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martes, 23 de enero de 2018

Trabajadores de la basura juntaron los libros que la gente tiraba e hicieron una biblioteca comunitaria en una fábrica abandonada

Ya cuenta con más de 4.750 obras. Los ejemplares que ya no se pueden leer son transformados en apoya libros.
¿Qué ocurre con los libros que los lectores deciden tirar para hacer hueco en sus estanterías? En Ankara, Turquía, los volúmenes abandonados reviven en las paredes de una antigua fábrica de ladrillos, conformando una sorprendente biblioteca.

Allí, un grupo de basureros de la capital turca instaló, hace siete meses, una biblioteca que cuenta ya con más de 4.750 obras, recuperadas de la basura en sus horas de trabajo.

La fábrica estaba abandonada desde hacía veinte años. Ahora, los basureros acuden allí para descansar en sus horas libres, leyendo o jugando al ajedrez.

La biblioteca, en principio, estaba pensada para que ellos y sus familias pudieran llevarse los libros a casa durante 15 días.

Pero, ahora, está abierta a todo el mundo, explica su responsable, Emirali Urtekin, que decoró su oficina con tesoros recuperados de los cubos de basura, desde revistas a máquinas de escribir.

Al menos 1.500 libros esperan todavía a ser colocados en los estantes, y las llegadas no disminuyen, agrega.
Aquí no se desperdicia nada: aquellos que ya no se pueden ni leer son transformados en apoya libros y las lámparas están hechas de antiguas tuberías de cobre.

Además de la biblioteca, los basureros han acondicionado en la antigua fábrica una barbería, una cafetería, espacios de descanso y las oficinas de los administradores del sitio.

– ‘Ideas nuevas’ –

Aquí se encuentra de todo, desde novela rosa y libros de economía a obras de terror o cuentos para niños. Los libros se clasifican en 17 categorías, aunque pronto podría haber más. La saga de “Harry Potter”, la de “Cincuenta sombras de Grey”, las novelas de Dickens, las de J.R.R. Tolkien y las del premio Nobel turco Orhan Pamuk. Todo cabe.

“Les hemos dado una segunda vida […], ahora están disponibles de forma gratuita”, se congratula Urtekin.

La biblioteca abre las 24 horas para los 700 basureros del municipio de Cankaya, gestionada por Eray Yilmaz, de 20 años, que registra meticulosamente las obras que entran y las que salen.

Según él, ya se han prestado 147 libros.

“Leer libros desarrolla la inteligencia de la gente, fomenta las ideas nuevas […]. Aquí, hacemos que la gente descubra esas ideas”, explica el joven, empleado a tiempo completo en la biblioteca. “Es algo que te hace más que feliz. También le llevo libros a mi madre”.
Malik Ercan, un basurero llegado en busca de un libro para su mujer y su hijo, le enseñó hace poco el lugar a su primo, que vive no muy lejos de Ankara. “Él es de Sivas [centro de Turquía]. Había oído hablar de ello en los diarios, quería verlo”.

“Cada vez más amigos llaman […] y dicen ‘enseñánosla, es algo muy inusual'”, añade Ercan, que lleva dos años y medio trabajando con el ayuntamiento.

– Curiosidad –

La biblioteca ha despertado mucha curiosidad, tanto en Turquía como en el extranjero, para regocijo de Urtekin, que asegura que ahora recibe más libros, y no solo gracias a la basura.

Algunos se los hacen llegar desde otras ciudades turcas, explica, mientras que hay capitalinos que los tiran ahora en bolsas de plástico separadas del resto de los desperdicios para facilitar la tarea de los basureros.

Hay quien llega hasta la biblioteca recorriendo en bicicleta el valle en el que se encuentra, por lo que Urtekin espera que, con el verano, aumenten los visitantes.

– ‘Estamos felices’ –

De momento, no hay ningún proyecto de ampliación del espacio, pero ya se están estudiando otras posibilidades para reutilizar los libros abandonados.

Así, el gerente prevé poner en marcha a partir de este año una biblioteca móvil para visitar las escuelas de Ankara cada quince días. Algunos centros escolares que no tienen libros ya han contactado con Urtekin.

Esas visitas escolares también serán musicales, con un grupo de 11 basureros que tocan música con cubos vacíos y viejos trozos de metal.

El grupo nació casi al mismo tiempo que la biblioteca, según Urtekin, con el mismo espíritu de hallar otras actividades en torno al trabajo.

“Estamos felices”, explica el gestor. “Esto nos ha dado una nueva identidad”.

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