Un nuevo estudio concluye que los mininos son capaces de desactivar una variante genética que predispone al asma en los niños pequeños.
Los ratones no son los únicos que se mantienen alejados cuando hay un gato en casa. Un nuevo estudio realizado por científicos del Centro de Estudios de Copenhague sobre el Asma en la Infancia (COPSAC) concluye que la presencia de un minino puede ayudar a prevenir el asma en los recién nacidos. La clave está en un gen que, cuando se activa, dobla el riesgo de que los niños desarrollen asma y que el felino es capaz de neutralizar. Tener un gato en casa cuando el niño nace asegura que ese gen no se active nunca. Alucinante ¿verdad?
Igual de sorprendidos que nos hemos quedado nosotros se mostró Hans Bisgaard coautor del estudio, profesor de pediatría y jefe de COPSAC. No porque los resultados conduzcan a nuevos tratamientos, que, según él, no lo harán, sino porque el estudio muestra que los genes que hay detrás de una enfermedad se pueden activar o desactivar según el entorno que nos rodea.
"Para mí, este es el mensaje central porque es un reconocimiento en la dirección de cómo ocurren las enfermedades. Documenta la interacción entre la genética y el entorno en el que vivimos y, en particular, que esto ocurre muy temprano en la vida, tanto durante el embarazo como en el hogar ", dice Bisgaard.
Los gatos ayudan a los niños que portan un gen específico
En este nuevo estudio, Bisgaard, Jakob Stokholm, tres colegas de COPSAC y del Hospital Næstved, en Dinamarca, estudiaron datos de 377 niños daneses cuyas madres tienen asma. Los investigadores mapearon los genes de los niños, sabiendo su riesgo genético de padecer la enfermedad, y recolectaron información sobre su crianza y entorno (incluyendo si habían crecido con perros o gatos), tanto tomando muestras de su hogar como mediante una serie de encuestas realizadas a los padres.
Tras cinco años de estudio, los resultados revelan que los gatos eliminan el creciente riesgo de desarrollar asma entre los niños con una variación particular del gen 17q21, llamado TT, que tiene el mayor impacto en si un niño puede desarrollar asma o no. Casi uno de cada tres niños del estudio portaba la variante del gen TT.
Los perros no protegen
Curiosamente, solo los gatos parecen reducir el riesgo de desarrollar asma entre los niños portadores de la variante del gen TT. Los perros no tienen el mismo efecto, apuntan los científicos en el estudio. Jakob Sotklom, posdoctorado en COPSAC, sospecha que esto podría deberse a determinadas bacterias que viven en los gatos o quizá hongos o virus que introducen en casa y que pueden influir en nuestro sistema inmunológico.
Los análisis realizados en el estudio sugieren que los gatos no solo protegen contra el asma, sino también contra la neumonía y la inflamación de las vías respiratorias inferiores de los niños pequeños (bronquitis) y es que ya se conoce que el gen TT está involucrado de alguna manera en estas tres afecciones. Arne Høst, conferenciante sobre enfermedades infantiles en la Universidad del Sur de Dinamarca y que también estudia el asma en el Hospital Hans Christian Andersen Children´s de Odense (Dinamarca), reconoce que en este estudio se ha descubierto algo bastante sustancial en la relación entre gatos y genes. "Es un estudio muy completo y se han investigado muchos aspectos, por lo que es una conexión plausible. Es muy emocionante que se haya encontrado esta conexión porque otros estudios no han llegado a concluir algo definitivo ", dice Høst.
"Ahora parece que el efecto está relacionado con una variante genética particular, que muestra cuán complejo es el desarrollo del asma y las alergias". No se trata solo de los genes y el medio ambiente, sino cómo interactúan los dos, y hay tanto que todavía no sabemos", dice.
¿Cuánta exposición al minino se necesita?
A Høst le gustaría ver cómo otros estudios confirman los resultados. Al igual que a Tove Fall, profesora de epidemiología en la Universidad de Uppsala, Suecia, que ha estudiado la conexión entre los animales y las enfermedades humanas en estudios de registros de gran tamaño. "El estudio está bien pensado y los hallazgos son muy interesantes. Si son confirmados por estudios posteriores, entonces sería interesante averiguar qué tipo de exposición a los gatos se necesita durante la infancia para reducir el riesgo de asma infantil entre los portadores de la variante de riesgo ", comenta Fall.
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