El 32 % de los rusos respaldan la necesidad de aplicar castigos corporales a los menores como gesto educativo, según un sondeo del centro de estudios Levada con motivo del Día Internacional de la Infancia.
Más de la mitad de los encuestados, el 54 %, se mostraron además a favor de registrar los bolsillos de los adolescentes y de leer su correspondencia personal.
El porcentaje de los rusos que apoyan el castigo físico contra los niños continúa descendiendo. Así, en 2013 la medida contaba con el apoyo del 45 % de los ciudadanos.
Sin embargo, según la psicóloga Irina Aglicheva, en Rusia llegar a las manos a la hora de educar a los hijos no es nada fuera de lo común.
“Las costumbres desfasadas aún están muy arraigadas en las mentes de nuestros ciudadanos, aunque sea a nivel de subconsciente”, afirmó.
El pasado febrero, el presidente ruso, Vladímir Putin, promulgó una ley que despenalizó ciertas formas de violencia hacia mujeres y niños, siempre que el agresor no sea reincidente.
Según la norma, que ha sido duramente criticada por activistas de derechos humanos, las agresiones que causen dolor físico, pero no lesiones, y dejen moratones, arañazos o heridas superficiales a la víctima no son consideradas un delito, sino falta administrativa, castigada con una multa de 30.000 rublos (unos 500 dólares) y 15 días de arresto o tres meses de servicios sociales.
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