El método científico se basa en la premisa del ensayo-error, de modo que cualquier conjetura es válida solo mientras no se demuestre lo contrario. Esto implica que la ciencia es, en resumidas cuentas, una disciplina provisional y por eso resulta chocante que haya tan poco escepticismo en una sociedad tan científica como la nuestra; ya que dudar es la base del conocimiento.
Solo hay que pensar en los niños para descubrir esta faceta del ser humano. En los niños y en su constante “¿por qué?”. Los chiquillos lo ven todo, lo indagan todo, lo preguntan todo. No se conforman con saber que las cosas son así, sino que desean comprender por qué. Y los adultos, haciendo gala de nuestra habitual paciencia, nos conformamos con responder “porque sí”. Los niños no se conforman pero ahí empiezan las barreras.
No dudar equivale a acomodarse. A no mirar más allá. A permanecer en la zona de confort. Y eso es lo que le sucede a algunos miembros de nuestra generación: que se conforman con saber que las cosas funcionan tal y como están.
Acabé muy frustrado después de estudiar ingeniería. Inocente de mí, pensaba que la palabra tenía algo que ver con “ingenio” o “ingeniar”, pero, para mi desgracia, la inmensa mayoría de los estudiantes tenía la mente más cerrada que el Corte Inglés los domingos. ¿A alguien le extraña que se caigan los puentes?
Recapitulemos: no hay suficiente escepticismo. El escepticismo consiste en estar siempre dispuesto a dudar. Eso no significa menospreciar la opinión de los demás, sino, por el contrario, tenerlo todo en cuenta. En ese sentido, el escepticismo se parece a la empatía, ya que el escéptico trata de mirar con los ojos de otro, de cambiar su punto de vista. En otras palabras, duda incluso de sí mismo.
Así que, milenial, ¿por qué no te concedes un minuto para dudar? A veces, la duda nos paraliza, pero también hay que replantearse las cosas de vez en cuando. Recordar de dónde vienes, dónde estás y a dónde vas; y si el camino que estás recorriendo se corresponde con tu destino.
Como suele decirse, la cabeza está para pensar además de para peinársela. ¡Así que utilízala! Rescata al niño de tu interior y pregúntale a todo el mundo “¿por qué?”. Probablemente acaben hasta los cojones de ti, pero tú estarás siendo más inteligente que ellos.
Consejo milenial: duda sin miedo, que es de sabios.
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