No busquemos solemnes definiciones de la libertad.
Ella es sólo esto: responsabilidad.
George Bernard Shaw.
La única diferencia entre un vagón de primera y uno de turista es la comodidad con la que llegas a donde te llevan. Por mucho que cueste el billete, todos los vagones siguen a uno anterior, y el que no lo hace, sigue una vía. La auténtica manera de vivir un viaje en primera es elegir tu destino, tu vía y tu tren.
Somos punto de encuentro de muchas fuerzas (pasado, opiniones, deseos, miedos). Todas ellas, muy poderosas. En nuestra mano, en cambio, solo disponemos de una (aunque superior a las demás): la fuerza de voluntad. Si bien en número perdemos, podemos ganar por coraje y amor propio.
Conquistar las opiniones
Pocas cosas hay más complicadas que librarse de las opiniones de los demás. Lo ideal es decir que nada de lo que te digan te debe afectar, pero no dejamos de ser personas que se sienten refugiadas con el cariño y el reconocimiento e incómodas con la infravaloración. El ser humano es un animal de abrazos.
Conquistar las opiniones es aceptarlas sin que afecten a tus ambiciones; es ser consciente de que todo el mundo es libre de expresarse, pero que, como toda libertad en un mundo compartido, tiene un límite. La opinión de los demás acaba donde empieza tu sueño. Es necesario saber distinguir cuándo escuchar y cuándo desoír, así como ser conscientes de cuándo apartarse de las opiniones y cuándo de las personas.
Conquistarse es saber plantarse, no dejarse vencer por las palabras o sentimientos de otros y, cuando se trata de tus ilusiones, no dar nunca más valor a lo que otros crean que a lo que tú crees.
“La opinión de los demás acaba donde empieza tu sueño. ”.
Conquistar el pasado
Uno solo puede ir en busca de nuevas tierras cuando tiene asegurada su orilla. Es la diferencia entre ser nómada y ser conquistador. No se puede avanzar mirando atrás (o no es muy recomendable). A pesar de que nos ha tocado vivir en una época con muchas más comodidades, recursos y posibilidades que generaciones anteriores, es extraño encontrar vidas que no hayan tenido un pasado con limitaciones, dolores u otros obstáculos como épocas de crisis, enfermedades, pérdidas de algún familiar, divorcios, padres controladores u opresivos…
Hay una bellísima reflexión de J. K. Rowling que dice así: “Hay una fecha de caducidad para dejar de culpar a tus padres por orientarte en la dirección equivocada: el momento en que eres lo suficiente mayor para coger el volante, la responsabilidad reside contigo”. Requiere mucho coraje llegar a comprender el pasado y dejar de responsabilizar a tus circunstancias. Pocos gestos hay más nobles que mirar atrás, perdonar a quien haya que perdonar y seguir adelante. El perdón es cambiar en el presente la lectura que le damos al pasado. Todo libro viejo es uno nuevo cuando tú eres otro.
Dice George Bernard Shaw que la libertad no es otra cosa que la responsabilidad, y que lo demás son definiciones solemnes que no debiéramos buscar. Seguramente no le falte razón, pero una palabra tan bella debe prestarse más para la inspiración. Desde hace algún tiempo me gusta pensar que, de alguna forma, la libertad es evitar que tu pasado prediga tu futuro. Por mucho que condicione el pasado, siempre hay un pequeño espacio sobre el que imponerse.
“No hay mayor conquistador que quien se conquista a sí mismo.”.
Conquistar tus deseos
Si creáramos un Diccionario de uso de frases antónimas, el contrario de “qué bueno soy” sería “qué mala suerte tengo”. Nos sentimos más a gusto siendo víctimas que responsables, excepto cuando logramos algo importante, claro, en ese caso la medalla y la gloria son nuestras. Las excusas se han convertido en el mejor aliado del inmovilismo. En lugar de aprovechar la oportunidad de vivir verdaderas aventuras, hemos asentado el campamento en la queja y no en la acción. “La culpa siempre es de los otros”, “este país va mal por culpa de los políticos”, “es que el árbitro…”, “ya, pero es que poca gente puede vivir del arte”, etc.
Conquistar tus deseos no tiene que ver con lograr los objetivos, sino con apostar por ellos y no bajarse. El éxito es siempre un premio pequeño al lado del mérito de ir tras lo que se desea. Nunca eres tan responsable de lo que consigues como lo eres de tu dignidad. Conquistarse es dejar de echar balones fuera, coger la pelota y decir “este penalti lo tiro yo”.
Conquistar tus miedos
Imponerse a los miedos no es lograr que estos desaparezcan. Somos humanos y no es nuestra misión dejar de serlo. Imponerse es, como ya dijimos, abrirte a la zona rica: la zona de inconfort. Conquistar tus miedos es no quedarte en tierra porque temes volar, es mirar al marcador y ver Temblores 1, Yo 2.
De todos los días del calendario, hay uno que es especialmente especial. Es el día en que descubres que, a pesar de todas las fuerzas que te han enviado hasta ahí, puedes dirigir tu camino. Es el día en que decides no culpar a los demás y pasar al asiento delantero. Ese día te olvidas de lo que deberías ser o lo que esperan de ti, les perdonas, les comprendes y sigues tras la persona en que tú realmente te quieres convertir. Ese día dejas de vivir a rebufo de los demás, abandonas la comodidad del vagón, y empiezas a diseñar un mundo mucho más rico: tu mundo. Es el día que decides conquistarte.
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