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viernes, 17 de marzo de 2017

La siniestra verdad detrás de las luces bioluminiscentes del mar de Tasmania

Tasmania es una isla que pertenece a Australia, ubicándose a unos 240 km de allí y formando parte de Oceanía. En la isla hay unos 516 mil habitantes en un área de aproximadamente 68 mil kilómetros cuadrados.

La historia de Tasmania es trágica. Toda la población aborigen fue exterminada en el siglo XIX durante el Genocidio de Tasmania, que fue el resultado de los conflictos con los colonizadores británicos.

Hoy en día, el país se destaca por su fauna y flora tan única. La vegetación es extremadamente diversa y diferente, con varias especies que solo han sido encontradas en este territorio. Asimismo, el agua de Tasmania también es realmente única. Entre otras cosas, porque por la noche es posible apreciar una especie de aurara borealis en el mar, aunque lamentablemente no es tan maravilloso como se ve...

La fosforescencia en el mar
El mar de Tasmania se pintó de un azul fluorescente que intrigó al mundo entero. Este fenómeno se llama bioluminiscencia y es el resultado del crecimiento del alga Noctiluca scintillans, más conocida como «chispa de mar», que naturalmente brilla cuando es perturbada por olas o corriente. Durante el día, el fenómeno no es apreciable.

Desde la comunidad científica han surgido varias teorías que explican el brillo de estos organismos. Puede que lo usen para asustar a los depredadores o bien para atraer a los predadores de sus propios depredadores.

Si bien este brillo no es peligroso para el ser humano, la aparición de las algas en determinadas regiones puede significar un desbalance del ecosistema marino. Esto se debe a que se alimentan de otras algas, entonces muchos animales de la región se quedan sin alimento.

En 1860 se observó por primera vez la presencia de estas algas en Sidney, luego migraron hacia Tasmania, donde parecerían alojarse permanentemente.

Especialistas que han analizado la cuestión sugieren que el calentamiento climático y el cambio en las corrientes del océano contribuyeron a traer a las algas a esta región, que prefieren aguas más calientes y con más nutrientes. Esto significa que en los últimos 20 años, las aguas aumentaron de temperatura al igual que su contenido de nitrógeno, fósforo y otros nutrientes que resultan de la agricultura y las aguas residuales.


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