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viernes, 17 de marzo de 2017

Los psicólogos han descubierto que el orden en el que nacemos define nuestra personalidad. ¡Increíble pero cierto!

Pero no hay que perder la calma. Todo esto tiene una explicación. El psicólogo Kevin Leman lleva indagando el orden de nacimiento desde 1967 y ha plasmado sus conclusiones en su libro The Birth Order Book: Why You Are the Way You Are (que en español sería "El libro del orden de nacimiento: por qué eres como eres"). Y es que psicólogos como el doctor Leman sostienen que el orden en el que nacemos determina en gran parte nuestra personalidad. ¡Sí, como lo lees!

Al igual que tú no eres la misma persona si eres el hijo mayor, el mediano, el pequeño o hijo único, tus padres tampoco te tratan de la misma manera. Esa disimilitud a la hora de criar a los hijos es lo que hace que haya grandes diferencias entre hermanos en su forma de ser.

El primogénito, al ser el primer hijo de unos padres inexpertos, se convertirá automáticamente en una especie de experimento, donde cada paso se sustenta en el "ensayo-error". Los padres le darán toda su atención, pero también serán más estrictos. A la larga, esto hará que el hijo mayor sea el perfeccionista de la familia.

Sin embargo, a la hora de tener un segundo hijo, la actitud de los padres cambia: ya saben cómo funciona la cosa, y ya no ven necesario ser tan estrictos. Ahora que hay dos hijos compitiendo a la vez por la atención de los padres, es posible que el segundo hijo reciba menos atención de la que recibió en un primer momento el mayor. Esto hará que el hermano pequeño sea menos perfeccionista e intente siempre complacer a los demás, buscando su aprobación.
Teniendo en cuenta esto, podemos destacar los siguientes rasgos en la personalidad según el orden de nacimiento:

Hijo mayor (primogénito): siendo los "líderes de la manada", los primogénitos destacan por ser de confianza, concienzudos, estructurados, cautelosos, controladores y que consiguen las metas que se proponen. En general, se convierten en una especie de "mini-adultos", ya que muchas veces la responsabilidad de muchos actos recaen sobre sus hombros y no en el resto de los hermanos.
Hijo mediano: el hecho de no ser ni el más mayor ni el más pequeño hace que los hijos medianos se sientan algo incomprendidos en el núcleo familiar. Por ello, se esfuerzan en "dejar su marca" y hacerse notar. Los medianos suelen ser complacientes, pacificadores, con una amplia vida social y también algo rebeldes.
Hijo menor: los hijos menores suelen ser los más libres de espíritu en comparación a sus hermanos, y a menudo campan a sus anchas. El más pequeño de la familia no se complica la vida, le encanta pasárselo bien y es extrovertido, pero también es algo manipulador (siempre consiguen lo que quieren) y egocéntrico, y le encanta llamar la atención.  
Hijo único: cuando una pareja tiene un solo hijo, a este se le asigna un espacio único e insustituible en la estructura familiar. De esta forma, el hijo único acapara la atención completa de sus padres durante toda su vida, algo de lo que carecen los hermanos, pero que también se convierte en una gran carga llena de expectativas. Por ello, los hijos únicos suelen ser maduros para su edad, perfeccionistas, concienzudos, diligentes, y tienen alma de líder.

Seas el hijo mayor, el pequeño, o hijo único, seguro que te has visto reflejado de alguna forma en estas descripciones. Yo soy el hijo pequeño, y conmigo han acertado de lleno: ¡soy el alma libre de la familia!

Comparte este artículo con tus padres, tus hermanos y también tus amigos. ¡Todos se sentirán algo identificados!

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