En los últimos años, las historias de amor han contribuido a armar el relato político de las presidencias. Pensemos en la pareja de los Kirchner en Argentina o los Obama en Estados Unidos. Pues a esta nueva tendencia (no tan nueva si nos remontamos al peronismo) han decido unirse el nuevo presidente de Francia, Macron, y su esposa Brigitte Trogneux.
La pareja ha tenido que enfrentar todo tipo de oposición: desde las diferencias generacionales (Brigitte es 24 años mayor que su esposo), hasta los prejuicios sociales: Brigitte era una mujer casada con tres hijos cuando se enamoró de Macron, quien era, además, su estudiante en una universidad jesuita.
La familia se opuso a la unión e intentaron separarlos. Antes, Brigitte renunció a su matrimonio para unirse al joven de 18 años. Todos censuraban la relación y parecía condenada al fracaso.
Pero algunos años después, la pareja se reencontró y retomaron su pasión. A pesar de que ya Brigitte creía que su amor la había olvidado y su llama se había extinguido, él regresó y le pidió matrimonio, tal y como se lo había prometido. Ante todos, Macron dijo: “Tal vez no seamos una pareja del todo normal, un adjetivo que no me gusta mucho, pero somos una pareja real”.
Brigitte tiene 64 años, es madre de tres hijos y abuela de 7 nietos, pero nada de eso la detiene en su viejo romance.
Aunque le costó mucho trabajo que sus hijos aceptaran esta unión, hoy todos respetan su decisión y la admiran. Incluso, su hija menor, Tiphaine Auzière, se unió a la campaña presidencial para apoyar.
La pareja no deja de provocar escándalo, pero ellos solo responden con la felicidad que les provoca el estar juntos y compartir sus vidas.
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