Desde los tiempos prehistóricos se han distinguido hasta tres asentamientos distintos.
Los hallazgos arqueológicos de esta ciudad en cuestión han demostrado que se edificó hace más de 10.000 años y sus habitantes originarios fueron los cananeos. Hablamos de Jericó, ciudad ubicada cerca del río Jordán, en Palestina. Sin duda es la primera ciudad como tal de la que se tiene constancia y es conocida en la tradición judeo-cristiana, como el lugar donde los israelitas retornaron de la esclavitud en Egipto, dirigidos por el sucesor de Moisés, Josué.
Jericó se encuentra en la parte inferior de la cuesta que conduce a la montañosa meseta de Judá, a casi 240 m por debajo del nivel del mar Mediterráneo y a unos 27 km de Jerusalén. Su nombre deriva de la palabra hebrea Iareaj que significa “luna”, debido a que sus habitantes adoraban a Iareaj, dios de la Luna.
La ciudad de Jericó desempeñó un papel crucial en el desarrollo de la revolución neolítica. Se han descubierto pedernales, cuencos, hachas, puntas de flecha, espátulas de hueso o figuras antropomorfas de arcilla y yeso. La primera excavación de Jericó fue llevada a cabo por el arqueólogo Charles Warren en 1868.
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