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jueves, 6 de julio de 2017

La niña que fue violada por los Testigos de Jehová de su congregación

Karen y su familia pertenecían a los Testigos de Jehová desde hace mucho tiempo. Su padre, John Viney, le inculcó la creencia en este grupo desde que era muy pequeña. A partir de los doce años, la vida de Karen se convirtió en un infierno pues uno de los líderes comenzó a abusar sexualmente de ella.

Pasaron tres años para que la adolescente tuviera el valor de confesar a su padre la situación. Para ella no era fácil decir que quien la violaba era uno de los máximos líderes de los Testigos de Jehová y, además, cuñado de su papá.

Cuando los Viney dieron a conocer la historia a la agrupación, se dieron cuenta que la denuncia no iba a ser tomada en cuenta porque, según una norma aplicada por los Testigos de Jehová, “es necesario que haya dos testigos ante cualquier pecado”. Al ser la palabra de Karen en contra de la del líder del grupo, nadie le creyó.
Al momento en que John Viney acudió con el grupo religioso a denunciar el abuso sexual que su hija sufrió desde los doce años, se realizó una audiencia privada entre dos de los líderes. Ellos realizaron un informe de todo lo que les dijo Karen y también de la versión del líder religioso. Lo presentaron ante las autoridades máximas de los Testigos de Jehová quienes determinaron, a través de esta “regla de los dos testigos”, que no había delito que perseguir.

Esta decisión derivó en el alejamiento de Viney y su familia del grupo religioso. Comenzaron a cuestionar cómo los Testigos de Jehová manejaban los casos de abusos sexuales mediante esta norma.

Una de las características de este grupo religioso es que basan su fe en una estricta interpretación de la Biblia. “Los Testigos de Jehová intentan basar su fe en las escrituras”, dijo a la BBC el reverendo Ross Blackman, ex miembro de esta agrupación. “Escogen determinados versículos a los que les otorgan un peso mayor que a otros. Quizá la regla de los dos testigos es un buen ejemplo de ello”.
El reverendo justificó la aplicación de esta norma en el caso de Karen, basándose en el comportamiento que los Testigos de Jehová tienen de acuerdo a lo que les dicte la Biblia. “Tú hallas esa norma en el Antiguo Testamento, en un par de capítulos del Deuteronomio”, explicó el reverendo. “En uno de ellos se trata de un caso de pena de muerte, en el que se señala que no será aplicada a menos que haya dos testigos. De ahí puede derivar esta decisión”.

En la situación de Karen, la violación sólo la cometió un integrante de los Testigos de Jehová y difícilmente iba a tener un par de testigos que dijeran que realmente sucedió la agresión. Esta situación la criticó Kathleen Hallisey, la abogada que representó a la primera mujer en entablar un juicio civil en contra de los Testigos de Jehová, por abuso sexual.

“Si es una exigencia que haya dos testigos para que se produzca una investigación y, además, no hay una denuncia ante las autoridades sobre la supuesta agresión, los niños siguen sufriendo y el agresor sigue afuera delinquiendo”, comentó Hallisey.
Aunque los casos no se comparen en número con los sucedidos con los católicos, la abogada se sorprende del grado de encubrimiento al que pueden llegar para no denunciar a los agresores.

En 2016, se realizó un estudio en Australia en donde se criticó fuertemente la regla de los dos testigos, acusando a los integrantes de este grupo como carentes de “comprensión acerca de la naturaleza del abuso sexual”.

Los líderes reciben denuncias pero no son llevadas a las autoridades. Todos ellos mantienen un registro de ese reporte pero nunca salen más allá de las puertas de sus audiencias privadas.

Aunque los Testigos de Jehová, a través de un comunicado enviado a la BBC, dijeron que no protegen a los abusadores y que tanto las víctimas como los padres tienen derecho a denunciar las presuntas violaciones ante las autoridades, Karen dijo que a ella nunca la hicieron sentir apoyada para hacerlo.

Hoy, después de 28 años de su primera denuncia ante las autoridades y gracias a las denuncias de más víctimas, su agresor aceptó los hechos y fue condenado a 14 años de cárcel.

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