En Rumanía es una práctica habitual encadenar a los cabellos para que no puedan escapar.
Les colocan unos grilletes en las patas traseras. Así, limitan su movilidad.
A pesar de los grilletes, las llagas en la piel y el dolor, este caballo no dudó en continuar moviéndose.
El sólo podía desplazarse si daba saltos.
Entonces, Ovidiu Rosu, el vet de Four Paws, vio a este caballo y decidió liberarlo de su sufrimiento.
Entonces, él apuntó directamente hacia sus grilletes.
Y, ¡PAM!, disparó. El caballo fue libre por primera vez en su vida.
Nadie tiene derecho a coartar las libertades de los seres.
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