa de las redes sociales.
Diferenciar el estrés de la ansiedad
En los últimos años se ha empezado a separar el estrés mostrado en determinados momentos -que no es más que una respuesta natural de nuestro cuerpo que puede ayudar a adaptarnos a nuevas situaciones- de la ansiedad y el miedo que nos impide llevar a cabo las actividades del día a día. Que nadie se agobie al leer esto. Es natural que ante crisis familiares como separaciones de los padres o problemas en casa nos mostremos angustiados, que sintamos nervios ante un examen o nos inquietemos frente a cambios o problemas. Joder, la vida no siempre es fácil. El problema viene cuando nos quedamos en blanco sin saber qué hacer en una situación difícil o cuando nos paraliza un ataque de pánico.
Una sociedad que aprieta
La epidemia de jóvenes con ansiedad es un fiel reflejo de la sociedad que se les ha creado. La exigencia académica, la necesidad de triunfar, el afán competitivo, etc. chocan con las consecuencias de la crisis que ahoga España desde que muchos tuvimos que dejar el nido para echar a volar. Oyes “tienes que estudiar para sacarte una carrera”. Te la sacas. “Tienes que seguir estudiando” -un máster, idiomas- lo que sea para destacar y ser el mejor. Y ¿luego qué? Sales a un mercado laboral saturado y sin perspectivas de futuro en una sociedad individualizada que aprieta hasta que muchos explotan. Por eso, cada vez hay más jóvenes en terapia y la Organización Mundial de la Salud en su informe Salud para los adolescentes del mundo apunta que la depresión es la principal enfermedad entre los adolescentes. Con un dato que acojona: “la tercera causa de mortalidad entre los jóvenes de 10 y 19 años es el suicidio”. Y concluye con que el 20% de los jóvenes va a tener alguna patología mental en algún momento de su vida.
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