Así es, y, en este territorio centroeuropeo, la jarra grande de cerveza no suele superar el euro.
Efectivamente, existe un país donde la cerveza resulta más barata que el agua. Se trata de la República Checa, lugar que vio nacer uno de los tipos de cerveza más populares del mundo: la Pilsener.
En un país donde la ingesta de esta bebida por habitante es de 161 litros anuales –la mayor del mundo–, cabe preguntarse si se debe a que cuesta la mitad que el agua y que incluso los zumos y refrescos. El precio de una jarra grande de cerveza, de esas tan habituales en Centroeuropa, no suele superar el euro. En el territorio checo existen unas cincuenta fábricas de cerveza industrial; de ellas, la más conocida es U Fleků, de Praga, donde no ha dejado de producirse desde 1499.
Antaño los checos elaboraban su propia cerveza en casa; y no solo se disponía de ella como bebida, sino también como ingrediente de gachas y diversas sopas. Ya en el año 993 está documentada su fabricación en el monasterio de Brevnov.
Normalmente, los bares tradicionales checos solo sirven una marca de cerveza, aunque en los últimos años se han multiplicado y sofisticado las variedades, con fórmulas inspiradas en otras latitudes. Hay cervecerías en el país donde se puede pernoctar, e incluso un tranvía de Praga, al final de la línea 11, ha sido convertido en pub especializado en la bebida nacional.
Los países que siguen a la República Checa tanto en cantidad de consumo como en precio barato son Alemania, Bélgica e Irlanda. Por cierto, apunta en tu agenda que Praga alberga en mayo el Festival de la Cerveza Checa, el mayor encuentro cervecero de la República Checa.
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