Siempre estamos mirando hacia alguna fecha: cuando nos quitemos ese examen, cuando por fin nos suban el sueldo, cuando encontremos pareja, cuando lleguen otra vez las vacaciones… Si es lunes, nos impacientamos para que sea viernes, y si es viernes y estamos volviendo a casa en autobús, esperamos al bus con inquietud. Nos perdemos la vida por el afán de vivirla intensamente, cuando la única forma de poder disfrutarla al máximo es empezar a estar ya inmersos en ella, salir a la cancha, conectar con el momento presente al cien por cien.
“La vida es aquello que te sucede mientras estás distraído haciendo otros planes”. John Lennon
¿Por qué no empezar a valorar todo antes de perderlo? Muchas veces cometemos el error de pensar que la vida es como un depósito de felicidad, que si no la gastas te quedará para más tarde, pero en realidad no es así. Cada día la vida nos pone 24 horas en el bolsillo y al final del día las perdemos, las hayamos aprovechado o no. Cada persona con la que estamos, cada comida, cada paseo, cada día… Tenemos muchas experiencias maravillosas a nuestro alrededor que a veces ni vemos porque estamos cansados, distraídos, preocupados o inquietos. No tiene sentido que mientras estamos con la pareja nos pongamos a chatear con un amigo, pero después quedemos con el amigo y estemos hablando por Whatsapp con la pareja.
No nos damos cuenta de lo rápido que pasa la vida hasta que ya ha sucedido. Primero llegan los 20, y se acabó el instituto. Luego acaban los 20 y empiezas a darte cuenta de que tener veinte no era para siempre… ¿No merece más la pena aprenderlo antes y así aprovecharla bien? Podemos aprender de los errores de otros, como las personas mayores que cuando ven cerca su muerte se dan cuenta de que hicieron mal en no aprovecharla más.
Una enfermera que había trabajado durante años en cuidados paliativos, cuidando a personas en fase terminal, identificó cinco cosas que las personas lamentaban de su vida. Normalmente no era algo de lo que se arrepentían de haber hecho, sino lo que les daba pena no haber hecho. De lo que más se arrepentían las personas era de no haber perseguido sus sueños y haber vivido según lo que los demás esperaban de ellos. También se lamentaban de haber trabajado demasiado duro, de no haber expresado sus sentimientos, de no haber sido felices y muchos se arrepentían de haber perdido el contacto con sus amigos.
“Muchas personas antes de morir se arrepentían de haber perdido el contacto con sus amigos”.
Entre preocupaciones del futuro y recuerdos que nos anclan al pasado, muchas veces cerramos los ojos a la vida que tenemos delante de nosotros, una vida que no durará para siempre. Tenemos amigos a los que ver, sentimientos que expresar, proyectos profesionales que hacer, lugares maravillosos a los que viajar… Pero sobre todo tenemos delante el día de hoy, que acabará esta noche, y de ti depende si habrá sido una cruz más que tachar en un gran calendario de días perdidos, o si será un día memorable, uno de esos que merece la pena por sí mismo.
“Creamos lo que creemos”.
Muchas veces olvidamos el poder de la actitud, pero si nos paramos a pensar, en realidad cuando nos despertamos pensando que realmente hoy es el mejor día de nuestra vida, se convierte en un gran día. Somos más simpáticos con el portero, sonreímos en el metro, hacemos un chiste en el trabajo, disfrutamos más de ese café con una amiga, escribimos a alguien un mensaje cariñoso… En definitiva, solamente por creer que será un gran día enviamos señales al mundo para que se entere, y es más probable que nos devuelva como respuesta esa misma felicidad que nosotros ya estamos sintiendo.
Solo existe el presente en realidad, solo existe el aquí y el ahora, porque lo demás solo está en nuestra mente, es una simple idea, por mucho que nos quedemos pensando en ella durante horas. Ni mañana, ni el viernes, ni las próximas vacaciones… ¡Hoy, aquí y ahora! Este es exactamente el mejor momento de tu vida, porque es el único en el que realmente puedes hacer algo.
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