El otro día me hablaron de un programa de televisión en el que metían a varios tíos y tías en pelotas en una isla y pensé: joder, cuando ya crees que lo has visto todo, van los productores televisivos y se inventan una mierda nueva. Pero como no hay que juzgar las cosas sin verlas, decidí darle una oportunidad y verlo, y estas son las conclusiones que saqué.
Lo único decente: los créditos
Los créditos del programa me sorprendieron. Nos venden que volvemos al inicio, que se aparcan los prejuicios y que sin ropa y rodeados de la madre naturaleza se encuentra el amor verdadero, hasta aquí bien. Pero a medida que va avanzando el programa vas viendo como toda esa idea tan bonita se va yendo al garete.
¿Adán y Eva o Ken y Barbie?
Todos nos imaginamos a Adán y Eva como dos personas de lo más normales, con su cuerpo serrano y la naturalidad que caracteriza al ser humano. Pero no, a esta gente se le va la pinza y nos plantan a un par de cachitas de gimnasio y unas cuantas barbies neumáticas (que yo sepa en el paraíso ni había gimnasios ni Dios creó a Eva con tetas de silicona).
El jardín del Edén está copiado de una playa de Ibiza
Ahora se ve que en el jardín del Edén no hay árboles con manzanas; hay un chill out de puta madre en el que te puedes hacer mojitos y gin tonics para ir calentando motores… Vamos, que sin unas copas de más no hay amor verdadero.
El giro del guión
Y para rematar, a mitad de programa llega la sorpresa que todo show necesita: aparece un segundo/a pretendiente/a que físicamente siempre está mucho mejor que el anterior. Al final siempre escogen al pivón, pero eh, sin superficialidad, son elegidos por su interior.
Entonces, ¿qué es Adán y Eva?
Estamos ante otra lavada de cerebro al más puro estilo Mujeres y Hombres y Viceversa, pero esta vez jugando con el morbo del desnudo. Seguimos viendo como este lobby televisivo explota la “poca cultura” que en general demuestran las personas que aparecen en estos programas y reflejan una juventud española que da risa, cuando la mayoría de nosotros estamos luchando por estudiar, aprender o ser los mejores en nuestro campo. Y no solo eso, sino que el amor verdadero nada tiene que ver con el desnudo. El amor verdadero se construye con química, con atracción y sobre todo con mucha personalidad, no con una isla llena de cosas banales y superficiales.
Prejuicios a flor de piel, borreguismo, obsesión por el físico y desprecio a la esencia del ser humano, a la personalidad. Si esto es amor, que baje el que creó a Adán y Eva y nos lo cuente, pero hasta entonces nosotros bautizamos este programa como la telebasura del año.
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