Todo comenzó en septiembre de 2016 cuando Lawrence John Ripple, de Kansas, EEUU, ingresó a una sucursal bancaria, se dirigió donde el cajero y dijo en voz alta y clara: “Tengo un arma, dame el dinero”
El empleado le entregó una cantidad aproximada de 3 000 dólares y Lawrence se retiró. Bueno, no exactamente, él simplemente caminó hacia la recepción y se sentó a esperar a que llegara la policía. Cuando el primer elemento policial arribó Lawrence le dijo: “Soy el hombre que buscan”.
Luego del extraordinario atraco, un oficial del FBI declaró la extraña razón por la que Ripple actuó de esa manera: él había tenido una discusión recientemente con su esposa y no quería regresar a su casa, decidió robar el banco para ir a parar a prisión.
Durante el juicio, el asaltante escribió una carta a su esposa Remedios en donde le declaraba y reconocía “prefiero estar en la cárcel que en casa”.
Lawrence se declaró culpable desde el principio de un crimen por el que pudo haber pasado hasta 37 meses en prisión. Sin embargo, gracias al trabajo de su abogado y al apoyo de los fiscales federales, el juez lo sentenció a la pena que quiso evitar desde el principio: seis meses de arresto domiciliario, tres años de libertad condicional y 50 horas de trabajo comunitario.
Es increíble lo lejos que alguien puede llegar para librarse de una relación enfermiza y destructiva, pero es más increíble como el plan de este hombre terminó saliendo tan mal. Si te ha gustado esta nota compártela con amigos y familiares y recuerda apoyarnos con un Me Gusta. Déjanos tus comentarios.
Fuente: Abc.news
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