La empatía es una de las características que definen a la humanidad. Comprender la difícil situación del otro puede inspirar sentimientos de calidez, ternura y simpatía, sin embargo, bajo ciertas circunstancias también puede suscitar comportamientos agresivos, de acuerdo con científicos de la Universidad de Búfalo, en Estados Unidos.
El líder del estudio, Michael J. Poulin, explica que la relación entre la empatía y la agresión no tiene que ver con el enojo o el sentirse personalmente agredido, sino con dos neurohormonas llamadas oxitocina y vasopresina.
Estos químicos, que actúan como hormonas en el torrente sanguíneo y como neurotransmisores en el cerebro, juegan un papel en las denominadas “conductas de aproximación” que motivan a las personas a acercarse las unas a las otras. Esto puede ocurrir por diversos motivos, incluyendo la agresión.
Si la compasión está vinculada a la acción de estas hormonas y éstas a su vez están ligadas a las conductas de aproximación sociales, es lógico pensar que podrían explicar la relación entre la compasión y agresión, asegura Poulin.
Los investigadores realizaron una encuesta a un grupo de personas pidiéndoles informar sobre una situación en que alguien cercano a ellos se había visto amenazado por un tercero. Los participantes luego describieron sus emociones y reacciones. Posteriormente, tomaron muestras de su saliva para medir los niveles de neurohormonas y les contaron una historia ficticia para evocar compasión.
Los resultados mostraron que cuando otras personas están en necesidad, la preocupación empática que sentimos puede suscitar agresión en nombre de los necesitados, aún a falta de provocación o injusticia. En otras palabras, como seres humanos queremos beneficiar a aquellos a quienes amamos y si alguien más se interpone en el camino, podemos dañarlos aún cuando no han hecho nada malo.
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