Llega un momento en el que hay que decir “basta”, y este es el mío. Basta de que tú seas lo primero en lo que pienso antes de tomar cada decisión, basta de que tus necesidades me importen más que las mías, basta de remordimientos por haber hecho algo que a ti puede no gustarte, basta de vivir cada minuto por ti.
Y no me malinterpretes, no es que hayas dejado de importarme, que ya no te quiera o que no te necesite, es que hoy solo me necesito a mí. Llevo demasiado tiempo sin darme el capricho de ser yo al cien por cien, de ponerme por delante de todo lo demás, de intentar ser feliz antes de hacer felices al resto.
De verdad, no lo hago por egoísmo. Pero es que ha pasado tanto desde la última vez que estuve a solas conmigo mismo que ya no sé quién soy. He olvidado lo que significa gustarme, hacerme preguntas y contestarme con la total sinceridad que solo me da la soledad de mi propio corazón, abandonarme al pensamiento de que nunca nada será suficientemente importante mientras siga vivo.
Y es que me he desgastado tanto dándote todo lo que tengo que me he olvidado de recargar mis propias pilas, y ahora siento que ya no puedo más. No puedo seguir erosionando mi alma para dártela a ti o a quien sea. O sí, podría seguir haciéndolo, pero estoy cansado y lo haría sin ganas, mal; y para hacer algo mal, mejor no hacerlo.
No pienses que te estoy culpando, aquí el único responsable soy yo por haberte dado más de lo que cualquier persona puede permitirse, aunque tú nunca me lo pediste. Y esas ansias por complacerte me hicieron difuminarme en este paradigma de felicidad. Pero tú también te has dado cuenta de este desgaste, y no te gusta.
Hoy necesito que el mundo me deje tranquilo, y eso te incluye a ti. Quiero recuperar todo lo que he perdido para volver a ofrecer mi mejor versión, para poder seguir adelante sin que un día se me vaya la cabeza y lo estropee todo con una mala decisión. Pero sobre todo necesito recuperar la confianza que me permita mirarme al espejo y saber quién soy sin necesidad de que tu presencia me lo diga.
Por eso te pido que hoy te apartes para mañana poder volver a conocer a la persona de la que te enamoraste. Te lo pido porque sé que lo entiendes, igual que yo lo he entendido: que puedo vivir contigo, pero no puedo vivir sin mí.
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