Antonio Nievas tiene una pequeña granja en Buenos Aires, Argentina. Mientras daba un paseo por su propiedad, notó algo muy extraño cerca del lecho del río. Se acercó hasta el lugar e hizo un descubrimiento fascinante: un oscuro y rocoso objeto en forma de huevo de casi un metro de largo. Antonio estaba muy emocionado, ¡estaba convencido de que se había encontrado un huevo de dinosaurio!
Pero cuando los científicos le hicieron una visita a Antonio para examinar el objeto, enseguida se percataron de que era demasiado grande para ser un huevo de dinosaurio. Una investigación posterior reveló que se trataba en realidad de los restos de un gliptodonte, una criatura prehistórica que parecía un armadillo gigante. La especie se extinguió hace unos 10.000 años, después de la Edad de Hielo. Aunque se parecen mucho a los armadillos, los gliptodontes eran mucho más grandes en realidad. En algunos casos alcanzaban los 3 metros de largo.
El caparazón que Antonio encontró pertenece a un animal joven y los expertos estaban impresionados con lo bien conservado que se encontraba este ejemplar de 10.000 años. El diseño del caparazón, que estaba conformado por más de mil capas óseas, se puede ver claramente todavía.
Debe ser increíble toparse con algo tan antiguo y tan raro por casualidad. ¡Algún museo de historia natural con mucha suerte debe de estar muy agradecido por este hallazgo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario