Tus actos nunca son independientes, ajenos a la sociedad. Lo que hacemos tiene consecuencias y afecta a otras personas, sobre todo si lo que hacemos es robar. Este chico de 19 años llamado Connor Dawes estaba saliendo con un amigo cuando percibió que un hombre caminaba solo y era susceptible de ser robado por ellos. Ya era bien tarde, así que no había mucha gente en la calle.
Lo persiguieron algunas calles hasta que lo acorralaron y le arrebataron el dinero, el teléfono y todo lo que podían llevarse.
Pero cuando Connor comenzó a sacar los documentos que estaban dentro de la billetera descubrió algo que lo estremeció y lo hizo sentir la persona más malvada y miserable del mundo.
Resultó que la víctima era un autista, y Connor lo supo por sus identificaciones. Su culpabilidad y el terrible cargo de consciencia lo condujeron a entregarse ante el juez.
Aunque Connor buscaba perdón, sus acciones tuvieron consecuencias, no solo físicas, pues el atacado resultó herido, sino también emocionales y psicológicas. Él debe asumir las responsabilidades de sus actos y pagar su mala acción. El juez lo encaró y le dijo firmemente:
“Puede que no hayas sabido que este joven tenía Asperger, pero sabías que era vulnerable porque estaba solo por la noche. Este es un joven que lucha en la vida, y él ha descrito lo mucho peor que ha empeorado la lucha después de este incidente”.
Connor deberá cargar con eso el resto de su vida. Es parte de las elecciones que hacemos en la vida, buenas o malas, son nuestras decisiones y debemos asumirlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario