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domingo, 7 de mayo de 2017

¿Cuántas veces debes tener sexo con la misma persona para enamorarla?

“Me sentí enamorado de ella desde que entramos a la habitación”, me confiesa un hombre de 37 años. “Cuando la desnudé supe que quería casarme con ella y cuando la penetré me di cuenta de que era el amor de mi vida. Es cursi, lo sé. Pero mis palabras son reales”. Agacha la mirada por unos segundos y sonríe. Le creo.

“Nos conocimos hace tres años en la presentación de un libro. Un amigo mío es escritor y me invitó a una charla sobre su más reciente novela. De repente volteé a uno de los costados de la sala y ahí estaba David, viéndome a la distancia. De inmediato me sentí atraída hacia él. Había algo de petulante en su porte que me gustó. Me desafiaba con la mirada, me recorría y de inmediato sentí su deseo por mí”.

Constanza es bajita, de piel banca, cuerpo delgado y labios largos. Tiene 30 años y se dedica a la publicidad. Desde que le propuse realizar esta entrevista para el presente artículo se mostró interesada en charlar conmigo. Su voz es pausada y sus ademanes, tranquilos. Uno se siente bastante a gusto en su compañía.

¿Qué ocurrió después? ¿Cómo fue el primer acercamiento?, le pregunto.

“Cuando la charla finalizó hubo un coctel para los invitados. Debo confesar que no puse demasiada atención a la plática de mi amigo por estar intercambiando miradas con David. Sus ojos me derretían. En el coctel, él se acercó a mí, muy amable, y comenzamos a platicar sobre generalidades”.

El sitio en el que charlamos es una cafetería tranquila del centro de la ciudad. Aparte de nosotros, sólo hay otras cinco personas más que beben café o té en completa paz. El sitio es uno de sus favoritos, me dice Constanza, por ello lo eligió para nuestra cita. A mí me parece un sitio estupendo para la plática, la lectura y la meditación.

“Congeniamos desde un inicio”, prosigue. “Me daba cuenta de que sus intenciones conmigo no eran sólo platicar sobre libros o nuestras carreras. Había un tono demasiado evidente y sugerente en sus palabras que me hicieron darme cuenta de que quería terminar en la cama conmigo, sólo tener sexo casual”.

¿Te molestaba que así fuera?

“Yo quería lo mismo. No lo voy a negar. Pero en mi interior había un deseo de posponer el momento para que la tensión sexual creciera entre nosotros. En el fondo disfrutaba tanto de su conversación que no quería que todo terminara demasiado rápido”.
Él y yo nos reunimos para charlar en su casa. David se dedica a la arquitectura, así que su hogar es un sitio acogedor, de buen gusto y perfectamente diseñado. El motivo de esta charla es el mismo que con su novia, Constanza: quiero saber su opinión acerca de si es posible enamorarse a través del sexo. Si una noche basta para que en algún preciso momento de ella, las personas puedan experimentar sentimientos más profundos que el deseo…

“Como te dije, yo me enamoré de ella la noche en que la invité a pasar la noche conmigo en esta casa. Me encantó desde la primera vez que la vi en aquella aburrida presentación de un libro, pero después de probar su cuerpo supe que quería estar con ella para siempre”.

¿Cómo fue ese encuentro sexual?

“Te voy a decir algo un poco vergonzoso: desde que la vi hasta que nos despedimos al día siguiente, mi erección nunca aminoró. Incluyendo los momentos en que hacíamos una pausa para descansar en el sexo. Sé que puede sonar irreal pero es cierto. Incluso, yo estaba asustado por ello. Yo pienso que el sexo y el amor deben ser complementarios, y si ella fue capaz de dejarme en ese estado quería decir, quiere decir, que es la mujer con la que debo estar. Nuestros orgasmos fueron variados y de proporciones diferentes, pero en cada uno sentía que nuestras vidas se unían un poco más”.
En el ambiente suena la música de INXS, una de sus bandas predilectas, me dice. Hablábamos sobre esta banda y sus discos cuando de repente me soltó a bocajarro: “Cuando estábamos haciendo el amor, tenía puesto este disco. Hay algo que me viene a la mente todos los días desde aquella ocasión: cuando nos estábamos reponiendo de la tercera sesión, ella me dijo al oído con un tono suave en su voz: ‘te amo’. Me deshice. Jamás un te amo me había calado tan profundo. ‘Yo a ti’, respondí. Nuestro primer encuentro fue una mezcla de elementos: salvaje, apasionado, sucio, lleno de fluidos y palabras de todo tipo. Si alguien más me lo hubiera dicho, no le creería pero a mí me pasó que me enamoré sin remedio de esa mujer”.

La ciencia dice que esto es posible, así que creo de nuevo en sus palabras. Cuando existe una conjunción al mismo tiempo de hormonas responsables de las emociones del amor, el sexo y la atracción; sentir amor durante el sexo es posible.
“Me convenció de ir a su casa. Yo iba ansiosa, nerviosa, asustada por lo que podría pasar. Aferraba el libro de mi amigo entre las manos mientras David y yo íbamos en su carro. Me agarraba los muslos y yo le respondía tomando su pene con mis manos y apretándolo un poco. Sus palpitaciones me excitaban. Íbamos tan calientes que nos fuimos de inmediato a su habitación. Lo hicimos como bestias. Incluso en algunos momentos me lastimó, pero esto lejos de molestarme me incendió aún más. En los altavoces sonaba una banda que no recuerdo su nombre, eso contribuyó a hacer del momento algo más especial, sucio y romántico al mismo tiempo”.

¿Qué sentías al estar con él/ella?

“Sentía miedo porque en mí surgían sentimientos que jamás había tenido. Me estaba enamorando de él con cada embestida. No exagero”, hace una pausa y bebe de su agua mineral.

¿Qué te llevó a enamorarte de él?

“Creo que fue todo lo que ocurrió en la galería, en el carro y lo que estaba pasando en esos instantes. Si me remonto más al pasado, siempre había tenido mala suerte con los hombres a nivel sentimental y sexual. Él me trató de manera diferente. Fue un caballero pero también un tipo sin miramientos en la cama. Es atrevido en las posiciones, eso me encantó”.
Una amiga muy cercana me puso en contacto con ella y David. Al saber lo que yo debía escribir, me dijo: “Conozco a una pareja a la que le ocurrió que se enamoraron uno del otro después de una noche de sexo casual. Platica con ellos para tomar su testimonio”.

Así fue como he venido a dar con Constanza y David para conocer su historia de algo que inició como una aventura ocasional hasta convertirse en un relato de amor. Ignoro si los lectores lo creerán. Habrá algunos que pensarán que es una gran mentira y otros que darán crédito porque tal vez les haya ocurrido algo similar.

“Había estado con varias mujeres antes, pero la gran mayoría no manifestaban algo más que el deseo de combatir su frenesí sexual. Constanza, en cambio, me mostró un lado sucio y tierno a la vez. Creo que yo también me sentía así: podía ser rudo con ella en la cama pero también mostrarle que la quería cuidar a través del sexo. Cada vez que me venía era como si le dijera: ‘te regalo una parte de mí para que siempre te sientas segura a donde vayas’”.
Constanza es una mujer de temperamento fuerte que guarda en su interior una fragilidad palpable. Es fácil admirar sus palabras y sus gestos. Es sencillo adivinar por qué es tan deseada y amada por David:

“Le declaré mi amor entre las sábanas, en medio de jadeos, en un mar de sudor y fluidos. Era un completo extraño que me sedujo con galantería y me hizo amarlo de inmediato. Cualquiera que conozca esta historia podrá decir, ‘pero, ¿de qué está hablando? ¿Enamorarte de alguien a quien sólo conoces porque te penetró y tal vez se olvide por completo de ti? Estás loca…’
“No me olvidé de ella. La llevé a su casa al otro día y en ella continuamos haciendo el amor. Nos vimos dos días después, ambos sabiendo perfectamente que no éramos sólo amantes sino una pareja formalmente establecida. Estamos locos. Lo que hicimos fue algo que seguramente a otros les ha ocurrido. El sexo es magia cuando encuentras a la persona que logra enamorarte a través de su vagina, de su clítoris, de su semen o de su pene… de todo lo que hay de manera implícita en el erotismo”.

David guarda silencio y observa hacia su jardín. Volteo en la misma dirección y me doy cuenta de que hay una escultura que representa a él y su amada Constanza. Ambos están desnudos y el Sol los baña con la misma intensidad de un orgasmo profundo.

Me sorprende cómo dos desconocidos se atrevieron a platicarme su historia de manera tan abierta. Creo que cuando estás enamorado tu corazón es capaz de abrirse a un grado insospechado. ¿Cuántas veces debes tener sexo con la misma persona para enamorarla? La respuesta a esta pregunta podría responderse con otra pregunta: ¿en qué momento del sexo te diste cuenta de que te habías enamorado?
El amor es un tema transgresor, doloroso, mortal la mayoría de las veces y, sin embargo, todos caemos de una u otra manera en él por su eterna luminosidad.


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