El bosque de los suicidas
El origen de la leyenda arranca en algún momento de la antigüedad. El Aokigahara se encuentra en la ladera noroeste del monte Fuji, considerado sagrado desde hace milenios. Los nipones consideraban el monte una entrada a los cielos, como si se tratase del ombligo del cuerpo humano que sería el centro de la Tierra. El bosque se formó bastante después, sobre la lava expulsada por el Fuji entre los años 800 y 1083, en unos 35 kilómetros cuadrados. Muchos consideraban que se trataba de un purgatorio para yureis y yokais, los fantasmas de los que perdieron la vida de manera trágica y que, supuestamente, evitan que los que se adentran en el bosque salgan, como le ocurre a Sara en la película.
El bosque es conocido por ser un lugar popular para suicidarse. Es el lugar en el que más gente se ha suicidado en Japón y el segundo en el mundo, después del puente Golden Gate ubicado en San Francisco, Estados Unidos.
El gobierno local declara que desde la década de 1950 se han hallado alrededor de 500 cadáveres. La causa principal de la muerte de estas personas es el suicidio. Muchos de los cadáveres tenían alrededor de 30 años de edad en el momento de la defunción. La cantidad de suicidas ha aumentando desde 1988, aumentando hasta casi 73 muertes al año.
En 2002 se encontraron 78 cadáveres en el bosque, con lo que se superó el anterior récord de 1998 de 73, y en 2003 la tasa ascendió a 100 personas. Por este motivo, en los últimos años el gobierno local ha parado de dar a conocer el número de suicidios, para de alguna manera evitar asociar Aokigahara con el suicidio.5 La alta tasa de suicidios ha hecho que se designara a operarios para que colocasen carteles en el bosque, tanto en japonés como en inglés, con el fin de que aquellos que vayan con el propósito de suicidarse busquen ayuda. Las batidas para la búsqueda de cuerpos se lleva realizando desde 1970. Unos 300 operarios se adentran anualmente en el bosque para localizar los cadáveres que no han sido encontrados por los visitantes y guardias forestales. Incluso la policía patrulla los alrededores en busca de posibles suicidas.
Un mito popular sobre el Aokigahara es que los yacimientos de hierro magnético que hay en el lugar hacen que las brújulas y los GPS dejen de funcionar, provocando que los viajeros se pierdan.
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