Las historias de amor cautivan a casi todos. Los autores de libros y filmes encuentran, en los hechos más increíbles y sublimes, fuentes de inspiración para sus producciones. Sin embargo, en ocasiones, algunos sucesos románticos reales son opacados o completamente anulados, por la ficción que se añade a la construcción de personajes y guiones para el cine
Éste es el caso del amor entre Isidor e Ida Straus. Esta pareja de 67 años que estuvo a bordo del barco Titanic, vivió momentos que fueron tomados para escribir los personajes de Jack Dawson y Rose DeWitt —que, además, vale decir fueron personajes ficticios creados por el director del filme, James Cameron—. Sin embargo, ninguno de estos dos personajes estuvo basado en su bella historia.
Isidor Straus era uno de los hombres más acaudalados a inicios del siglo XX y justo en el año 1912, cuando se hundió el Titanic, era dueño de R.H. Macy’s, la tienda por departamentos más grande del mundo en aquel momento. Su esposa, Ida, era su más grande tesoro y la intensidad y abnegación de su amor los llevó a tomar la decisión más dura del mundo. Ambos morirían o se salvarían juntos.
Tras el choque con el iceberg, la tripulación fue a buscar a los pasajeros más adinerados para garantizar su evacuación del barco. Isidor, un hombre apegado a las reglas y con un elevado nivel de responsabilidad, no quiso tomar un lugar en el bote, para dar prioridad a mujeres y niños. Este hombre norteamericano solo esperaba que su querida esposa también pudiera salvarse, sin importar lo que le ocurriera a él.
Cuenta su mucama y algunos pasajeros que lograron sobrevivir a tal catástrofe, que el miedo a la muerte no logró que Ida aprovechara la oportunidad de salvarse. Ella no dejaría a su esposo solo, según los sobrevivientes, sus palabras fueron:
Isidor, mi lugar está junto a ti. Yo he vivido contigo. Te amo y, si es necesario, moriré a tu lado.
Así ocurrió, ambos se quedaron en la cubierta del barco, hasta que la fuerza del mar hizo que murieran juntos. No hay duda de que podríamos establecer conexiones entre la decisión final de Rose, al saltar fuera del bote que le salvaría la vida, para permanecer junto a su amado Jack.
Aunque en el año 1912 muchos norteamericanos homenajearon el amor de esta pareja (incluso, muchos centros fueron nombrados en honor a este matrimonio) hay que reconocer que es una pena que su historia no haya salido a la luz para el disfrute de los cinéfilos.
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