¿Alguna vez hemos reparado realmente en todo lo que implica ser una madre? El rol de la maternidad supone muchos cambios para la mujer y uno de ellos puede ser su honestidad. Una madre, a veces, por contingencias del destino, debe terminar convirtiéndose en una mentirosa.
Quizás podría quedar enunciado en la siguiente afirmación: “una madre es una mentirosa por naturaleza”. Y puede que suene muy rotundo, pero quien haya vivido la experiencia de ser madre o de ser hijo sabe muy bien a qué nos referimos.
En el cortometraje “Tu mamá miente”, que dirigió Luis Mandoki como un homenaje especial por el Día de las madres, Diego Luna termina diciendo: “No hay mentira más noble que la de una madre”.
Contra toda lógica y argumento de la psicología, pareciera que la experiencia de ser madre nos convoca a mentir. ¿Cuándo hacerlo y por qué? La principal razón es evitar la angustia y el desasosiego en nuestros hijos, es decir, mantenerlos al margen de la realidad y sus complejas situaciones. Una madre siempre se sacrificará y anulará a favor de sus retoños. Veamos algunos ejemplos.
1. Siempre estoy bien.
No importa cuán mal estés, física, emocional o espiritualmente, si tu hijo te pregunta cómo estás, siempre le dirás que bien. Sin embargo, es importante que sepas que una madre no ha de ser titánica por ocultar su dolor y sufrimiento, sino por saber lidiar con él. Entonces, no sobredimensiones la situación, pero no ocultes tu malestar.
2. Te prometo que mañana vamos.
Por lo regular, en vacaciones o fines de semana, es muy común que los pequeños quieran pasear. Si les garantizamos hacer algo y luego no lo cumplimos, o si ellos quieren que sea durante un horario inapropiado, es muy probable que les digamos: “mañana vamos”. No prometas algo que no podrás cumplir, esa es la primera regla. Si estás prometiendo, bajo la premisa de que al pequeño se le olvidará lo prometido, estás cometiendo un terrible error. Él lo recordará y tú, quizás, te verás obligada a recurrir a la misma estrategia para postergar algo que no puedes cumplir.
3. Ya estoy saciada, este dulce es para ti.
Te lo puedes quitar todo para dárselo a tu hijo, incluso el último bocado. Y aunque es casi instintivo sentir que nuestro retoño se lo merece todo, debemos reparar en lo que hacemos. El sacrificio de una madre no puede implicar su anulación, la eliminación de sus deseos personales, porque eso no es sano para ella y tampoco para su hijo. ¿Qué mensaje le transmitimos a nuestros pequeños si siempre nos dejamos a un lado para priorizarlos a ellos? Pues que se lo merecen todo. Fíjate mamá, es importante distinguir la urgencia de las situaciones: no es lo mismo que el pequeñín esté enfermo y le cedamos nuestro dulce; que cada vez que el niño coma algo ansiado, nosotras renunciemos al bocado para dárselo.
4. Soy omnipresente.
¿Qué madre no ha utilizado el truco: “Yo lo veo todo”? Es muy socorrido para evitar que los niños se porten mal. Y funciona; sin embargo, siempre debes promover las conductas responsables. Así que poco a poco, sustituyamos esta estrategia por: “Recuerda que debes portarte bien porque es tu responsabilidad y solo tú debes velar por ello”.
5. El detector de mentiras.
Cuando estás frente a tu hijo sabes si te miente o no, pero, ¿cómo probárselo? Recurres a una estrategia: el detector de mentira. Por ejemplo, le puedes decir que las orejas se le ponen rojas cuando miente. Este truco también funciona, pero recuerda que hoy en día es muy difícil manipular a los pequeños. El acceso a la información les ofrece muchas herramientas. Así que confronta la mentira variando tus técnicas.
Algunas madres, por ejemplo, apelan a que el pequeño por voluntad y consciencia propia confiese “su crimen”. Algunas, incluso, vuelven a prometer lo imposible: “No me pondré brava”. Pero, si mienten, sabes que debes censurar ese comportamiento, pues no debes prometer algo que no cumplirás.
6. Tu chupete desapareció.
Así las madres desaparecen, por arte de magia, casi cualquier juguete u objeto que provoque la adicción de los hijos. Basta un abracadabras para que salga de la vida de nuestros hijos. Claro, cuando crecen se hacen conscientes del artilugio y a muchos les provoca gracia. Suele funcionar con los más pequeñines.
7. Antes te encantaba comer ésto.
Así seduces a tu hijo para que pruebe un platillo. Recurres a una memoria que no tiene, pero sabes que funciona muy bien: “si antes amaba comerlo, al menos debo probarlo ahora”. Esa es la lógica que persigues.
8. El adverbio “Tal vez” se convierte en tu aliado.
Cuando no quieres comprometerte con algo que sabes no podrás cumplir, solo le dices “tal vez”. Y es que este adverbio es muy resbaladizo, porque abre un conjunto de posibilidades (tal vez vayamos a la playa, tal vez te compre ese juguete, etc.), a la misma vez que tampoco garantiza la realización, es decir, son sólo posibilidades.
Recuerda, mamá, tu mejor arma no tiene que ser siempre la mentira, incluso cuando es por un “bien”. Los fines no han de justificar los medios. Apela a la honestidad y a la verdad, matiza las situaciones y no seas tremendista.
¿Has dicho alguna de esas mentiras? ¡Cuéntanos en los comentarios! Si te agradaron estos consejos y te resultaron útiles, ¡no dejes de compartirlos con familiares y amigos!
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