Su nombre es Lawrence McKinney y a los 22 años fue condenado a 115 años de prisión tras ser apuntado como uno de los principales responsables de un delito. Sin embargo, la justicia admitió su error.
Todo se remonta a octubre de 1977, en Memphis, Estados Unidos. Dos hombres asaltaron la vivienda de una mujer y posteriormente la violaron. La víctima reconoció en uno de sus vecinos -Lawrence McKinney- a uno de los ladrones.
El presunto delincuente admitió los cargos por robo pero no se adjudicó aquellos que lo señalaban como uno de los violadores. De esta manera, él pretendía que la sentencia fuera más blanda. Pero no fue así.
En 2009 lo pusieron en libertad tras comprobar que las muestras de ADN que la policía recolectó de la cama de la víctima no coincidían con McKinney. Aparecían dos diferentes, una era del segundo acusado y la otra de la mujer.
“Aunque he pasado gran parte de mi vida encarcelado por un delito que no cometí, no tengo amargura ni le tengo rencor a nadie”, manifestó McKinney en diálogo con la CNN. Es por eso que el sistema penitenciario de Estados Unidos lo indemnizó por la insólita suma de 75 dólares.
Hoy por hoy, Lawrence vive con su esposa, una mujer que conoció desde la prisión y con quien contrajo matrimonio en 2010. Su vida podría dar otro giro de 180 grados si la Junta exonera al hombre de sus delitos. De ser así, podría cobrar una cifra cercana al millón de dólares.
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